Johnny Cash, hombre de negro y corazón salvaje a tiempo completo

Uno de los grandes mitos de la música popular de los Estados Unidos, y por tanto global, cumpliría 90 años. Fue una de las máximas estrellas del country pero el género no alcanza para definirlo como artista total, dueño de una voz y una personalidad arrolladoras

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Johnny Cash, "Man In Black"

“Hola, soy Johnny Cash”… ¿Puede un simple saludo convertirse en uno de los momentos más excitantes de la historia de la música popular? Si lo que sigue es una arrolladora versión de “Folsom Prison blues”, en vivo en esa misma prisión, frente a una audiencia de convictos que enloquece con la línea “le disparé a un hombre en Reno solo para verlo morir”, la respuesta es afirmativa. El músico nacido en Arkansas, que hoy hubiera cumplido 90 años, fue un alma inquieta sin límites, ni musicales ni personales. Fusionó con total naturalidad la música negra y la blanca, bregó por los derechos de los pueblos originarios y por los más necesitados, pero también vivió inmerso en un mar de contradicciones donde su fe religiosa y sus adicciones entraron en conflicto permanente. Su compleja figura y su incomparable talento hicieron de Cash uno de los artistas más importantes del siglo XX.

J. R. Cash nació el 26 de febrero de 1932. Su madre quería ponerle John y su padre Ray, pero como no lograban ponerse de acuerdo, lo bautizaron con las iniciales de cada nombre. Él luego adoptó el nombre de Johnny, pero para ellos siempre fue J.R., exactamente el hijo del medio, el cuarto, de siete hermanos. Pasó su infancia trabajando en el campo de algodón que la familia había adquirido gracias a las políticas del New Deal que implementó el presidente Franklin D. Roosevelt para superar la Gran Depresión. Se crio en un ambiente rural entre las canciones country que le gustaban a su hermano mayor y las góspel que cantaba su mamá. Fue ella quien le enseñó a tocar la guitarra y lo llevó a estudiar canto, convencida de que tenía un don. La profesora, sin embargo, le dijo que no debía tomar clases para no alterar su voz natural.

En 1950 se alistó en la Fuerza Aérea y pasó cuatro años en Alemania interceptando transmisiones de radio del ejército soviético. Cuando regresó a los Estados Unidos, se asentó en Memphis y se casó con su primera esposa, Vivian Liberto, con quien tuvo cuatro hijas. Cash se había instalado en esa ciudad porque allí vivía uno de sus hermanos, que podría ayudarlo a encontrar trabajo. Allí también estaban las oficinas de Sun Records, el sello que fundó el productor Sam Phillips y que revolucionó el pop con “That’s All Right”, el primer sencillo de Elvis Presley. El rock and roll había explotado y muchos jóvenes aspiraban a seguir su camino. Johnny no era la excepción. Había formado un trío con el bajista Marshall Grant y el guitarrista Luther Perkins, con quienes desarrolló un sonido rústico que luego fue conocido como “boom-chicka-boom”. Era una extraña mezcla de country y rockabilly producto de su falta de habilidad para dominar los instrumentos.

Cuando finalmente consiguió una audición con Phillips, el empresario descubrió el potencial de Cash: no estaba frente a un imitador de Elvis sino ante una estrella con luz propia. Sin embargo, el músico le había ofrecido algo que sabía que no iba a funcionar, una canción góspel. Le dijo que regresara con algo que pudiera vender y Johnny le entregó dos temas originales, “Hey, Porter” y “Cry! Cry! Cry!”. La gran ventaja que él tenía frente a sus contemporáneos era la capacidad de componer su propio material, incluso a pesar de las limitaciones de su banda.

El sencillo salió en 1955 y alcanzó el puesto 14 del ranking de música country. Luego vino “Folsom Prison Blues”, que llegó al cuarto escalón y, finalmente, “I walk the line”, que fue derecho a la primera posición y saltó al top 20 del ranking pop. Con ese éxito apabullante, Johnny Cash inició una carrera musical que, con altibajos, solo pudo detenerla su muerte, el 12 de septiembre de 2003.

En 1957 editó su primer álbum, Johnny Cash with his hot and blue guitar!, uno de los primeros long plays que sacó a la venta Sun. Al año siguiente negoció un mejor contrato con Columbia y lanzó su segundo álbum, The fabulous Johnny Cash.

Una imagen de la película "Johnny Cash - The Man, His World, His Music", dirigida por Robert Elfstrom, 1969. (Hulton Archive/Getty Images)
Una imagen de la película "Johnny Cash - The Man, His World, His Music", dirigida por Robert Elfstrom, 1969. (Hulton Archive/Getty Images)

Al mismo tiempo, se mudó a California con la idea de explotar su faceta como actor. A lo largo de los años participó en algunas películas y series y entre 1969 y 1971 tuvo su propio programa de televisión por la cadena ABC, The Johnny Cash Show, en el que tocaron en vivo artistas como Joni Mitchell, Bob Dylan, Linda Ronstadt, Neil Young, James Taylor, Roy Orbison y Louis Armstrong.

A principios de los 60, June Carter, una de las hijas de la Familia Carter, cuyo grupo fue fundamental para el folk y el country norteamericano, se sumó a la gira de Johnny. La química entre ellos fue instantánea, tanto en el escenario como fuera de él, a punto tal que todo su entorno, incluso Vivian, sospechaba que su relación excedía lo estrictamente profesional.

Cash pagó un alto costo por el éxito. Las intensas giras lo hicieron adicto al alcohol, a las anfetaminas y a los barbitúricos y su comportamiento errático destruyó a su familia. Estuvo prácticamente ausente durante la infancia de sus hijas, le fue infiel a su esposa en reiteradas ocasiones, y la aparición de Carter no hizo más que empeorar la situación. Finalmente, su mujer le pidió el divorcio en 1966, una decisión muy difícil para un matrimonio muy devoto a la fe cristiana.

El músico se refirió en varias ocasiones a sus contradicciones respecto a su religión y sus vicios. “Tengo un costado espiritual muy profundo, pero confieso que soy el pecador más grande de todos”, le dijo a la revista Rolling Stone. Manifestó su devoción hacia Dios a través del arte: grabó varios discos de música góspel, pero también un audiolibro con el recitado completo del Nuevo Testamento; en 1973 produjo y actuó en la película Gospel Road: A Story of Jesus y en 1986 publicó una novela, Man in white (El hombre de blanco), sobre la conversión de San Pablo.

El título del libro se contraponía con apodo con el que Cash es conocido desde la década del 70, “Man in Black” (el “Hombre de Negro”), por la vestimenta que había adoptado en sus shows. En la canción del mismo nombre (editada en el álbum homónimo de 1971) explica sin rodeos que lo hizo por los pobres “que viven sin esperanza en el lado hambriento del pueblo”, por “el prisionero que pagó hace tiempo por su crimen”, por aquellos que “nunca escucharon el mensaje de Jesús”, por “los ancianos enfermos y solos” y, en referencia a la Guerra de Vietnam, por todos los que murieron y “en señal de duelo por las vidas que podrían haber sido”. Como bien lo sintetiza la última estrofa:

“Me encantaría vestir un arcoíris todos los días

Y decirle al mundo que todo está bien

Pero intento cargar un poco de oscuridad en mi espalda

Hasta que las cosas brillen más, soy el Hombre de Negro

Johnny Cash, "Folsom Prison Blues"

Por sus orígenes humildes, Johnny Cash se identificaba con los más vulnerables. En los 60 elaboró una serie de discos conceptuales dedicados a los sectores más castigados por el establishment, como Blood, Sweat and Tears, dedicado a la clase trabajadora; Johnny Cash Sings the Ballads of the True West, sobre la expansión de los norteamericanos hacia el oeste de su territorio, y el polémico Bitter Tears: Ballads of the American Indian, en el que expuso el sufrimiento de los pueblos originarios de los Estados Unidos frente a la opresión de los colonos blancos. El álbum fue resistido en el ambiente de la música country, que históricamente había promovido las fortalezas del cowboy conquistador.

También sentía empatía por los convictos. Había forjado cierta imagen de forajido, aunque apenas había pasado algunas noches detenido por cometer delitos menores. Sin embargo, desde fines de los 50 daba conciertos en las prisiones de los Estados Unidos para entretener a los reclusos. La respuesta del público era tan fervorosa que Cash estaba convencido de que cuando tuviera que grabar un álbum en vivo tendría que hacerlo en una cárcel. Los ejecutivos de Columbia se negaron rotundamente a esa idea, hasta que designaron a Bob Jonhston para que produjera su siguiente trabajo. El productor había sido el responsable de Highway 61 Revisited y Blonde on blonde de Bob Dylan y Sound of silence de Simon and Garfunkel y ahora tenía la tarea de seguir manteniendo el éxito del cantante, que estaba entrando en una etapa de estancamiento.

A través de un pastor, Cash se puso en contacto con las autoridades de la prisión de Folsom, en California, para dar dos shows en continuado que sería grabados para su edición en un LP. Johnny sorprendió a sus músicos con el repertorio elegido. En vez de optar por sus grandes éxitos, como suelen ser los discos en vivo, prefirió tocar canciones que creía que iban a conectar mejor con la audiencia, como “Dark as dungeon” (“Oscuro como un calabozo”). ”I got stripes” (“Tengo rayas”) y, por supuesto, “Folsom Prison Blues”, con el que abrió los conciertos. Dejó para el final “Greystone chapel”, una balada escrita por Glen Sherley, un hombre que cumplía allí su condena por robo a mano armada. Cuando fue liberado, Cash le dio trabajo y publicó sus canciones, pero él nunca logró adaptarse a su vida en libertad y se suicidó.

At Folsom Prison fue el álbum más exitoso de Johnny Cash, un clásico instantáneo que conquistó por igual al público del country, el pop y el rock. La crudeza del registro, en la que su música se mezcla con el sonido ambiente de la cárcel, llamó la atención de los jóvenes que, gracias a su paso por Sun Records, lo veían como un pionero del rock and roll a pesar de que había seguido otro camino.

En verdad, por más que haya sido una de las más grandes figuras de la música country, siempre revoloteó alrededor del rock. Cuando formaba parte del sello de Sam Phillips, participó de una zapada en el estudio con Elvis Presley, Jerry Lee Lewis y Carl Perkins que quedó registrada y fue publicada bajo el nombre de Million Dollar Quartet. Perkins, autor del célebre “Blue suede shoes”, fue parte de la banda que lo acompañó en los shows de Folsom. Años más tarde, grabó con Paul McCartney y U2 y, a mediados de los 90, resurgió de las cenizas como el Ave Fénix de la mano de American Recordings gracias a sus versiones de canciones modernas de rock de artistas como Soundgarden, Nine Inch Nails y Depeche Mode.

En 1968, a trece años de su salida, “Folson Prison blues” volvía a cobrar vida, pero esta vez el impulso no lo empujó a perder el control sino que lo ordenó. Le propuso matrimonio a June Carter sobre el escenario, y ella aceptó casarse si él abandonaba las drogas. Cash logró mantenerse más o menos limpio por un par de años y en 1970 tuvo a su primer y único hijo varón, John Carter Cash.

Johnny Cash en el Festival de Glastonbury, en junio de 1994 (Michael Putland/ Getty Images)
Johnny Cash en el Festival de Glastonbury, en junio de 1994 (Michael Putland/ Getty Images)

Tras el éxito de At Folsom Prison, editó otro álbum en vivo en un penal, At San Quentin (1969), que también fue récord de ventas. En cambio, los otros dos que registró en penitenciarías, På Österåker (grabado en Suecia, editado 1973), y A Concert Behind Prison Walls (hecho en 1976 en la prisión estatal de Tennessee, pero editado recién en 2003), no tuvieron el mismo efecto.

Johnny Cash nunca perdió el estatus de superestrella. Seguía teniendo un alto poder de convocatoria en sus shows, pero su popularidad había alcanzado el clímax y empezó a decaer. En su segunda autobiografía (Cash: La autobiografía, Del Kultrum, 2019) lo admite sin tapujos: “Entre los últimos 70 y los primeros 90 no vendí grandes cantidades de discos, pero nuevamente debo decir que me enorgullezco mucho de aquella música”. Con la excepción de “One piece at a time”, que llegó al primer puesto del ranking country en 1976, tanto sus discos como sus simples estuvieron en los últimos puestos o directamente ausentes del chart principal de canciones pop. Le pasó lo mismo que a todas las grandes leyendas de los 60: el gusto musical de los jóvenes había cambiado tanto, que su estilo había quedado viejo. Pasaron el rock duro, el punk, el disco, el pop electrónico y hasta el country se modernizó tomando elementos del pop y el rock, pero él seguía evocando el clásico sonido rural de Norteamérica, además de promover la palabra de Dios con sus álbumes de góspel.

En 1978, con cuarenta y ocho años, se convirtió en el artista más joven en ingresar al Salón de la Fama del Country. Para muchos, era un honor merecido, para otros, era el signo de que se había convertido en una leyenda viva cuyos años dorados habían pasado. En ese tiempo, además, tuvo una recaída y volvió a consumir anfetaminas y también calmantes, una adicción que adquirió luego pasar tiempo en el hospital tras ser atacado por un avestruz en su granja.

Durante los 80, su música pasó prácticamente desapercibida por las grandes audiencias. Además de ir a rehabilitación, lo más importante que hizo en esa década fue formar un supergrupo llamado The Highwaymen con Willie Nelson, Waylon Jennings y Kris Kristofferson. Los cuatro habían sido pioneros del llamado outlaw country (“country forajido”), un subgénero que tenía un estilo más duro, cercano al blues y al rock and roll, que surgió como respuesta al sonido de Nashville, que era mucho más liviano. Con ellos editó tres álbumes entre 1985 y 1995 y el primero llegó a la cima del ranking country.

Al año siguiente tuvo un encuentro con Jerry Lee Lewis, Carl Perkins y Roy Orbison, con quienes grabó en los clásicos estudios de Sun Records el álbum Class of 55: Memphis Rock & Roll Homecoming, un tributo al sello donde iniciaron sus carreras.

Para ese momento, Columbia decidió rescindirle el contrato y Cash pasó a Mercury, en donde regrabó algunos de sus grandes éxitos y otros álbumes intrascendentes. Abatido ante la imposibilidad de volver a captar el interés del público con música nueva, sus problemas de salud se aceleraron. Volvió a consumir pastillas, atravesó una operación a corazón abierto y regresó a rehabilitación.

Johnny Cash 1932-2003 (RB/Redferns)
Johnny Cash 1932-2003 (RB/Redferns)

El Hombre de Negro se sentía acabado. Había ingresado al Salón de la Fama del Rock and Roll en 1992, pero parecía que solo podía mantenerse en el mercado como pieza de museo. Dos años más tarde, sin embargo, el destino le dio una segunda oportunidad. El productor Rick Rubin, responsable de los discos más importantes de artistas de hip-hop y rock como Public Enemy, Beastie Boys, Red Hot Chili Peppers y Slayer, le propuso grabar un álbum para American Recordings, su propia discográfica.

¿Qué podía salir del máximo ícono del country y el productor más importante del rock duro y el rap de los 90? Hasta el mismo músico era escéptico, pero Rubin fue el primer productor en escucharlo y cederle el control creativo. ¿Qué quería hacer en ese momento? Canciones simples y despojadas de toda ornamentación, solo con voz y guitarra, algo que siempre quiso probar pero nunca tuvo la oportunidad. El álbum American recordings no fue un suceso comercial, pero vendió más que muchos de sus discos anteriores y logró el objetivo de acercarlo a las nuevas generaciones. La cínica e inconformista Generación X había encontrado en Cash una especie de padrino que había sido uno de los primeros outsiders de la historia de la música popular. Para los jóvenes, él también había sido incomprendido y ahora expresaba sus sentimientos a través de un disco tan visceral como su dolor.

La sociedad con Rick Rubin duró hasta el final de sus días. Por fin había encontrado una forma de trabajo que le resultaba cómoda y se había ganado el reconocimiento de la juventud, que lo recibió como un héroe durante su presentación en el festival de Glastonbury en Inglaterra en la edición de 1994. “Sentí que se cerraba un círculo –confiesa en su autobiografía–, de vuelta a la esencia de mi música, preestrellato, preelectricidad, pre-Memphis. Podría haber estado de regreso en Dyess [la colonia rural donde se había asentado su familia] cantando solo con mi madre escuchando frente al porche, bajo la noche clara de Arkansas en los 40″.

Los siguientes volúmenes de la saga de American recordings ganaron en instrumentación y en repertorio. Con el apoyo de músicos como Tom Petty, Sheryl Crow, la base rítmica de los Red Hot Chili Peppers, Nick Cave y Fiona Apple, la leyenda del country se animó a interpretar canciones de artistas modernos y clásicos, de The Beatles a Beck.

A pesar de que su salud se deterioraba a causa de la diabetes, él siguió activo hasta último momento. El 15 de mayo de 2003 falleció June Carter, su alma gemela. En julio, durante su último concierto, le rindió homenaje antes de cantar “Ring of fire”, una canción que ella había compuesto junto a la cantante Merle Kilgore y que fue uno de los más grandes éxitos de Cash en 1963.

Johnny Cash fue un artista fuera de serie. Sí, tocaba ante todo música country, pero nunca se sintió del todo cómodo ahí. Tenía la necesidad de explorar el góspel, pero también hablar de temas que excedían e incomodaban a estos géneros musicales. Él demostró que podía cantar como un cowboy y defender los derechos de los pueblos nativos o elevar su palabra a Dios y componer canciones sobre ir a prisión y cometer pecados, como el adulterio o el consumo de drogas. En ese sentido, el rock and roll le sentaba a la perfección. Allí tenía plena libertad y por eso coqueteó todo el tiempo con él. Su actitud y su energía eran únicos y eso quedó reflejado en cada una de sus grabaciones, de la primera a la última.

Dejó este mundo casi cuatro meses después que su esposa, a los 71 años. Tenía preparado material para dos discos más. El primero, American recordings V: a hundred highways, salió en 2006 y debutó en el puesto número uno. Habían pasado treinta y cinco años desde la última vez que un álbum suyo había estado en lo más alto. Desde la posteridad, el Hombre de Negro había dejado sus últimas palabras y un legado cuantioso que merece ser redescubierto. Como escribió Bob Dylan al momento de su muerte: “Bendecido con una profunda imaginación, usó su don para expresar todas las causas perdidas del alma humana. Y agregó: “Johnny era la Estrella del Norte: podrías guiar un barco con él. Fue el más grande de los grandes, antes y ahora”.

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