Hay quienes dicen que los artistas deben poner toda su energía y toda su pasión en su obra. Que ahí se deben dar las batallas éticas y estéticas, que lo demás es banalidad. Pero, ¿cómo poner en pausa lo que rodea la obra, todo lo demás: la vida misma? Alfredo Bryce Echenique no pudo o no quiso. En la opinión pública estuvieron sus libros, por supuesto —es uno de los grandes autores de América Latina—; pero también alguna que otra ruidosa situación personal.
Como la que ocurrió esta semana, cuando contó que su cuenta del banco francés Banque Populaire Rives de París donde guardaba el dinero de su pensión había sido saqueada. Todo empezó en 2017, cuando su amiga, la lingüista de la Universidad de Versailles, Cecilia Hare, murió. Ella se encargaba de transferir el dinero, cada cierto tiempo, a las cuentas del escritor en Barcelona o en Lima según él le pedía.
“Hasta que se murió Cecilia Hare todo funcionaba perfecto. ¡Qué estupenda profesora! Hicimos grandes migas. Desgraciadamente, falleció y quedé a merced de este banco de mierda”, aseguró. Esa pensión corresponde a su trayectoria como catedrático: enseñó en las universidades francesas La Sorbonne, Nanterre, Vincennes y la Paul Valery de Montpellier durante poco más de veinte años.
Desde que Bryce Echenique publicó el tercer y último volumen de sus llamadas ‘antimemorias’, Permiso para retirarme, año 2019, busca recuperar el dinero. La dificultad causada por una fibrosis pulmonar y la rotura de dos vértebras luego de una caída tuvo que retrasar el viaje. Entonces el autor viajó a Francia acompañado de su editor peruano, Germán Coronado, director de la editorial Peisa, se presentó en el Banque Populaire Rives de París para retirar 20 mil euros, pero no estaban.
En su cuenta sólo le quedaban 2 mil euros, algo que le pareció extraño porque conocía cuánto tenía en su cuenta bancaria. Según el diario español El País, el banco reconoció que alguien sin identificar había estado haciendo retiros semanales de 500 euros.
El editor Coronado aseguró que accedió a información de directivos del banco y que el robo lo habría hecho un trabajador de la entidad financiera. “No pueden robarme estos chorizos”, exclamó el escritor peruano y agregó que hay muchas “excusas” y “papeleos”. Finalmente el Banque Populaire Rives se comprometió a devolverle el dinero, pero pidió que Bryce Echenique no lo denuncie por el robo de los euros.
Alfredo Bryce Echenique nació en Lima en 1939 en una familia de —justamente— banqueros. Su tatarabuelo, José Rufino Echenique, fue presidente del Perú en 1851. Además, su familia está relacionada con la escritora francesa del siglo XIX Flora Tristán y con el barón Clemente Althaus de Hesse. Escribió novelas célebres como Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romaña o No me esperen en abril, además de libros de cuentos, de ensayos y textos biográficos.
La primera vez que salió en los diarios tenía trece años. Estaba cursando sus estudios secundarios en el Santa María Marianistas. “Enérgica protesta del padre del estudiante Alfredo Bryce”, dice el título de la nota en el diario peruano El Comercio en 1952. “Ha presentado recursos al Ministro de Educación y al Inspector de Instrucción Pre-Militar. El estado de la víctima”, se lee en el copete.
En 2012 le contó a El Comercio: “Yo era el brigadier, y un torpe instructor premilitar me castigó por no detenerme; solo me distraje, pero igual me hizo pasar por el callejón oscuro”. Así le llaman a un túnel humano por donde un niño pasado por el medio y recibe palmadas. “Esa tarde había 120 alumnos, dos filas de 60, era un recorrido muy largo y yo era muy nervioso. Y nunca falta un Judas, un Caín que te da un golpe de verdad”.
“Ya había pasado una vez y el instructor me ordenó que lo hiciera de nuevo. Y le dije: ‘Paso, pero con usted’”. Luego de pasar varias veces, de recibir varios golpes, algunos muy fuertes, debió ser hospitalizado en la Clínica Americana. “Terminé mal“, reconoció muchos años después, cuando volvió a mencionar el episodio. Está mejor detallado en No me esperen en abril, novela de 1995, donde el protagonista Manongo Sterne, vive la misma situación que le ocurrió de niño.
“Estaba con un ataque de rabia. Fue el director del colegio, un norteamericano que hablaba un pésimo castellano, el que habló con mi madre y le dijo que había ocurrido una ‘tragedia’. Esto hizo que ella y todo el mundo se descontrolaran. El único que actuó con serenidad fue mi padre, que apareció en la noche. La noticia salió en los periódicos. Mi padre nos retiró a todos de los colegios norteamericanos. Yo fui al San Pablo, un internado inglés”, contó en esa entrevista.
En 1957 se licenció en Derecho en la Universidad de San Marcos y veinte años después se doctoró en Letras. En el medio se fue a Francia. Se instaló en París en 1964 para estudiar en La Sorbona. Entre 1984 y 2010 se radicó en España, aunque viaja y pasaba largas estadías en Lima. Siguió escribiendo y así forjo, a fuerza de persistencia, una enorme y reconocida obra. Mientras tanto, se dedicaba a enseñar literatura en las más prestigiosas universidades del mundo.
A comienzos del nuevo siglo, apareció en su vida el fantasma del plagio. El 9 de enero de 2009 un tribunal administrativo de Perú lo condenó a pagar 177.500 soles (alrededor de 53 mil dólares) por el plagio de 16 textos. Muchos de estos escritos aparecieron en medios españoles como dos de Sergi Pàmies, uno en La Vanguardia y otro en El Periódico de Extremadura. Bryce Echenique atinó a decir que esos artículos habían sido publicados sin su autorización y negó ser el autor de ellos.
El fantasma lo acompañaría durante mucho tiempo. En el año 2012, cuando ganó el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, varios autores —entre ellos Fernando del Paso y Juan Villoro— fueron muy críticos con el jurado por premiar a alguien condenado por plagio. Se generó una intensa discusión. Jorge Volpi, parte del jurado, escribió que “Bryce fue reconocido por sus novelas y cuentos (el periodismo no se enumera)”.
Finalmente, y tras una decisión sin precedentes, no le entregaron el premio durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como estaba previsto; el autor lo recibió en Perú sin ceremonia pública. Es que para Alfredo Bryce Echenique, la literatura y la vida son parte de lo mismo. Incluso a veces se contradicen. Se puede puede tener una obra llena de luz y vivir unas cuantas desgracias y polémicas. “Se corrige la realidad con la fantasía para que duela menos”, dijo una vez.
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