Estuvieron juntas desde el origen de sus vidas y así, unidas en el amor pero también por el odio despiadado que solo puede sentirse por alguien indispensable, es como se las ve en la pantalla, compitiendo entre ellas, acompañándose, burlándose una de la otra a la manera de un viejo y singular matrimonio. En Las cercanas, la nueva película de María Álvarez, el espectador se conmueve por la sensibilidad silenciosa con que la directora consigue mostrar el día a día de las gemelas Isabel (Yiya) y Amelia (Coca) Cavallini, quienes a los 91 años siguen aferradas a la memoria de un tiempo que las vio hermosas, deseadas y dueñas de un futuro artístico brillante como concertistas de piano en los Estados Unidos. Es justamente la música de esa era radiante y también la poesía de entonces y el álbum de recuerdos de las hermanas lo que resulta en una ola de belleza, melancolía y deslumbramiento.
Las escenas se desarrollan dentro de un departamento pequeño y abarrotado de objetos; la memoria está en cada uno de ellos y es ese peso agobiante -el peso de lo que fue y, sobre todo, el de lo que no pudo ser- lo que martillea el relato de estas vidas. Álvarez logra entrar con su cámara de manera sigilosa y con profundo respeto al universo crepuscular de dos ancianas que se aman y se desprecian, mientras conviven con el arte y los recuerdos.
La película se estrena este jueves 24 de febrero a las 19.30 y desde el viernes 25 de febrero podrá verse en el cine Gaumont hasta el 2 de marzo. Ganadora de la competencia argentina en el último festival internacional de Mar del Plata, Las cercanas es el broche final de una trilogía de documentales de Álvarez que reflexionan sobre el paso del tiempo y el arte, después de Las cinéphilas (2017) y El tiempo perdido (2020). En el Festival Internacional de Cine de Gijón (España) obtuvo el premio FIPRESCI a la Mejor Dirección.
Infobae conversó con la directora sobre su trabajo y sobre el modo en que consiguió filmar esta singular historia.
—¿Cómo conociste a las hermanas protagonistas de “Las cercanas”?
—Hace unos años estaba trabajado en una idea de ficción acerca dos hermanas ancianas. Pasé por la puerta de un McDonald´s y vi a Amelia y a Isabel comiendo juntas. Les saqué una foto porque me parecieron una buena referencia visual para la película de ficción que estaba escribiendo. Se intuía que eran hermanas. A los meses las volví a cruzar en la calle, venían tomadas del brazo. Les conté de aquella fotografía y ellas me contaron que eran gemelas, que vivían y vivieron toda la vida juntas y que en el pasado habían conformado un dúo de piano profesional. Fui a tomar un café con ellas y así empezó todo. No sé si yo las encontré a ellas o ellas me encontraron a mí, justo a tiempo para contar su historia.
—¿Cuándo te diste cuenta de que podían ser el centro de un documental?
—En ese primer encuentro tomamos un café las tres y ya me interesó mucho el vínculo entre ellas, la manera que tenían de complementar un mismo relato y el sentido del humor que manejaban. Sentí en ellas una aceptación conmovedora de los golpes que les había dado la vida y de las decisiones que habían tomado. Percibí mucha honestidad y fortaleza. También me conmovió el afecto que se tenían, ese afecto incondicional teñido de cierta intolerancia, lógico producto de la convivencia de toda una vida. Cuando después nos recibieron en su departamento, me encontré con ese retrato inmenso de ellas de jóvenes, el piano de cola y un ambiente en donde cada detalle manifestaba el paso del tiempo, otra época. Ahí sentí que las Cavallini y ese lugar eran únicos, y sentí la necesidad de hacerlos perdurar, de que la gente las conozca y las recuerde. También percibí en ellas una calidad de estrellas. No es fácil sostener una película como protagonistas. Pero Amelia quería ser actriz e Isabel quería ser una pianista de prestigio internacional. Esa ambición artística que conservaban las Cavallini a los 91 años también hizo que sintiera que nos podíamos embarcar juntas en una película.
—¿Cómo fue filmarlas? ¿Cuánto duró la filmación?
—La película nos llevó tres años. Pero con ellas tuvimos un tiempo limitado de filmación, por todo lo que se desató en el 2020, sumado a la avanzada edad de las protagonistas. Al igual que en mis dos películas anteriores, Las cercanas la hice con un equipo ínfimo, en todos los sentidos. La filmé con mi compañero y productor, Tirso Díaz. Si él no podía venir un día, una amiga se prestaba a ayudarme. Y muchas jornadas las filmé sola. No fue una filmación convencional, fue más una experiencia compartida en donde yo tenía una cámara en la mano. No existieron los planos, las repeticiones, ni la puesta en escena. Todo lo que sucedía en nuestros encuentros estaba por encima de la realización de la película. Si ellas me preguntaban algo en el medio de la situación más valiosa para la película yo contestaba, sin temor de arruinar imagen o sonido. Nunca di indicaciones de ningún tipo. Yo creo que de alguna manera la película la dirigieron ellas, yo sólo las seguía y obedecía. Coca trabajó muchos años en televisión y sabe mucho de cámara. Ella me comandaba mucho. Si me pedía que no filme, yo no filmaba. Si querían mostrarme algo, yo me acercaba. De alguna manera ellas la dirigieron y yo la edité.
—Hay momentos en que se las siente más formales, como si estuvieran recibiendo visitas. Pero en otros momentos hay explosiones genuinas, como lo del muñeco. ¿Cómo conseguís borrarte para que suceda algo así?
—Cuando filmo me dispongo a observar el mundo que las protagonistas me proponen. Me sumerjo en un estado de constante interés por su pasado, su presente, sus formas de vivir, pensar y sentir. Como si entrara en un viaje de empatía profunda, me pasa algo muy genuino. Quizás eso se percibe y de alguna manera desaparezco, me vuelvo una especie de espejo. El episodio del muñeco sucedió inesperadamente, fue muy al principio de la realización de la película, en mi segundo encuentro con ellas. Creo que mi presencia movilizó cosas y emociones que habían estado estancadas e invisibilizadas por muchos años. Y en esa movilización, sucedió lo del muñeco. Fue un momento extraño y difícil, pero que al mismo tiempo terminó desencadenando grandes alegrías posteriores en la vida de las protagonistas. Esa es la magia del documental, pasan cosas inesperadas, buenas y malas. Pero, como en la vida, a veces las cosas malas terminan siendo buenas y viceversa.
—¿Alguna de ellas llegó a ver la película?
—Cuando les propuse a Amelia y a Isabel hacer esta película mi sueño era que una sala llena las aplaudiera de pie. Me parecía que se lo merecían, como una revancha que la vida les daba. Pero vino la pandemia y se alargó todo. Lamentablemente Isabel falleció a comienzos del 2021 y nosotros recién estábamos en la instancia de edición. Amelia vive hoy en un hogar de ancianos. Como era esperable, la muerte de su hermana supuso un golpe tremendo para ella. También, cada año, a su edad, trae muchas desmejoras, sumadas a la pandemia que aceleró ciertos procesos vitales. Por estas cosas los especialistas recomiendan que Amelia no vea la película en donde está con su hermana. Aunque nos da tristeza, tenemos que respetar eso.
—¿Sentís que hay una continuidad con Las cinephilas?
—Si miro las dos películas de afuera, como si no las hubiera hecho, diría que hay mucha conexión. Sobre todo en la puesta en primer plano de mujeres que promedian los 85 años. Que esas mujeres sostengan ambos relatos completamente. Y también en la realización artesanal que comparten ambos documentales, en la intimidad que proponen. Como realizadora, supongo que las une también una búsqueda mía inconsciente, la búsqueda de referentes para mi futuro, o algo así. Pero la motivación de hacer cada una de las películas partió de un lugar bien distinto y para mi fueron viajes muy diferentes.
—¿De dónde surge tu vocación por retratar el crepúsculo de mujeres que aman el arte?
—Justo de eso que te comentaba antes. Creo que esta vocación surge de la búsqueda de referentes para mi propio futuro, es como una investigación de las posibles maneras de envejecer. Y creo que dentro de todas las posibilidades, hay una única certeza que tengo. Quiero envejecer en relación con el arte, con la fantasía, con un espíritu de permanente curiosidad y aprendizaje, de creación. Pero no de “la creación” en el gran sentido, sino de la pequeña creación cotidiana que tiene que ver con una forma poética de vivir.
*Estreno: Jueves 24 de febrero a las 19.30. Funciones: del viernes 25 de febrero al miércoles 2 de marzo, todos los días a las 17.30 y 19.30. Cine Gaumont, avenida Rivadavia 1635 CABA
FICHA TÉCNICA
Las cercanas (Argentina, 2021, 81 min)
Protagonistas: Isabel Cavallini y Amelia Cavallini
Guion, Montaje y Dirección: María Álvarez
Producción: Tirso Diaz-Jares Rueda y María Álvarez
Dirección de Producción: Agostina Bryk
Música Interpretada por: Isabel Cavallini y Amelia Cavallini
Fotografía y Cámara: Tirso Diaz-Jares Rueda y María Álvarez
Cámara adicional: Cecilia Atán
Consultoría de montaje: Sebastian Schjaer
Asesoramiento musical: Romina Dezillio
Dirección de sonido: Martín Grignaschi (MPSE) (ASA)
Colorista: Guido Tomeo
Postproducción y deliveries: Ariel Ledesma Becerra (SAE)
Gráfica: Martín Lehmann
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