Como en la película de Meg Ryan y Tom Hanks, pero con sabor amargo, angustiante, tristísimo, decenas y decenas de autores recibieron un mail importante en los últimos días. Era de SM, la editorial de literatura infantil y juvenil perteneciente al grupo homónimo español, que venía operando de forma completamente reducida desde hace tres años. La carta, firmada por el CEO Vitor Hugo Vicente —quien varias veces se disculpó por no dominar aún el castellano, según cuentan quienes lo trataron—, hablaba de libros.
“Como usted sabrá, lamentablemente —anunciaba Vicente—, debido la situación actual del país y de la economía global SM se ha visto obligada a cesar su actividad en Argentina, lo que afecta directamente la continuidad de la explotación de la siguiente obra por parte de nuestra compañía”. Luego, en ese mismo correo, la empresa le ofrecía a los autores retirar una cantidad específica de ejemplares sin costo, a la vez que les informaba que el resto de la tirada será destruida. Esto significa: miles de libros que no encontrarán sus lectores.
La historia empieza en julio de 2019 cuando SM anunció el cierre de su filial argentina. El saldo fue 90 despidos que, sumados a las desvinculaciones que hubo durante ese año, ascendieron a 180. El argumento de entonces fue el “momento complejo para el mercado educativo, junto con un contexto macroeconómico de una alta incertidumbre en el país”. Aún no había estallado la pandemia. Ese cierre quedó flotando en el aire durante tres años, aunque los despidos ya estaban efectuados, restaba saber qué ocurriría con los libros.
Verónica Sukaczer es una escritora que publicó varios libros en SM y que hace unos días recibió este mail. “Luego de los despidos de 2019 la editorial organizó una reunión virtual en las que nos prometió, a los autores que decidimos dejar nuestra obra, una transformación en el modo de hacer negocios, no el cierre. Esta transformación implicaba la llegada de la editorial Logos, que sumaría el catálogo de LIJ a su oferta educativa y se haría cargo a partir de entonces de la distribución, promoción y venta”, le cuenta a Infobae Cultura.
“Durante la pandemia las ventas de libros bajaron en todas las editoriales, pero en ninguna tanto como en SM”, agrega y sostiene que, “debido a esto, la falta de comunicación con la editorial y el hecho de que no me interesaba ser parte de Logos, yo venía pidiendo la rescisión de mis contratos”. Fue entonces cuando recibió el mail. “Algunos tendrán, tendremos, espero, la oportunidad y la suerte de llevar nuestros libros a otras editoriales. Pero gran parte de ese catálogo, que fue de los mejores del país, se puede perder para siempre”.
“Este es un capítulo, pareciera que final, de unos ires y venires que comenzaron hace tres años”, dice Oche Califa, otro de los autores implicados. “En ese entonces hubo una reorganización, se nombraron nuevos responsables. El año pasado incluso se nombró a una empresa comercializadora llamada Logos. Todo indicaba que todo iba a seguir pero evidentemente hubo una decisión que ha sido el retiro. Es una lamentable situación porque es una empresa editorial muy importante”, agrega el ex director de la Feria del Libro.
“SM está en dos ámbitos fundamentales del libro. Por un lado, es una textera, es decir, una productora de textos escolares con mucha inserción en el mundo de la educación. Y por otro, es además una productora de libros de literatura, sobre todo de lo que se llama literatura complementaria. Su canal principal de comercialización es la escuela. Esto significa la desaparición de un catálogo”, explica Califa y se lamenta por el anuncio que leyó en el mail: “La empresa no va a enviar los sobrantes a saldo, va a ser destrucción.Es una situación muy lamentable”.
El escritora Graciela Repún recibió el correo por algunos de sus libros, no por todos. Por eso, ante el desconcierto, dice: “Tengo que averiguar qué sucede”. “La situación me dio mucho dolor y también me preocupó que algunos no lo recibieran, que no todos estamos al tanto y además que teníamos muy poco tiempo para resolver qué hacíamos con los libros, que en algunos casos son pocos, en otros son muchísimo, hay de todo”. Su idea, dice, es “donarlos antes que los quemen o lo que sea que pretendan hacer con ellos”.
“El cierre definitivo de SM es un profundo dolor. Esos libros tenían mucha calidad, estaba el concurso de SM, y hemos tenido editoras inolvidables y maravillosas en esa editorial”, y suspira del otro lado del teléfono. Es que recuerda el devenir de aquellos textos. Uno, por ejemplo, fue elegido hace tres años para ser fue representado en el Salón Dorado del Colón. “Yo leía y un grupo de bailarines y músicos hacía un espectáculo alrededor de la historia. Para mí tienen una importancia fundamental esos libros”, sostiene.
En total, son alrededor de 250 autores, entre escritores e ilustradores, aunque no todos recibieron el mail: quizás lo reciban en lo que resta de la semana como ocurrió en 2019 cuando los telegramas de despido llegaban por tandas o tal vez sea una estrategia empresarial para dividir. Lo cierto es que el final de SM Argentina está decidido. Hoy prima la incertidumbre, pero también la organización: “Los autores estamos buscando la forma de agruparnos para comenzar las negociaciones e iniciar el traspaso de esos libros”, sostienen.
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