La ex bailarina Paloma Herrera renunció a fines de enero a la conducción del ballet estable del Teatro Colón atosigada por presiones de los directivos -de índole gremial- y por supuestas internas entre los propios artistas. Ahora dio detalles de los motivos de su salida y puso sobre la mesa como la excelencia artística está condicionada por la lógica del empleo público: “La compañía tiene 100 bailarines, pero bailan 50″.
“Renuncio porque no estaban dadas las condiciones para poder seguir y era yo la que tenía que dar la cara”, expresó Herrera. El 1 de febrero publicó en su cuenta de Instagram la carta dirigida a María Victoria Alcaraz, la directora general del Teatro, en la que hizo pública su salida del Colón. A fines de diciembre, la reconocida bailarina internacional mantuvo una reunión con Martín Boschet, director ejecutivo del Teatro, que fue el detonante de su decisión. “Me planteó algunas cosas que me sorprendieron; me dijo ‘mirá no sé si vas a querer seguir porque tengo estas condiciones’”.
Según detalló Herrera, Boschet le informó que ya tenía una lista de maestros para dar las clases, y había definido qué bailarines habían quedado como principales y solistas. “Es algo totalmente artístico, que se supone que elige la directora artística; es la primera vez que me pasa”, lamentó.
Además le dijeron que “tenía que usar toda la compañía completa porque no va a haber audiciones”. “Le dije ‘vos sabés que no me alcanza’, hay una compañía de 100 que bailan 50, ¿Cómo que no va a haber audiciones para que la gente de la escuela pueda hacer los refuerzos? Esto es atar con alambres”, protestó.
“Desde el primer día que asumí dije que necesito que se vea el tema de las jubilaciones, nunca se hizo y fui atando con alambres”, continuó. El foco del conflicto es que es una compañía estable en la cual “son empleados públicos, entonces tienen la jubilación a los 65″. “Tengo bailarines hasta los 65 años”, cuando “un bailarín en cualquier compañía del mundo está hasta los 40, 45 años, dependiendo de las lesiones”.
“Yo tuve que poner la cara ante lo bailarines, decirles quienes subían y quiénes bajaban de categoría. No voy a tomar esa responsabilidad, se va a levantar el telón y cómo hago para poner personas que no están a la altura”, enfatizó Herrera.
Además hizo hincapié en la preparación de los bailarines: “El ballet es super disciplinado, requiere tomar clases todos los días, que en el Colón no son obligatorias, y ocho horas de ensayo, pero en el Teatro tenemos tres”.
Al respecto, explicó que los bailarines de edad avanzada “no tienen ganas de venir al teatro”, mientras que “los que acaban de entrar” tienen “todas las pilas”. “Tengo la mitad de la compañía donde algunos quieren trabajar y otros no”, resumió. Desde su óptica, esta situación provoca que jóvenes talentos emigren de Argentina en busca de un futuro con oportunidades en el exterior.
“Siempre planteé como fundamental que los bailarines que no están en edad para bailar, o no están entrenados, dejen su lugar pero no que se vayan o que los echen, pero se tienen que ir con una jubilación, contentos y felices, y dejar ese lugar para otra gente que sino se va afuera”, expuso en diálogo con la señal Todo Noticias.
En este marco, insistió con que “es fundamental cambiar la ley de jubilación”. Los cambios propuestos por Herrera chocan contra una conjunción de factores: presiones sindicales, de los directivos, pero también de los bailarines, según reveló. “Me contestan que no se puede”, lamentó.
La ex bailarina principal del American Ballet de Nueva York manifestó que los cambios que propone en la jubilación implica que los bailarines “tengan que irse a los 40, 45 años”. “A algunos les va a gustar, a otros no”, reconoció.
Y agregó explicando los motivos de su renuncia: “Hay problemas de base, no puedo tener una compañía de 100 donde bailan 50, yo le tengo que dar posibilidades a la gente joven. Trato que las nuevas generaciones tengan lugar para poder bailar, trato de repetir lo que funcionó conmigo”.
Herrera aclaró que ella “no habla de política” pero que “necesitaba que los directivos me solucionen los temas de base para poder trabajar bien artísticamente, no tener las presiones de que tengo que darle un rol sí o sí a una persona”. “Acá no se puede elegir a los mejores, hay presiones, como hay bailarines estables se tiene que respetar eso...”, describió.
Esta situación, intuye que genera diferencias en el cuerpo de artistas: “Me imagino que hay internas entre los bailarines, hay gente con ganas de trabajar que quiere hacer la diferencia y hay gente que está cómoda porque saben que no los pueden sacar hasta los 65; entran y pasan a ser planta permanente”.
Tras cinco años, Herrera dejó la conducción del Ballet Estable del Colón. Aseguró que “tiene que pasar un milagro” para que revea la decisión. “Lucho para que estas generaciones no se ‘achanchen’; deben mantener la energía siempre, el bailarín es pasión, con el empleado público en el ballet no funciona, si es empleado público tiene que tener las herramientas para seguir inspirados y no perder esa magia”, concluyó.
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