Antonio Saborit, actual Director del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, investigó la vida y obra de Marius de Zayas, un personaje fundamental en la historia del arte moderno del continente. A tal punto, que le cabe un singular privilegio. “Marius de Zayas exhibió por primera vez a Picasso en Estados Unidos”, le dijo Saborit a Infobae Cultura sobre este artista gráfico, escritor y curador que difundió la obra de grandes artistas de su época. El próximo jueves 17, Saborit brindará la conferencia magistral “Vida y tiempos de Marius de Zayas, el mexicano que llevó el arte moderno a Nueva York”, en el Museo de Arte Latinoamericano (Malba).
Nacido en 1880, en la ciudad de Veracruz, Marius de Zayas, comenzó sus pasos en el mundo del arte como caricaturista en los periódicos locales, y años más tarde, se instaló en Nueva York donde conoció al fotógrafo Alfred Stieglitz. Junto a él, realizó varios viajes a París, en los que entró en contacto con referentes de las vanguardias artísticas de la época. En 1915, y tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, abrió Modern Gallery, una galería neoyorquina donde exhibió obras de Picasso, Picabia, Braque, Derain, entre otros, y luego, creó De Zayas Gallery. Sin embargo, en 1921 decidió cerrar la galería y dedicarse a escribir y viajar. Durante la tercera década del siglo XX fue el curador de la exposición de Picasso en Whitney Studio, así como de tres grandes exposiciones itinerantes de arte moderno.
Saborit trabajó largos años en la recopilación, traducción y edición de la obra de Marius de Zayas, compilada en distintos libros como: Un nuevo punto de vista sobre la evolución del arte moderno, Cómo, cuándo y por qué el arte moderno llegó a Nueva York, Crónicas y ensayos. Nueva York y París, Una visita a Marius de Zayas.
— ¿Cómo sucedió su hallazgo de la historia de este personaje tan relevante?
— Si te interesan en general la literatura y las artes en el tránsito del XIX al XX, y en particular, la caricatura, el arte negro africano –como se le llamaba entonces–, la poesía ideográfica, el ensayo, la fotografía, el arte moderno, las publicaciones periódicas de cada uno de los ismos, el teatro, la danza, el galerismo, tarde o temprano topas con toda seguridad con Marius de Zayas. Wolfe lo menciona en su canónica biografía de Diego Rivera, pero sin ir a fondo, a un lado de otro artista muy importante y apenas conocido, Walter Pach. Por ahí llegué. Olivier Debroise lo menciona un poco más detenidamente en su primer libro, Diego de Montparnasse.
Una visita a Marius de Zayas es la versión ilustrada –muy generosamente ilustrada, mejor dicho, con el talento del fotógrafo David Mawaad– de una charla que impartí sin ayuda, por cierto, de una sola imagen ante un grupo inusitadamente amplio de historiadores del arte en la Universidad de Granada y en la que ensayé una síntesis de la vida y obra de Marius de Zayas.
— ¿Qué rol tuvo la figura de Marius de Zayas en el arte moderno, según su opinión?
— Antes que nada está su obra como caricaturista y la que de la caricatura se deriva hacia sus carbones. Entre 1907 y 1914 prodigó sus carbones en un puñado de periódicos y revistas estadounidenses. En la página editorial y en la sección metropolitana de The World publicó a sus anchas, muchas veces a un lado del crítico teatral Charles Darnton. Lo mismo en revistas como América, As Others See Us y Puck. Marius de Zayas revolucionó la caricatura junto con Sem, Carlo de Fornaro, Max Beerbhom y Al Frueh, pero fue más lejos que ellos al recurrir al polvo de carbón y al raspón de la punta de grafito para borronear amplios pliegos de un delicado papel japonés y extraer de la nítida sociedad del negro sobre el negro, extraordinarias figuras y retratos. Estas piezas son aún más frágiles que las planas de los diarios en los que colaboró durante las dos primeras décadas del siglo XX. Y su calidad, desde luego, es fuera de serie.
— ¿En qué estilo podemos ubicar su producción artística? ¿Con quiénes se había formado?
— En 1906 Marius de Zayas tuvo oportunidad de trabajar en México con el caricaturista Carlo de Fornaro, quien ya había encontrado una manera propia para su línea. Pero me parece que aún más fuerte fue la influencia del sistema de producción de un diario industrial, como The World, y que sus alternativas tecnológicas y su ritmo de trabajo lo llevaron a ensayar soluciones sintéticas mucho más radicales. Pienso que la explosión de la fotografía artística, o mejor dicho los experimentos realizados por un fotógrafo como Paul Burty Haviland al momento de imprimir sus placas llevaron a Marius de Zayas a considerar de otra forma la dimensión y el tratamiento de la superficie de sus obras.
En 1911, sus reflexiones sobre la caricatura abstracta y relativa lo llevaron en París, a abstraer sus retratos en busca de plasmar estados del alma o la agitación del pensamiento y proyectarlos en algo que llamó psicografías.
— También, dedicó gran parte de su vida a la escritura, ¿verdad?
— Escribió en español, crónicas sobre Nueva York y París al inicio del siglo XX. En inglés y francés escribió con agudeza sobre el arte y los artistas de su interés, como Carrière o Rodin, o en su entorno inmediato, como Arthur B. Davis, Alfred Sieglitz, Pablo Picasso, Charles Sheeler, entre muchos otros, en revistas como Camera Work del mismo Stieglitz y The Arts de Forbes Watson. Y en inglés editó 291, un singular tabloide pre-dadá de cuatro páginas en el que, entre otras cosas, propuso, en 1915, su poesía ideográfica, su idea sobre la fotografía objetiva y su interés por el simultaneísmo –el cual influyó poderosamente en alguien como el poeta William Carlos Williams, dicho por él mismo.
— ¿Por qué afirma que Marius de Zayas llevó a Picasso a Nueva York? ¿Con cuáles otros artistas se vinculó durante su vida?
— Una anécdota puede ayudar. Al frente del novísimo Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Nueva York (MOMA), Alfred H. Barr Jr. se propuso establecer cómo llegaron a esa joven colección algunas de las pinturas. “Busca a Marius de Zayas y pregúntale”, le dijeron. Y eso hizo. Sobreviven algunas cartas entre ambos, fechadas en los novecientos treinta. Zayas vivía entonces a las afueras del pueblo de St. Paul-lès-Monestier, en Grenoble, a 600 km del Barrio Latino, y accedió a almorzar con Barr en junio de 1936 en un restaurante de París. De este único encuentro, Barr salió con un juego de la revista 291, obsequio de Zayas para el museo, y Zayas se llevó consigo la promesa de que algún día escribiría su propia versión de Cuándo, cómo y por qué el arte moderno llegó a Nueva York. Unos veinte años pasaron antes de que Zayas se pusiera a trabajar en el manuscrito de estas valiosas memorias profesionales. La copia al carbón se conserva en el archivo de Marius de Zayas, el cual existe en Sevilla gracias al cuidado de su hijo Rodrigo. A partir de ella, el propio Rodrigo de Zayas realizó su traducción al francés, publicada en 2020, y Francis M. Naumann preparó su primera edición en inglés, publicada en 1996. Esa misma copia fue la que usé al traducir Cómo, cuándo y por qué el arte moderno llegó a Nueva York, publicado en 2005. Marius de Zayas cuenta aquí el papel que, entre 1905 y 1918, jugaron en este episodio tres galerías insustituibles: la fundada por Stieglitz, The Little Galleries of the Photo-Secession, y dos más fundadas por Marius de Zayas: Modern Gallery y De Zayas Gallery.
Stieglitz accedió abrir su galería fotográfica al arte moderno gracias a la presión amable que ejerció desde París por su amigo y colega Edward Steichen. Y sin duda, las exposiciones más interesantes fueron por iniciativa de Marius de Zayas. Fue así que él, el artista como curador, se hizo cargo de exhibir por primera vez en Estados Unidos a Picasso o de exhibir estatuillas y urnas africanas, así como máscaras y figuras arqueológicas mexicanas, fuera del espacio de las salas antropológicas. Marius de Zayas le tomó cinco óleos cubistas a Diego Rivera y los exhibió en Modern Gallery, a donde también llevó obra de Modigliani y fotos de Paul Strand, entre muchos otros.
— ¿Por qué crees que su figura ha quedado en segundo plano dentro de la historia del arte?
— Tal vez porque no hemos puesto la debida atención en nuestros primeros planos, o lo que la idea misma de primeros planos puede imponer en el relato histórico. Por otra parte, me parece que al retirarse de la vida pública hacia los cincuenta años, cuando se fue a vivir al chateau de Rivoiranche, él mismo decidió que su silencio era cuanto merecía el entorno. La posteridad siempre lo tuvo sin cuidado.
— ¿Cómo impacta esto en el legado del arte latinoamericano?
— Marius de Zayas, ahora, es mejor conocido entre los artistas latinoamericanos más jóvenes. Pero me temo que no tenga una respuesta a esta pregunta en particular. Sí creo, en cambio, que en el momento en el que se atienda más detalladamente a las comunidades artísticas y literarias que desde este continente participaron en eso que se conoce como movimiento de vanguardia, en sus diversas sedes urbanas, se podrá apreciar lo que añadieron figuras como Marius de Zayas, Pal-O-Mar, Miguel Covarrubias, Matías Santoyo, Luis Hidalgo, entre muchos más, pero sobre todo se podrá reconstruir con mayor nitidez la fabulosa y bruna polifonía de los modernos.
* Antonio Saborit, brindará por primera vez en Argentina, una conferencia magistral acerca de la figura de Marius de Zayas, en el Malba, el 17 de febrero, a las 18 hs.
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