John Kirby, portavoz del Pentágono, dijo que Rusia podría atacar Ucrania “en cualquier momento” y desatar una guerra. Estados Unidos se mantiene alerta luego de la conversación teléfonica entre Joe Biden y Vladimir Putin, que no dejó “motivos para el optimismo”. Lo cierto es que este conflicto tiene unos cuantos años de historia. El periodista argentino Ignacio Hutin es uno de los que mejor conoce el trasfondo porque estuvo allí y lo narró todo en Ucrania. Crónica desde el frente, publicado por IndieLibros y exclusivo de Leamos.com.
Hutin viajaba por Europa; “dando vueltas”, dice. Un mes en cada país, salvo cuando algo le interesaba mucho, como en Serbia donde se asentó durante siete meses. Corría enero de 2017 y ya había acumulado mucho material, entrevistas sobre todo; no sabía qué hacer. “Una amiga me recomendó escribirle a Leo Mindez de Infobae. Ella había trabajado con él. Me dijo: ‘mandale algunas propuestas’. A partir de entonces empecé a moverme para buscar historias que pudieran convertirse en artículos y seguir viajando”.
Un ucraniano hincha de Boca como puerta de entrada
Fue entonces cuando pensó en Ucrania. Hacía años que quería conocer Chernobyl y esta ocasión era perfecta. “Sabía bastante sobre la guerra, sobre lo que estaba pasando en el Donbas, pero en ese momento la guerra se había quedado estancada a partir de los acuerdos de Minsk, septiembre de 2014 y febrero de 2015, y el tema había desaparecido. Yo quería saber cómo era esa guerra tan olvidada con dos repúblicas autoproclamadas a las que nadie les prestaba atención pero que de alguna manera eran de facto independientes”.
Lo que se conoce como Guerra del Donbas comenzó el 6 de abril de 2014. Las protestas prorrusas en Ucrania se intensificaron tras la adhesión de Crimea a Rusia y un conflicto que fue escalando hacia la lucha armada con dos fuerzas independentistas. Así nacieron las Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL). Además está Ucrania, claro, que en ese entonces presidente, Víktor Yanukóvich, cayó por importantes denuncias de corrupción y las consiguientes protestas.
Ambas repúblicas cuentan con su propia bandera, su propio gobierno, su propio ejército, su propio banco nacional y su propia liga de fútbol. Eso fue lo primero que preguntó Ignacio Hutin cuando llegó a Ucrania. Primero, a un ucraniano hincha de Boca que hablaba español. Segundo, a otro ucraniano que tenía un amigo que había formado parte del Ejército. Sacó el teléfono y dijo: “Tengo un argentino que quiere ir a Donetsk, ¿qué te parece?” La respuesta, del otro lado, fue negativa: que la ciudad de Donetsk no era peligrosa pero todos los alrededores sí.
El ucraniano le dijo cosas como que “los terroristas te van a secuestrar” o que “como extranjero no tenés ninguna chance” o que “nadie te va a ayudar”. Para entonces Hutin ya estaba compenetrado con su objetivo, estaba decidido a encarar su epopeya de corresponsal, y se dijo a sí mismo: “Si no puedo ir a Donetsk, voy a ir a todas las ciudades del Donbas, a todas las que sí se pueda ir”. De allí partió a Kramatorsk y empezó su intenso viaje. “Después, un poco accidentalmente, llegué a Donetsk”, cuenta.
De pronto se vio inmerso completamente: “Todo el tiempo estaba trabajando, moviéndome por ahí, contactándome con gente, haciendo entrevistas. Recopilé tanto material, y como era una guerra estancada, Infobae no me iba a publicar cien notas, entonces pensé en escribir un libro. Y ese libro llegó a tener un millón de caracteres, era larguísimo, con lo cual lo tuve que dividir y empezar a ofrecer de otra forma. Y así nacieron dos libros que casualmente se publicaron al mismo tiempo”.
Uno es Ucrania/Donbass: una renovada Guerra Fría, publicado por Areté. El otro es Ucrania: crónica desde el frente, editado por Leamos.com al que define como “mucho más personal, que tiene que ver con cómo llegué a la zona, qué es lo que vi y qué es lo que sentí”. “Estas semanas nos la pasamos hablando de esta guerra pero siempre con una visión externa, o desde Rusia o desde Estados Unidos o desde la OTAN o desde algún gobierno, pero se habla muy poco cómo vive la gente en esta zona. Me interesaba contar eso”.
Un ejemplo es Mariúpol, una de las ciudades más grandes de la provincia de Donetsk. “Muchas personas se mudaron ahí escapando de la guerra, de ciudades más chicas que habían sido afectadas. Entonces Mariúpol revivió de pronto porque tenía tanta gente nueva con tantos proyectos nuevos, entonces la ciudad se convirtió en un foco interesante. Es muy loco: una consecuencia positiva de una guerra”.
Múltiples trasfondos de una ¿guerra inminente?
“Hay dos trasfondos importantes”, dice Hutin del otro lado del teléfono sobre el conflicto del Donbas. Parece acomodarse en su silla, ponerse cómodo, hacer un pausada para explicar mejor todo. Poner blanco sobre negro. “Uno tiene que ver con el orgullo nacional. De alguna manera se juega el rol de Rusia intentando volver a ser una potencia como lo fue durante la Guerra Fría en ese mundo bipolar de la Unión Soviética y Estados Unidos. Rusia está intentando volver a ser esa potencia pero no puede porque ya no es la Unión Soviética y el mundo ha cambiado”.
“En principio, porque China creció muchísimo y porque el escenario es completamente distinto. Rusia está muy lejos de ser una potencia, al menos en términos políticos y económicos. Ahí radica el orgullo nacional de volver a ser. Putin tiene mucho que ver con eso: desde que asumió en el 2000 intenta devolver a Rusia a ese lugar preponderante de la política internacional. Esa es una parte: Rusia quiere mantener su esfera de influencia y ve que la está perdiendo con lo cual buena parte del conflicto actual tiene que ve con eso”.
“Otro aspecto -continúa Hutin- es el económico: la principal exportación de Rusia son los hidrocarburos, por ejemplo gas a la Unión Europea, es su principal proveedor. Hace unos cuantos años que Estados Unidos intenta venderle gas a la Unión Europea pero como está del otro lado del Atlántico tiene que ser gas licuado que viaje en barco: es muchísimo más caro. Por eso también Estados Unidos insiste en que Alemania no certifique el gasoducto Nord Stream 2, que está terminado, y que implica que Alemania reciba mucho más gas ruso y mucho más barato”.
“Obviamente le caga el negocio a Estados Unidos” dice el autor de Ucrania. Crónica desde el frente, “por lo cual Estados Unidos presiona mucho para decir que Rusia es malo, que el Nord Stream 2 es un arma geopolítica para chantajear y doblegar de la Unión Europea y que dependa cada vez más de Rusia. Pero al final del día son cuestiones de negocios. A Alemania le conviene tener este gasoducto, pero a Estados Unidos no”.
El mapa geopolítico que devela este conflicto
“Pensemos en el rol de China”, dice Hutin y propone imaginar que “a Rusia le impongan cientos de sanciones comerciales de parte de Estados Unidos, de la Unión Europea, de otros países aliados, lo que va a ser Rusia es dejar de comerciar con todos los que le imponen sanciones y pasar a comerciar cada vez más con China, acercarse cada vez más de forma política, comercial y militarmente. Eso va a fortalecer mucho a China. En ese sentido es una mala política la que está llevando adelante tanto Estados Unidos como la Unión Europea”.
“Las sanciones nunca hacen que un gobierno cambie de rumbo, y sobre todo uno autoritario como es el de Putin”, y pone de ejemplo a Cuba: “Tiene hace décadas un bloqueo y sin embargo eso no significó que Cuba cambie sus políticas. Simplemente se adaptó. Con lo cual las sanciones no sirven contra Rusia sino que son contraproducentes”.
Para el periodista, “el conflicto va a ser determinante para las relaciones entre Rusia y Occidente”, pero sobre todo “para los países que quedan en el medio. Ucrania es el caso más obvio. También Moldavia, Georgia, Armenia. Hay países como Bulgaria, que si bien son miembros de la OTAN y de la Unión Europea, tienen gobiernos que a veces miran hacia Rusia y que a veces miran a Occidente y que a veces son más nacionalistas y autónomos. Bueno, por eso Bulgaria tuvo tres elecciones el año pasado. Fue un poco como Israel: no podía formar gobierno porque nadie cree en la política búlgara, justamente por esta cuestión pendular. Estos países quedaron en el medio”.
Ahora, lo que en el breaking news ocurre con las movilizaciones de tropas últimas, “que tiene que ver con que todos estemos prestándole atención y debatiendo los reclamos y las demandas rusas, eso es muy bueno para Rusia, porque todos estamos hablando de lo que quiere Rusia y como quiere Rusia. Más allá de eso, movilizar tropas y que todo Occidente esté hablando de que Rusia va a a invadir y qué se yo afecta la influencia de Rusia, el poder blando de Rusia. Y eso no es fácil de reconstruir, es algo que se daña muy fácil”.
“La relación entre Rusia y Occidente es fundamental”, cierra esta conversación Ignacio Hutin y recuerda un reclamo de Rusia: “que Estados Unidos está incumpliendo una promesa que le hizo George Bush padre a Mijail Gorbachov en 1990 de que la OTAN no se iba a expandir hacia el este. Y la OTAN nació como una organización defensiva en el marco de la Guerra Fría con un Pacto de Varsovia. Sin Pacto de Varsovia y sin Guerra Fría la OTAN no tiene razón de ser. Si no hay un rival, ¿de quién se está defendiendo? ¿Para qué sirve entonces?”
“Esto para Rusia es un factor determinante porque siente que Occidente lo traicionó, que no cumplió con su palabra. Y esto tiene que ver con el orgullo nacional herido y que Putin tanto busco recuperar. Y eso, de alguna forma, es su mérito. Porque hoy estamos todos hablando de las demandas de Rusia en los términos que quiere Rusia. Putin devolvió a Rusia un lugar importante en el plano internacional. Más allá de todas las cosas criticables que pueda tener, por autoritario, por antidemocrático, eso es un mérito y por eso tiene tanto apoyo”., concluye.
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