Crisis de papel: cómo afecta la escasez del insumo básico a la industria editorial argentina

Hay problemas para imprimir libros. Editoriales independientes e imprentas denuncian trato desigual de la principal empresa proveedora de papel, que a su vez lo atribuye a una situación apenas transitoria. Para las multinacionales del mercado literario, no hay problema

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La impresión de libros sufre las consecuencias del auge del e-commerce. REUTERS/Juan Medina
La impresión de libros sufre las consecuencias del auge del e-commerce. REUTERS/Juan Medina

Paren las rotativas, la “crisis de papel” no es un nombre parecido a la popular serie española sino un flagelo que está poniendo en jaque a la industria editorial independiente argentina. Uno de los motivos de la falta del suministro vital para la impresión de libros es la escasez de papel ahuesado (bookcel, el preferido de las editoriales) junto con la mudanza al packaging, en épocas de la explosión del e-commerce, por parte de los fabricantes. ¿La caja mató la estrella del libro?

Se sabe que el papel como commodittie está complicado en todo el mundo desde que la pandemia pegó fuerte. Solo basta mirar hacia España cuando, a fines de 2021, se registró un aumento del 30% de la materia prima y derivó en una búsqueda urgente de importación desde los países nórdicos. En el país ibérico solo el 3% del consumo de pasta de papel se direccionó a los libros y apuntó hacia lo que realmente deja dividendos: el cartón para embalajes, producto estrella de la explosión planetaria del e-commerce. La marea que levantó ese tsunami financiero/papelero llegó a Argentina a comienzos de este año con la escasez del bookcel (60, 65 y 80 gramos) que por su alta opacidad, gran espesor, eficacia en la impresión y nulo desprendimiento de pelusa, es el elegido para novelas, cuentos y libros para niños, entre otras temáticas.

Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), que nuclea a casi 600 editoriales unipersonales e independientes del país, plantea el complejo momento que atraviesa la industria. “En los últimos 13 meses, hubo un aumento del 115% en el costo del bookcel, un 85% en el último año y, por otro lado, el valor de un libro se duplicó. Hoy para fabricar una obra de 170 páginas y con una tirada de 2000 ejemplares necesitás unas 30 resmas de ese tipo de papel, lo que significa una inversión aproximada de 150 mil pesos”, le dijo el ejecutivo a Infobae Cultura.

Por su parte, fuentes imprenteras razonan que ante este panorama de escasez no queda otra que mirar fronteras afuera de Argentina. “La tonelada de papel bookcel nacional ronda los 1.600 dólares mientras que el importado de Brasil se aproxima a los 1.400, precio similar al proveniente de Europa”, coincidieron los entrevistados. “En el exterior, el papel ahuesado está un 25% más barato”, agrega Gremmelspacher. ¿Esta diferencia monetaria justificaría una importación masiva de bookcel? No, solamente en cuanto a papel ilustración, que no se fabrica más en el país.

Esta problemática impacta de lleno en las editoriales independientes, que al momento de pedir presupuestos y enviar los archivos a imprenta, sufren las consecuencias. “No quedan claras las razones del desabastecimiento, tampoco sabemos cuándo o en qué medida esto se va a regularizar. El papel que usamos es estándar, nacional, pero ahora el más difícil de conseguir. Esto afecta no solo a la producción editorial, sino también a imprenteros, distribuidores, libreros, entre otros”, dijo Malena Rey, coordinadora de producción de la editorial Caja Negra.

Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro
Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro

¿Cuáles son las raíces de este entramado cultural-comercial? Varias. Por un lado, la posición dominante que ejerce la empresa Celulosa Argentina en el abastecimiento del producto. En otras épocas, la planta santafesina compitió ante Papelera Tucumán (lanzaron Tuc Book), Ledesma (líder en papel obra, que imprime su papel NAT, proveniente de la caña de azúcar) y Papel Prensa, con su versión bookcel. Pero todas naufragaron, menos C.A. Otro factor clave que influyó en esta crisis papelera, según los consultados en imprentas y editoriales, fue la escasa importación de alternativas viables (“hay que hacerlo muy por debajo del radar debido al lobby empresarial”, sostiene una fuente) o las vigentes trabas aduaneras e impositivas para la llegada de suministro europeo o brasileño. “Lo poco que se fabrica de bookcel se lo dan a las multinacionales”, se quejan desde una imprenta de renombre. “Y así se está secando la plaza para las editoriales chicas”, confía un editor desde el anonimato. “La fábrica nos trata de primera, nosotros estamos abastecidos. Averigüen que está pasando desde hace 2 años”, contrasta por su lado un alto directivo de uno de los grupos editoriales multinacionales.

La inminente 46­ª Feria Internacional del Libro (del 28 de abril al 16 de mayo en La Rural) es otro factor intimidante para el mundillo editorial, y la pregunta del millón es: ¿Qué harán? “Habrá un perjuicio importante en el retraso de las novedades (segmento primario para una feria masiva) o bien que un editor tenga que posponer colecciones ante la falta de insumos”, apunta Gremmelspacher. Por ende, el bookcel es algo más más que un bien preciado. “Está muy complicado, la semana pasada lo único que hice fue tratar de conseguir papel, quedé al borde de un sourmenage. Las distribuidoras te agendan los pedidos y no saben si lo van a conseguir. Aparece una bobina y tenés que agarrar lo que haya. Es más, lo que hoy me venden tarda de 10 a 20 días en llegar y no te lo facturan hasta cortarlo. O sea que reservás a un precio y cuando lo recibís, pagás otro”, expresan, con reserva, desde una imprenta.

La tradicional Feria de Libro de Buenos Aires, del 28 de abril al 16 de mayo, volverá a ser presencial en su edición 2022
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La madre de todas las batallas, como siempre, es la inflación. Según las fuentes consultadas por Infobae Cultura, el precio del bookcel aumenta un 10% cada 50 días. “No hay existencia en plaza de este tipo de papel y eso complica la producción editorial. A partir de enero empezó a ser una crisis profunda y la última vez que pudimos comprar papel desde Brasil fue en diciembre, luego se cortó”, confían desde otra imprenta líder. Jorge Martínez Falino, gerente comercial de Celulosa Argentina, pone paños fríos a la situación. “Estamos atrasados con las entregas por la bajante del río Paraná como así también por la falta de empleados afectados por el COVID. Esto generó una sobreventa y conflicto en las entregas. Eso sí, siempre seguimos fabricando bookcel aunque en 2020 tuvimos discontinuidad por la impresión de boletas para el Censo 2022″, informó a Infobae Cultura.

El directivo expresó, además, que el packaging fabricado por la firma es muy inferior al 50% de producción que denuncian desde algunas editoriales independientes. Algo que realmente pondría en jaque a la industria del libro. “Hoy estamos fabricando bookcel al mismo ritmo que en 2019 y el doble que el año pasado. Creció tanto la demanda de este papel que estamos unas dos semanas atrasados en la entrega de pocas toneladas (N. de la R: no puntualizó cuántas). Es más, detuvimos la exportación de este producto, que en parte utiliza Penguin Random House, para poder cumplir con el mercado local”, se defiende Martínez Falino.

El directivo reconoce que las editoriales chicas tienen un poco más de faltante pero que “se están acomodando” y que en una semana o dos, todo se va a solucionar. “También existió una demanda agregada por elecciones y por la licitación de libros de texto por parte del Ministerio de Cultura”, detalló acerca de la compra de seis millones y medio de libros escolares por parte del Estado, que se distribuyeron entre diciembre y enero en las escuelas.

Celulosa Argentina es la principal proveedora de papel en el país
Celulosa Argentina es la principal proveedora de papel en el país

Por su parte, desde la Cámara Argentina del Libro (CAL) están que trinan y son lapidarios respecto de la situación. “Bookcel no se consigue en ningún lado, un editor amigo pidió 500 resmas a comienzos de enero y aún las está esperando. Sabemos que la pandemia afectó la llegada del insumo, esperemos que en breve se solucione este problema de desabastecimiento, sumado al serio problema de logística que se acrecentó: lo que tardaba dos semanas en llegar al país hoy puede demorar hasta 60 días”, enfatiza Gremmelspacher.

Ante el grito en el cielo de los editores independientes, la CAL se reunió el lunes último con Antonio Mezmezián, subsecretario de Políticas para Mercado Interno. “Les contamos la problemática, nos pidió datos acerca de la demanda de papel solicitada, números del mercado, y nos contesto que verán que pueden hacer. Aún no tenemos una fecha de reunión futura asignada ni tiempos de respuesta aproximados”, dijo. A la vez aclaró que no hay conflicto en cuanto a los cobertores de tapa o interiores de las obras, en donde se utilizan cartulinas.

Con el retorno presencial de la Feria del Libro sumado a la demanda editorial para textos escolares, el cuello de botella papelero agudiza la crisis. Flota la pregunta: ¿Cómo repercute este bookcel gate en las grandes editoriales? Ante las consultas de Infobae Cultura no se obtuvo respuesta. “Las grandes compran directamente a la fábrica y están abastecidas. Este último año hubo un incremento de venta y subió la demanda de bookcel”, declaró Antonio Moya, gerente comercial de la firma Hutton, propiedad de Celulosa Argentina -que junto con Papelera Pergamino, dominan la distribución de la materia prima editorial. Además, el directivo justificó la brecha con el mercado indie: “la variante Omicron del COVID nos causó un bache de personal en planta de unos 10 días que a su vez repercutió en la posterior distribución del insumo. Para la semana que viene volveremos a los niveles normales de stock y llegada a nuestros clientes”.

Por último, desde la Cámara Argentina de Publicaciones, que nuclea a las 55 editoriales de mayor tirada del país, sintonizan con Celulosa Argentina y contrastan vehementemente con la visión apocalíptica de la Cámara Argentina del Libro. “No tuvimos ninguna queja de nuestros socios acerca de la falta de papel, es más, sabemos que las grandes editoriales cuentan con bookcel”, aporta una fuente de dicha entidad, que prefiere el anonimato. Esta historia continuará.

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