En El corazón del daño, un libro escrito en clave autobiográfica, hay un doble juego: por un lado, la narradora muestra de qué modo llegó a ser quien es reconstruyendo su pasado y ciertos hechos que la moldearon, sobre todo en relación con su madre, con quien tuvo una relación compleja; y por el otro, cómo se construye a sí misma como lectora y escritora, en donde es el lenguaje el que aparece en primer plano. Como diría Silvia Molloy: el lenguaje es la única forma de la que dispone para ver su existencia. No solo se apropia y reescribe a sus escritores favoritos (Vallejo, Celan, Gelman, entre otros), sino que se apoya explícitamente en citas que otros, los grandes escritores que la formaron, dijeron antes que ella. Como el libro vacío de Edmond Jabès, queda al desnudo una herida sin edad, que es a la vez el nacimiento de la pasión por la escritura y el comienzo del hambre.
María Negroni recupera su pasado pero es como si volviese a la casa de su infancia y no quedara claro si la casa fue demolida para edificar algo nuevo en su lugar o si fue reconstruida hasta volverse irreconocible.
Como el hermoso Diario de duelo de Roland Barthes, en este libro hay también un homenaje a la figura de la madre, no solo la propia sino que aparecen formas de construcción (o para ser más precisos: de deconstrucción o desidealización) de la figura materna.
Conviene tener un lápiz a mano porque es imposible evitar subrayarlo o releer dos veces las frases. Es un libro ideal para sumergirse en la constelación de autores en los que Negroni se inscribe y a la vez deslumbrarse con la crudeza y desnudez con que la narradora expone los hechos de su vida íntima.
* Nurit Kasztelan es poeta, editora y librera en Mi casa. Su último libro es Después (Caleta Olivia, 2019).
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