Alfredo Arias y Juan Gatti: una charla imperdible que va de Andy Warhol a la cultura Instagram

El realizador y el diseñador-fotógrafo, claves en la vanguardia artística argentina desde fines de los 60, presentan su película “Hello, Andy?” todos los domingos de febrero en Fundación Proa

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Alfredo Arias y Juan Gatti presentan "Hello, Andy?" en Fundación Proa, todos los domingos de febrero  (Foto: Franco Fafasuli)
Alfredo Arias y Juan Gatti presentan "Hello, Andy?" en Fundación Proa, todos los domingos de febrero (Foto: Franco Fafasuli)

El verano no descansa en Buenos Aires y en un rincón del barrio de la Boca, dos relevantes personajes de la cultura argentina del último medio siglo bromean –más bien ironizan, fieles a su estilo– en cada uno de los momentos de su diálogo con Infobae Cultura. El diseñador, fotógrafo y artista visual Juan Gatti y el actor, director y artista multimedia Alfredo Arias son parte de la vanguardia de fines de los años 60 del siglo pasado que mantiene su vigencia modernista hasta el presente. A tal punto que la razón de este encuentro, específicamente, es que desde este sábado y todos los domingos de febrero, a las 18 en la Fundación Proa, se proyectará la película Hello, Andy?, un film de Arias e Ignacio Masllorens, animado por Gatti y protagonizado por Alejandra Radano.

Este proyecto audiovisual que comparten Gatti y Arias, en verdad, arrancó tiempo atrás y tiene un antecedente. A fines de 2019, también en Proa, Arias puso en escena una performance de su autoría, con Radano en la piel de la mítica diva de Hollywood de los años 40 y 50 Joan Crawford. Aquel monólogo de una actriz que desesperadamente quiere ser modelo de Andy Warhol para una serie de serigrafías –las de Elizabeth Taylor, nada menos– desembocó en esta película que, además de Airas y Radano, ahora incluye la destacada firma de Gatti a cargo de las animaciones y demás oropeles audiovisuales (marca registrada, ya se sabe de sus participaciones en las películas de Pedro Almodóvar).

"Hello, Andy?" es un film de Alfredo Arias e Ignacio Masllorens, animado por Juan Gatti y protagonizado por Alejandra Radano
"Hello, Andy?" es un film de Alfredo Arias e Ignacio Masllorens, animado por Juan Gatti y protagonizado por Alejandra Radano

La excusa del encuentro para la entrevista conjunta en la hermosa terraza de la Fundación Proa, con vista a la postal boquense por excelencia –privilegio compartido con los cuadros de Quinquela Martín y el mítico estadio de fútbol La Bombonera- es Hello, Andy?, pero claro: hablar con Arias y Gatti es sumergirse en una conversación que va mucho más allá. Estos dos notorios artistas argentinos que residen en Europa desde hace varias décadas –Gatti en Madrid, Arias en París– tienen mucho para decir del arte y la cultura global, de cine, teatro y música, del Di Tella, de Damien Hirst, de Warhol, por supuesto, y también de Instagram y la epidemia de las selfies, entre otros temas. Todo tamizado, como se advirtió al principio de este texto, por el humor sardónico que destilan en cada frase. Un placer y un ejercicio exigente para el entrevistador, por cierto. En verdad, la entrevista deja paso al diálogo y al intercambio de ideas entre los protagonistas. Lo mejor es escuchar y luego, solamente, transcribir.

Así es que, por ejemplo, Gatti arranca bromeando sobre su famosa creación de la tapa irregular del disco Artaud de Pescado Rabioso (el gran disco solista de Luis Alberto Spinetta para todos los tiempos). La mención al Artaud de Spinetta no es algo que le caiga simpático a esta altura del partido, tanto como hablar de las películas de Almodóvar en las que plasmó su impronta artística y visual. Ambos temas lo tienen un poco cansado, se nota. Pero igual sonríe frente a los comentarios elogiosos que vuelven una vez más sobre la ruptura estética que significó ese arte de tapa “deforme”, por llamarlo de alguna manera. “El sobre interno del disco lo quise hacer como un prospecto médico. Cuando se hizo la reedición en vinilo volví a sorprenderme con el resultado. Tenía 23 años, cuando era inteligente, después fui empeorando…”, dice con un guiño pícaro. “Él es muy coqueto”, aporta Arias en la misma línea irónica. “Dice eso para que le digan que cada vez es más genial”.

Fotograma de "Hello, Andy?"
Fotograma de "Hello, Andy?"

—¿Cuánto hace que se conocen?

—Juan Gatti: Ayer hicimos el cálculo y ¿cuándo fue?

—Alfredo Arias: Debe ser 1972, 73… Juan hizo el afiche y los programas para un espectáculo que estábamos haciendo en Francia.

—Ah, no se conocieron en Buenos Aires.

—J. G.: No. Yo lo conocía a Alfredo porque él ya era un ídolo de multitudes… (risas)

—A. A.: Perdón, con Juan hay que estar dispuesto a todo…

—J. G.: Teníamos muchos amigos en común.

—A. A.: El espectáculo se llamaba Notas y Virgen, eran dos obritas. Pero ya sabía de la impecable trayectoria de Juan, sus constantes triunfos (risas). No, pero la cuestión es que soy sincero porque pensamos que compartimos una pasión, un gusto, un placer de ciertos aspectos de la cultura. Y nos divierte y nos da ganas de seguir viendo que hay más allá de una idea que planteamos. Y entonces siempre es estimulante, porque por ejemplo recién fue la primera vez que acabamos de ver la película entera en pantalla. Es muy emocionante, es un trabajo precioso realmente.

Alfredo Arias y Juan Gatti en uno de los espacios de la Fundación Proa (Foto: Franco Fafasuli)
Alfredo Arias y Juan Gatti en uno de los espacios de la Fundación Proa (Foto: Franco Fafasuli)

—J. G.: Es un work in progress desde que empezó. La idea de Alfredo se transformó en un monólogo, luego se transformó en una obra de teatro y luego en una performance, que a su vez se transformó en un film.

—A. A.: Lo que pasa es que forma de filmar de Ignacio Masllorens ya sugería una cosa cinematográfica. Ignacio no filma teatro, es decir, él trabaja en el espacio con la cámara, tanto de una manera frontal como de una manera cinematográfica. Así que el material ya tenía una posibilidad de volverse cine.

—J. G.: Era como una orquesta, a la que cada tanto se va agregando un instrumento y va creciendo y va creciendo… A pesar de nosotros mismos, inclusive.

—A. A.: En el fondo, la idea de esta experiencia era de ver cómo se podían transgredir los límites de la representación de una cosa frontal. Digamos, el teatro es una evocación metafórica: uno dice “esto es un castillo” y la gente lo imagina. El cine tiene la posibilidad de ir a buscar esas imágenes o de reinventarlas. Era interesante ver, a través de la mirada de Juan, cómo lo que había en el texto se revelaba desde un punto de vista visual y de fantasmagoría cinematográfica. Y eso lo hizo explotar en muchísimas direcciones diferentes. Porque no es solamente cine, es gráfica, es pintura, es fotografía, es teatro, es literatura.

—J. G.: Tiene una carga emocional muy potente.

—A. A.: Sí, porque se habla del ocaso… Se habla de la sobrevivencia de esa mujer que trata, a través de la obra de un artista, encontrar una continuidad de su propia vida. Entonces, de alguna manera hay algo que nos trabaja a todos, es decir, cuándo es que llegamos al ocaso y quién nos va a salvar. Porque está esa cosa bastante cruel que es decir que un artista ya hizo su ciclo y se terminó. Y lo que hizo es viejo y ya no sirve.

—J. G.: La verdad es que me ha divertido muchísimo el proceso de hacer esto.

Fotograma de "Hello, Andy?"
Fotograma de "Hello, Andy?"

—¿Habías hecho algo así?

—J. G.: No, nunca. Porque, en general, yo trabajo solo. Pero esta vez había una cosa que me gustaba, que me parecía lo más excitante, que era mandarte cosas para ver qué te parecían… (lo mira a Arias) Así trabajaba también un poco como para sorprenderlo (risas).

—A. A.: Cada vez era un regalo. Además, como decía, iba descubriendo algo que estaba oculto, que estaba latente ahí y de pronto verlo representado por la magia de él era muy bueno.

—J. G.: Tenemos cosas en común y hay un entendimiento, pero además está la sorpresa.

—A. A.: Juan tiene un punto de vista muy personal y único. Hay una cosa de la película que es absolutamente genial… Es cuando ella le explica a Warhol que para hacer una serigrafía hay que hacer una foto de fotomatón, y después Juan ilustra cómo una foto de fotomatón se vuelve una serigrafía de Warhol… Sinceramente, me parece que ahí es cuando el mago sacó el conejo de la galera.

Alfredo Arias y Juan Gatti viven en Europa desde hace varias décadas (Foto: Franco Fafasuli)
Alfredo Arias y Juan Gatti viven en Europa desde hace varias décadas (Foto: Franco Fafasuli)

—Ustedes dos son bastante contemporáneos de Warhol. ¿Lo conocieron, lo vieron?

—J. G.: Lo conocí en Madrid. Una vez que hizo una exposición, y me lo presentaron. De cualquier forma quiero desmentir esos rumores que hubo, que tuve que ver con él, de un romance entre nosotros… Eso es una mentira de la prensa (risas).

—¿Les gusta su arte?

—J. G.: A mí sí. Me gusta mucho, más que nada, la relación que tuvo con el comercio y el arte. Eso me parece que lo hizo de una forma muy interesante. Él empezó como artista comercial y creo que nunca lo dejó de ser.

—A. A.: Me parece que con el tiempo, como Walter Keane, se volvió un artista para poner sus obras encima de los sofá… Él simplificó todo ese sacrificio del pintor de caballete y demostró que se podía ejercer de una manera totalmente inmediata y así satisfacer el narcisismo de la gente que se quería ver retratado por él.

—J. G.: Y cobrar lo máximo con el menor esfuerzo. Yo digo: ¿Por qué no se me ocurrió una cosa así a mí? (risas). En sus comienzos era muy buen dibujante, también hizo mucha publicidad y diseñaba las vidrieras de Macys, por ejemplo.

—A. A.: Yo pienso que el fenómeno de la Factory –crea un grupo y todo eso– es un poco lo que pasó en el Di Tella acá en Buenos Aires. Era un momento propicio para la situación comunitaria, donde, digamos, la expresión de todos se hacía en una sola obra y de alguna manera él haciendo cine…

—J. G.: Es que en su caso, tanto como en el Di Tella, fue una cosa más social que artística.

Alfredo Arias y Juan Gatti en la terraza de la Fundación Proa (Foto: Franco Fafasuli)
Alfredo Arias y Juan Gatti en la terraza de la Fundación Proa (Foto: Franco Fafasuli)

—A. A.: Ahora es más difuso todo eso, ¿viste? Está todo más kardashianado… (risas).

—J. G.: El arte es una inversión. Tiene que ver más con el mundo inmobiliario que con el artístico. También hay gente interesante, como Damien Hirst. Se caga de risa de todo eso. Lo conozco bastante y él es como un hooligan, que se está cagando de risa con lo que genera… Me parece que en cierta forma es revolucionario lo que está haciendo. Cuando hizo esa exposición donde puso las máquinas de pintar, y cada uno hacía su cuadro y… ¡Él cobraba! (risas).

—A. A.: Bueno, es poner en evidencia un juego que está ahí… Parece que Hirst entendió la estupidez humana.

—Es bueno hablar de estos artistas para comprobar que ustedes no sienten nostalgia por el tiempo pasado del arte, por ejemplo…

—A. A.: Es que no me gusta para nada sacralizar el pasado. Es una manera de ponerse necio. Sea como sea, incluso si uno considera que todo lo que estamos viendo es de un gran cinismo y que en otra época éramos todos monaguillos… (risas).

—J. G.: Y además también hay una cosa… Y es que en cierta forma en este momento se canoniza el mamarracho. Lo que está pasando en la moda, por ejemplo, es trágico. Desde que se inventó el iPhone todo el mundo piensa que es fotógrafo. Revistas como Vogue o Harper’s Bazaar parecen hechas en Instagram.

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