El Bajo Belgrano acaba de sumar una nueva propuesta sobre la calle Sucre. No es otro reconocido chef quien abre sus puertas en la zona, sino el coleccionista –y galerista debutante– Alejandro Correa, que por estos días ofrece un menú irresistible para el paladar artístico. En una vieja casona del barrio, el flamante espacio Ciclo invita -con turno previo- al público y a los potenciales compradores a recorrer la muestra Fondo y Figura: Aira, Borges y Peralta Ramos, que en torno a estos tres íconos culturales reúne una serie de obras de artistas contemporáneos y de vanguardia, objetos y escritos que configuran una trama de relaciones con áreas de influencia en común, más allá de las épocas.
“La idea es que no sea un espacio tradicional de exhibición sino que tenga un poco más de vida y pueda parecer una casa. Apostamos a narrativas, a poner en contexto a los artistas en sus relaciones, sus intereses y derivaciones”, le dice Correa a Infobae Cultura. El nombre de la galería es un homenaje a la revista Ciclo, editada en 1948/49 por Aldo Pellegrini, Enrique Pichon Riviere, Elías Piterbarg y Tomás Maldonado, cuyo lema era: arte, literatura, pensamiento modernos. Ese borde difuso entre la palabra y la pintura es lo que se propone destacar este espacio artístico y su primera muestra.
Uno de los mayores atractivos para quien la visite son los tres cuadros que César Aira pintó y expuso en la galería Belleza y Felicidad, allá por 2003, los únicos que se le conocen hasta la fecha. “Según mi modesta mirada son muy lindas pinturas. Él dice que son como un experimento o un juego, pero evidentemente tiene muy buena técnica. Aira siempre ha contado que se preparó toda su vida para ser escritor, pero que cuando descubre a Duchamp se da cuenta de que la ruptura que hizo dentro de las artes visuales cambiaba todo el espectro del arte y la literatura no podía ser la misma”, dice Correa, quien destaca al prolífico autor nacido en Pringles como “un claro ejemplo de cómo un escritor puede ser un artista conceptual también”.
La zona de contagio entre la literatura de Aira y el arte contemporáneo argentino cobra visibilidad en la galería a través de algunos nombres que lo acompañan. Hay obras de Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, las creadoras de Belleza y Felicidad, como también de Alfredo Prior, Sebastián Gordin y Fabio Kacero, sobre quienes además escribió. Algunos dibujos de Nahuel Vecino que ilustran uno de sus títulos recientes, Haikus, y una pintura de Daniel García, quien ilustró las tapas de su colección publicada con la editorial rosarina Beatriz Viterbo. La obra escrita del autor de Váramo también está representada con varios ejemplares de sus cientos de publicaciones y a través del enlace con dos de sus influencias llevadas al ensayo: hay un retrato de Alejandra Pizarnik por Anatole Saderman y están las pinturas de Roberto Plate de la obra El uruguayo, de Copi.
“Cuando uno se concentra en la figura pierde noción del fondo. Nosotros creamos un antimedio para poner el fondo en el primer plano”, explica Correa para señalar cómo están armadas las piezas de esta exhibición. Borges es para el galerista el adn sobre el cual comienzan a desplegarse estas narrativas divergentes y entrelazadas. A partir de sus vínculos con la escena artística y literaria se descubre un mundo tan vasto como su aleph. Dentro de la circunferencia alojada en la casona del Bajo Belgrano pueden caber un tapiz de Norah Borges como un retrato del autor de Ficciones con el sello de Saderman, o una pintura de Sonia Thomsen, que retrató con sus pinceles a Graciela Borges, sin parentesco real con el escritor pero a quien le debe su nombre artístico.
El planeta Borges contiene además fotos y documentos de Luisa Mercedes Levinson –con quien escribió “La hermana de Eloísa”, un relato que eludió sus Obras completas–, una pintura de Silvina Benguria, monocopias de Juan Batlle Planas realizadas con un procedimiento automático del cual se presenta el artificio, y un ejemplar de El Congreso, un cuento largo de El libro de arena que publicó por separado El Archibrazo, la imprenta y editorial artesanal de Juan Andralis. Tanto Batlle Planas como Andralis –su discípulo– iluminan los vasos comunicantes de Fondo y figura. El primero, por ejemplo, ilustró algunas obras de Levinson y de Borges; y via Pizarnik –su alumna– se puede seguir el camino hacia Aira.
Andralis, que fue íntimo amigo de Peralta Ramos, es presentado en el instagram de la galería como “un secreto que Ciclo devela”. De joven se fascinó con el surrealismo y viajó a París, donde se integró al grupo de André Breton. El catálogo de Ciclo incluye una foto del colectivo tomada por Man Ray en 1953, en la que asoma este argentino de bajo perfil junto a Breton, Max Ernst, Alberto Giacometti, Wilfredo Lam y el fotógrafo estadounidense. El ideólogo francés le organizó una muestra grupal con Ernst y Leonora Carrington, pero al poco tiempo dejó de pintar y regresó a la Argentina, donde empezó a diseñar los catálogos del Di Tella junto a Juan Carlos Distéfano. Luego armó su imprenta en la que editó a Borges y a Darío Canton, entre otros, como también –junto a Mario Pellegrini– a autores que influenciaron o fueron influenciados por el surrealismo, como Sade y Artaud, a través del sello Insurrexit.
La exploración de los bordes entre la palabra y la pintura no puede dejar ausente a Federico Manuel Peralta Ramos, quien comenzó su carrera como artista plástico y trascendió como artista conceptual, en buena medida por su poderosa síntesis verbal. Además de textos y otros documentos del excéntrico marplatense, los que se acerquen a ver la muestra encontrarán obras de Pedro Roth, Pier Cantamessa y Julián Borobio, los demás integrantes del Grupo Cruz del Sur del que formó parte. “No éramos un grupo, éramos un ser muy grande”, los definió alguna vez Roth, una frase que le quedó grabada a Correa. “Peralta Ramos tenía su propia visión y su talento, pero toda esta gente con la que se reunía influía en su obra. Todo va permeando y luego transformado y modificado se va haciendo obra personal”, dice el galerista.
Ciclo alberga otra sala en la que resuena este campo de fuerzas, pero que además guarda un significado más personal para Correa. En ese espacio irá agregando un conjunto de piezas y materiales que dan cuenta de Le Chevalet, el mítico bistró francés de Boto Jordan que en pleno estado de sitio se convirtió en el primer bar punk de Latinoamérica. Fue el mismo galerista junto a su hermano Juan Pablo quienes le propusieron a Jordan llevar músicos para animar las noches del restaurante. En ese reducto precursor del under de los 80, frecuentado entre otros por Peralta Ramos, debutaron Los Violadores y Andrés Calamaro con su Elmer’s Band, aunque su actividad duró poco por el constante asedio de la policía.
Fondo y Figura se puede visitar los jueves de 16 a 19 h en Sucre 1073 (CABA), con cita previa a través de sus redes (@galeriaciclo en Twitter y en Instagram).
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