En los últimos años los museos del mundo comenzaron a desplegar retrospectivas y muestras corales de artistas mujeres, al calor de los cambios sociales. Esto significó también la publicación de muchas obras donde se realiza una recuperación de estas artistas que, en muchos casos, habían desaparecido del canon del arte o colocadas en un peldaño inferior con respecto a sus contemporáneos hombres.
En los 80, las Guerrilla Girls preguntaban: “¿Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en el Met Museum?” Y es que solo un 5% de las artistas expuestas eran mujeres, mientras que el 85% de los desnudos expuestos eran femeninos, mientras que en el Prado solo 7 de los 1.700 cuadros colgados estaban firmados por mujeres, un patrón que se repetía en los museos de todo el planeta.
En 2020, Artemisa Gentileschi tuvo su gran retrospectiva en el National Gallery de Londres, la primera sobre una mujer del Barroco o el Renacimiento, el Kunstpalast de Dusseldorf dedicadó una Angelica Kauffmann, el Prado organizó su Invitadas -no sin cierta polémica- y en el Bellas Artes de Argentina se desarrolló El canon accidental, por citar algunos ejemplos, y hoy, los libros sobre artistas se multiplican. Infobae Cultura realizó una selección de 4 obras que abordan el tema desde diferentes perspectivas: en primera persona, a través de la ficción y también desde la mirada historiográfica.
En La mujer pintada (Lumen, 2021), Arijón realiza un recorrido historiográfico con toques de ficción de modelos y artistas, de las que aparecen tanto en el lienzo como en la producción de interesantísimos cuadros que componen un puente entre el Renacimiento y la contemporaneidad.
Allí, por un lado, subleva eso que por siglos se llamó musa, la mujer que hace posible al hombre crear belleza, convirtiéndola en objeto, o artistas que fueron menospreciadas en su momento o, en caso de destacarse, luego fueron olvidados para la construcción de un canon patriarcal.
Pero Arijón no denuncia ni enuncia, sino que teje a partir de una serie de textos individuales un funcionamiento de doble hélice, en el que se ingresa a la vida recreada o a pequeñas anécdotas de aquellas silenciadas, como asiste a lo autobiográfico, porque Arijón, además de poeta y traductora, fue una de esas musas, de esas modelos, fue una mujer pintada.
Así, las historias, las ajenas y personales, parecen mezclarse en un compuesto nuevo que es una y todas a la vez, yendo más allá de lo recreativo, de la recuperación de la figura que podía encontrarse en tantos libros de historia, y generando una complementación que forma un cuerpo único.
“Para los espectadores, para el público la modelo siempre fue un poco un misterio, una desconocida, una anónima, salvo en casos como la Mona Lisa que ha cobrado esa fama, para mí insólita”, dijo Arijón a Infobae Cultura.
Entre las modelos se encuentran Henrietta Moraes, Margherita Litu, La fornarina; Carmen Gaudin, Virginie Gautreau, Madame X, y la lista sigue, pero también pintoras de ayer, como Sofonisba Anguissola o Suzanne Valadon, y de hoy, que se especializaron en mujeres, como Clia Newton o Aleah Chapin, por nombrar algunas. El único debe del libro es la ausencia de imágenes de las obras nombradas, por lo que en algunos casos hay que tener el smartphone a mano para acompañar la experiencia.
Arijón une puntos inconexos colocando su propio cuerpo como canal, como mapa, para revelar lo que no se dijo, lo que no se dice, para sacar el velo del romanticismo a un trabajo duro e incómodo, de situaciones hostiles, que termina siendo definido bajo la cuestión de la musa.
“Escribo sobre lo que significa estar ahí, el sacrificio que es, como a veces fueron consideradas por los artistas y en otras ocasiones fueron casi hasta torturadas por la indiferencia o la locura. Pero también hay mujeres que se pintaron así mismas, de distinto poder adquisitivo lo cual también cambiaba un poco el estatus de lo que hacían”, explicó la autora de Alibí, Poemas y animales sueltos, y Óstraca, y que fue parte de la revista 18 whiskys y en 2013 obtuvo el Premio Konex en la categoría Traducción, y tiene en su haber a autores como Clarice Lispector, Virginia Woolf, William Shakespeare y Tennessee Williams, por nombrar algunos.
En su recorrido como modelo, que comenzó en los ‘80 y llegó hasta 2020, posó para diferentes artistas, pero hubo uno con quien estrechó un vínculo más cercano, Juan Lascano, un casi co-protagonista en muchos de los relatos y que la retrató en alrededor de 700 obras, entre óleos, acuarelas y dibujos.
¿Quién es Celia Paul? Recuerda la autora, la pintora, que cuando Lucien Freud murió se la nombró como una de sus musas, pero se omitía que ella también era artista. “En la escritura de este libro pude afirmar mi propio lugar, pude hacer mía esa historia”, dijo la pintora nacida en la India.
“A lo largo de la historia, las mujeres fueron más reconocidas como temas del arte que como artistas. Muchas mujeres terminaron convertidas en grandes musas de los grandes artistas por su soltura para entregarse y su talento para la quietud. Como pintora, hay que inventarse una estrategia”.
Y en Autorretrato (Chai Editora, 2021), un libro pleno de sensibilidad y una preciosa prosa, Paul repasa su vida sin arabescos, y es verdad que la relación conflictiva con Freud, su pasión por quien tuviera cuando lo conoció 55 y ella 18, como sus constantes decepciones ocupan varios capítulos, pero a fin de cuentas fue el padre de su primer hijo.
“En ese tiempo era muy común que los alumnos tuvieran relaciones con los profesores. No estaba mal visto. A partir del movimiento #metoo todo cambió. Lucian no tendría hoy la libertad de comportarse como lo hizo entonces. De todas formas quiero dejar en claro que Lucian era un hombre hermoso y que yo lo deseaba. Me impresionó su belleza y su presencia a primera vista. La asimetría obvia de edad y de poder era más compleja de lo que podría parecer. Yo lo amaba”, comentó quien estudiara en Londres en Slade School of Fine Arts.
Pero la obra es mucho más que eso. Porque Paul recurre a viejos pasajes de su diario privado para generar un diálogo entre la mirada de añoranza de hoy y la manera en que vivía las circunstancias entonces, marcando contrapuntos sobre sí misma, sobre la conflictividad de la autopercepción, aún cuando siempre sea honesta.
Pero es más que eso. Celia Paul reconstruye una intimidad con sus grandes modelos, su madre sobre todo, quien rezaba silenciosamente en las largas hora de las sesiones o sus hermanas, y desnuda otra mirada sobre la cuestión de observar y ser observado, donde se atesoran momentos de mucha ternura, aún cuando muchas de las obras están aprisionadas por el dolor.
“La pintura es el lenguaje de la pérdida -escribe-. Se raspan capas de pintura una y otra vez, y se reconstruye, y se pierde de nuevo. A la esperanza le sigue el desaliento y luego la esperanza”.
Y Autorretrato es también, capítulo a capítulo, el proceso de una pintura biográfica que comienza y se detiene, que mira hacia atrás y avanza por momentos sin detenerse, donde la luz ingresa para resaltar una escena en la que pueden convivir la esperanza y el desaliento.
Por otro lado, Louvre (Edhasa, 2021) del francés Josselin Guillois ingresa en el terreno de la historia, pero no a través de las artistas o modelos, sino a través de las experiencias -ficcionalizadas- de tres mujeres que tuvieron algún tipo de relación con Jacques Jaujard, protagonista secundario -¿pero principal?-, quien fuera director del museo más importante del mundo durante los años de la Segunda Guerra.
Con el asedio y la conquista de París por parte del nazismo como música de fondo, la ópera prima del autor reconstruye tres diarios personales, los de la esposa, la ahijada y la amante del funcionario y cómo en diferentes momentos tuvieron un rol importante en la protección y traslado de las obras del gran museo parisino a diferentes castillos de Francia, en pos de evitar el expolio alemán.
Así entre 1939 y 1945, los años de la SGM, se abre con Marcelle, esposa de Jaujard, quien se mueve or su deseo de quedar embarazada, luego está Carmen, la hija adolescente de los curadores Augustin y Louise Leloup, que estuvieron encargados de proteger a una gran cantidad de obras en el Castillo de Chambord. El tercero pertenece a Jeanne Boitel, una actriz y miembro de la Resistencia que debe cumplir una misión.
Louvre presenta un museo que comienza a desnudarse de a poco, el operativo para trasladarlos en camiones y barcos, como también las intrigas de una sala donde los nazis acopian obras saqueadas de casas y otros establecimientos.
Pero, como decíamos, no es un libro de historia, sino de los deseos y temores de mujeres que a pesar de su pasión por el arte se sienten invadidas por sus propios demonios, siendo en muchos casos generados por otros hombres. Louvre, a diferencia de las otras obras, no se termina de despegar de cierta mirada patriarcal sobre lo femenino y los conflictos internos-externos que eso configura.
Es una obra interesante para conocer pormenores sobre la intra historia de aquellas piezas magníficas, ya que el autor realizó una profunda investigación, aunque a veces ese deseo de demostrar su trabajo de documentación perjudica a la novela, ya que por incluirla cae en momentos que traban la lectura y que, en sí, no suman nuevas perspectivas a la totalidad de la obra.
Para los que deseen leer sobre historia, una obra que pasó casi desapercibida, pero es un muy buen aporte al tema es Breve Historia de las Mujeres Artistas (Blume). Publicada en 2020, la obra de Susie Hodge, historiadora del arte por la Universidad de Londres, autora de más de 50 libros y una especialista en esto de realizar breves historias, es lo que su nombre revela: un compendio.
El plus de la pieza está en su organización temática, que permite ingresar a las artistas y sus trabajos desde diferentes perspectivas, generando así una lectura donde las generaciones se cruzan. Así, la obra está dividida en cuatro grandes temas: Movimientos (del Renacimiento al Arte Conceptual); Obras; Transformaciones (De La lucha por la igualdad a Cuestionando la democracia) y Temas (Autorretrato, Identidad, Religión, Desnudo, etc.).
Lo de Breve hace referencia a dos cuestiones en particular: el desarrollo espacial de cada tópico y la selección de artistas. El libro, entonces, recorre como si fuera una guía de viaje, los datos más importantes de la historia, como también se centra en algunos trabajos en particular -donde desarrolla una biografía de la artista y por qué se destaca esa pieza- para luego realizar estos entrecruzamientos que se presentan a partir de los avances de las mujeres en el mundo del arte y cuáles fueron los temas que se desarrollaron en diferentes épocas.
Al ser un libro realizado en el Reino Unido, la selección no deja de ser canónica, una serie de Greatest Hits. Por ejemplo, solo ingresa en la “periferia” cuando el artista alcanzó status de celebridad en las islas y por eso la única artistas de la región que aparece es Frida Kahlo.
Breve Historia de las Mujeres Artistas es una obra interesante para ingresar de lleno en un libro de artistas; es tano un coffee table book, hermosamente poblado de las obras que se nombran, como una referencia esencial de lectura amena y rápida para disfrutar en los momentos libres.
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