La cultura occidental tiene su epicentro en Europa y los Estados Unidos, pero hay algunos artistas que desde los “márgenes” del mundo proyectaron su arte y lo convirtieron en un suceso internacional, hasta convertir su obra en patrimonio de toda la humanidad. Antônio Carlos Jobim -junto a João Gilberto y Vinicius de Moraes- llevó la música brasileña por el mundo. Su figura es tan influyente que, a 95 años de su nacimiento, la vigencia de sus canciones sigue intacta, gracias y más que nada, a su habilidad para incorporar armonías complejas dentro de la música popular, estructuras influenciadas por la música clásica y el jazz.
Antônio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim, tal era su nombre completo, nació el 25 de enero de 1927 en el barrio de Tijuca, al norte de Río de Janeiro, justo detrás del Corcovado. Jorge de Oliveira Jobim, su padre, era diplomático pero luego se dedicó a la poesía y la crítica literaria. Cuando su madre, Nilza Brasileiro de Almeida, con descendencia aborigen, se separó de su marido, se mudó al barrio de Ipanema, donde Antônio y su hermana Helena fueron criados.
En verdad, Tom Jobim no tuvo mucha relación con su progenitor, que falleció a los cuarenta y seis años. Al poco tiempo, Nilza entabló una relación con el matemático Celso da Frota Pessoa, que le regaló al joven su primer piano y fue el principal promotor de su carrera musical. Tomó sus primeras lecciones de adolescente en el Colegio Brasileiro de Almeida, fundado por su madre, con el compositor de origen alemán Hans-Joachim Koellreutter, quien introdujo en Brasil la música atonal dodecafónica inventada por Arnold Schönberg. Sus principales influencias fueron los compositores clásicos Claude Debussy y Maurice Ravel y los brasileros Ary Barroso –que escribió la inmortal “Aquarela do Brasil”- y en especial Heitor Villa-Lobos y Pixinguinha, que fueron fundamentales en el desarrollo del choro, la música popular más antigua de Brasil.
Había empezado a estudiar arquitectura, pero abandonó la carrera para dedicarse de lleno a la música. Arrancó tocando en bares y clubes nocturnos de Copacabana y, tras un breve paso como pianista de la orquesta de la radio Clube, en 1952 consiguió trabajo como arreglador en un importante sello llamado Continental. Para ese momento ya estaba casado con su primera esposa, Thereza de Otero Hermanny. El matrimonio tuvo dos hijos, Paulo y Elizabeth, y se divorció en 1978.
“Incerteza” fue su primera composición registrada en un estudio de grabación. Fue interpretada en 1953 por el cantante Mauricy Moura y la letra pertenecía a Newton Mendonça, con quien cinco años más tarde escribiría uno de sus clásicos más importantes, “Desafinado”, popularizada primero por João Gilberto y luego por Stan Getz y Charlie Byrd. Al año siguiente tuvo su primer éxito en colaboración con Billy Blanco, “Tereza Da Praia” interpretada por Lúcio Alves y Dick Farney.
En 1956 colaboró por primera vez con el poeta Vinicius de Moraes con la composición de las canciones de la obra Orfeo da Conceição, que situaba el mito griego de Orfeo y Eurídice en una favela de Río de Janeiro durante el carnaval. De ahí se desprende “Se Todos Fossem Iguais A Você”, el primer hito de la dupla Jobim-De Moraes, que en 1959 rehicieron la música para la película franco-brasilera Orfeo Negro, basada en el guion de De Moraes. El film contribuyó a la expansión de los ritmos de Brasil a todo el mundo y puso el nombre del compositor fuera de Sudamérica por primera vez.
El año anterior, Jobim estuvo detrás de los arreglos de Canção do Amor Demais de Elizeth Cardoso, que seleccionó para su cuarto LP trece composiciones del repertorio que él y Vinicius habían escrito. Si bien ese trabajo distó de ser relevante cuando salió, fue un precursor de la bossa nova, en especial porque en dos pistas, “Chega de Saudade” y “Outra vez”, participa João Gilberto, que con su forma de tocar la guitarra simplificó el ritmo de la samba y sentó las bases del género. Meses más tarde, el bahiano grabó su propia versión de “Chega de Saudade”, que salió como sencillo y luego la incluyó en su primer disco, que lleva el título de la canción. Ese álbum es considerado la piedra fundacional de la bossa nova, que tomó su forma definitiva gracias al beat y a la voz de João (inspirada en Chet Baker), a las armonías complejas de Jobim (tomadas del jazz y la música clásica) y a las letras de Vinicius de Moraes, que hablaban del amor y la tristeza, pero también de la fauna y la flora local y de la geografía de Río de Janeiro, cuyos paisajes imponentes quedaron retratados en sus composiciones más importantes.
En 1961, el guitarrista de jazz norteamericano Charlie Byrd viajó a Brasil y entró en contacto con la nueva música de allá. Lo mismo ocurrió con Tony Bennett y el bajista de su banda, Don Payne, que se llevaron algunos discos a los Estados Unidos, como Chega de Saudade. A través de ellos, el saxofonista Stan Getz conoció la bossa nova y cayó rendido a sus pies. En 1962 grabó con Byrd Jazz Samba, que vendió un millón de copias e incluyó dos temas de Jobim, “Samba de Uma Nota Só” y “Desafiando”, ganadora del Grammy a la Mejor Performance de Jazz. Fue la primera conquista a los Estados Unidos. La segunda fue un concierto en el Carnegie Hall de Nueva York en el que tocaron, bajo el auspicio del Itamaraty –el Ministerio de Relaciones Exteriores brasilero-, Jobim, Gilberto, Luiz Bonfá, Sérgio Mendes, Roberto Menescal y Carlos Lyra, entre otras figuras. Si bien la prensa carioca destrozó el espectáculo y lo calificó de humillante, el público local y los máximos exponentes del jazz que asistieron, como Dizzy Gillespie, Miles Davis y Gerry Mulligan, quedaron encantados.
Aprovechando el envión que Getz le había dado a la bossa nova en el mercado estadounidense, Tom grabó su primer disco en el exterior, The Composer of Desafinado, Plays, una colección de instrumentales de su autoría con los arreglos de Claus Ogerman, quien fue su principal colaborador en gran parte de sus grabaciones. El LP incluye versiones de lo que sería su repertorio clásico: “Garota de Ipanema”, “Desafinado”, “Água De Beber”, “Insensatez”, “Corcovado” y “Chega de Saudade”, entre otros.
El show en la prestigiosa sala neoyorquina selló, a través del productor Creed Taylor, la alianza entre el saxofonista, Gilberto y el máximo compositor de la bossa nova, quienes grabaron en 1963 el clásico álbum Getz/Gilberto junto a Milton Banana en batería, Sebastião Neto en contrabajo y Astrud, la esposa de João, que cantó las estrofas en inglés de “Corcovado” y “Garota de Ipanema”. Los arreglos de piano de Jobim, junto a las voces susurrantes del matrimonio Gilberto, le dieron a las canciones una delicadeza absoluta que conquistó al mundo entero. De hecho, mientras que en Brasil la bossa nova había entrado en decadencia y empezaba a florecer la MPB, el LP desató la fiebre internacional por la música del país sudamericano, que había encontrado en el jazz su complemento perfecto. Como señala el periodista Ruy Castro en Chega de Saudade: A história e as histórias da Bossa Nova (Companhia das Letras, 1990), la canción, “en los mismos dos años en el que explotó la Beatlemania, fue grabada más de cuarenta veces tanto en Brasil como en los Estados Unidos”.
Getz/Gilberto fue el primer álbum de jazz en ganar el Grammy a Álbum del Año y fue un éxito de ventas. “The Girl from Ipanema”, además, se llevó el galardón en la categoría Grabación del Año. Casi todas las pistas del disco habían sido compuestas por el carioca, que en el extranjero se convirtió en la figura más importante de la música de su país. “Garota de Ipanema” es una de las composiciones más versionadas de la historia, tan solo superada por “Yesterday” de John Lennon y Paul McCartney. Llamada en un principio “Menina que passa”, la compuso con Vinicius de Moraes en 1962 para la comedia musical Dirigível (Dirigible), que nunca llegó a realizarse. Ninguno de los dos estaba conforme con la letra, hasta que la inspiración llegó a través de una chica de 17 años que veían pasar todos los días desde el bar Veloso, en el barrio de Ipanema (hoy rebautizado café Garota de Ipanema). Cuando los compositores revelaron la identidad de su musa años más tarde, la joven Helô Pinheiro se volvió una celebridad. Hizo carrera como modelo y conductora de televisión y fundó una marca de trajes de baño llamada justamente como la canción, que fue grabada por primera vez por Pery Ribeiro y Tamba Trio en 1963.
A partir de ese momento, el nombre de Antônio Carlos Jobim adquirió relevancia internacional, por lo que decidió mudarse a Nueva York y desarrollar una prominente carrera en los Estados Unidos, que se proyectó al resto del mundo. Al suceso de Getz/Gilberto le siguió otra colaboración con Getz, Jazz Samba Encore!, la secuela de Jazz Samba grabada con Luiz Bonfá. Luego participó en la grabación de The Astrud Gilberto Album, el debut discográfico de Astrud Gilberto, que gracias a “The Girl of Ipanema” de la noche a la mañana pasó de no haber cantado nunca profesionalmente a ser una figura del pop. También grabó con el flautista Herbie Mann y en su segundo álbum solista, The Wonderful World of Antonio Carlos Jobim (1965) trabajó con Nelson Riddle, el arreglador de Frank Sinatra.
De hecho, en 1967 La Voz grabó su propio álbum de bossa nova con Jobim, el exitoso Francis Albert Sinatra & Antônio Carlos Jobim, que contiene siete composiciones del brasilero y su relectura de tres canciones del Gran Cancionero Americano. Pudo haber sido elegido como mejor álbum del año por parte de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de los Estados Unidos, pero fue derrotado por Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles. Hubo una secuela, Sinatra-Jobim, que salió en 1970, pero fue retirada del mercado rápidamente debido a sus bajas ventas. En su lugar, algunas canciones fueron destinadas a la siguiente placa, Sinatra & Company, y otras terminaron en compilados, como Portrait of Sinatra (1977), The Complete Reprise Studio Recordings (1995) y Sinatra/Jobim: The Complete Reprise Recordings (2010).
En la década del ‘70 la popularidad de la bossa nova decayó, tanto en Norteamérica como en Brasil, donde a mediados de los ‘60 ya predominaba la MPB. Él siguió grabando discos en solitario, que pasaron desapercibidos, y a componer bandas sonoras y canciones para películas y series de televisión. Stone Flower, que salió en 1970 luego de tres años de silencio, fue el primero en el que se corrió un poco de su sonido e incursionó en la música clásica, el jazz y el baião, una música tradicional del nordeste de su país que tuvo un renacimiento en ese período gracias a su influencia sobre el tropicalismo.
En 1974 recuperó el prestigio en su tierra de la mano de Elis Regina, que lo convocó para grabar un álbum en conjunto. La cantante estaba en su mejor momento y ayudó a relanzar la carrera del maestro. Elis & Tom fue un clásico instantáneo, con grandes reversiones de las canciones del autor de “Desafinado” y los arreglos perfectos de César Camargo Mariano, que incorporó elementos eléctricos a un género que se caracterizaba por la instrumentación acústica. A partir de ese LP volvió a colaborar con artistas brasileros. Entre 1977 y 1979 grabó dos álbumes con Miúcha -hermana de Chico Buarque y segunda esposa de João Gilberto (su hija es la cantante contemporánea Bebel Gilberto)- y en 1981 hizo lo propio con Edu Lobo, uno de los principales referentes de la segunda generación de compositores de bosa nova.
En 1986 se casó con la fotógrafa Ana Beatriz Lontra, a quien había conocido en 1976 cuando ella tenía 19 años, la edad de su hija Elizabeth. Con ella tuvo dos hijos, João Francisco y Maria Luiza Jobim, que también se dedicó a la música.
La última etapa de su carrera fue la de un artista consagrado que manejaba sus propios tiempos, se dedicaba a explotar y redescubría sus viejos éxitos y componía sin la presión de tener que vender discos. En 1985 fue parte de la grabación de “Nordeste Já”, un sencillo que grabaron las máximas estrellas locales –desde Rita Lee a Caetano Veloso- con el objetivo de reunir fondos para la población más vulnerable del noreste de Brasil, una especie de “We are the world” nacional.
También se dedicó a tocar mucho en vivo, para lo que formó la Banda Nova integrada por sus hijos Paulo y Elizabeth, su mujer Ana, el flautista Danilo Caymmi (hijo del compositor de música popular Dorival Caymmi, con quien Tom grabó un álbum en 1964), el bajista Tião Neto, el baterista Paulo Braga, la cantante Maúcha Adnet, el violonchelista Jacques Morelembaum y su esposa Paula. Con ellos hizo el aclamado Passarim, que incluía una versión del clásico “Fascinatin’ Rhythm” de George Gershwin e Ira Gershwin e Inédito, que salió en el marco de su cumpleaños número 60 con una tirada muy limitada que circuló en escuelas, museos, bibliotecas y entre los clientes de la compañía constructora Odebrecht, que financió la grabación. El álbum contiene nuevas versiones de sus canciones más conocidas y otras que nunca habían sido registradas en un estudio. El público recién pudo disfrutar de esta placa en 1995, cuando sus herederos recuperaron las cintas.
A principios de 1994 le detectaron cáncer en la vejiga. A fin de ese año se sometió a una cirugía en Nueva York y mientras se estaba recuperando sufrió una embolia pulmonar que desencadenó un paro cardíaco. Murió el 8 de diciembre, a sus 67 años. No sólo fue el compositor más importante de Brasil sino uno de los más influyentes del mundo. Tres días más tarde salió su último álbum, Antônio Brasileiro, que resume a la perfección lo que hizo toda su vida: fusionar la música erudita y la popular con delicadeza y buen gusto y hacer parecer simple y fresco lo complejo. Grandes artistas cantaron sus canciones, desde Ella Fitzgerald hasta Amy Winehouse, composiciones que hoy eternas. Su obra tenía sus raíces bien arraigadas pero con alcance universal. “Siempre busqué la armonía, parece que intenté armonizar el mundo”, dijo en su momento. Tenía razón.
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