Un acercamiento a la obra de Terrence Malick, el cineasta más misterioso del mundo

El director de “Días de gloria” y “La delgada línea roja” hizo del bajo perfil y las cuestiones existenciales presentes en sus películas, una marca distintiva de su filmografía

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Terrence Malick
Terrence Malick

Uno de los directores más particulares de la industria del cine estadounidense, Terrence Malick, vuelve a ser noticia. La plataforma MUBI ofrece en su menú la película Voyage of time (2016). Se trata de un mediometraje realizado en el formato IMAX en el que Malick reflexiona, reconstruye y pone en imágenes extremadamente bellas algunas de las obsesiones de su cine: Dios y lo absoluto, la naturaleza y el universo, lo moral, el tiempo, la muerte y el lugar del hombre en este devenir.

Construida como un diálogo entre el presente, el origen y el futuro -eterno- del universo, el film se basa en algunas preguntas comunes a casi todos los humanos en relación con el cosmos, nuestra vida y con aquello concreto que nos rodea. Con imágenes del supuesto estallido inicial, reales o imaginarias, científicas o artísticas, el relato parte de una idea mínima: qué es lo que vemos cuando vemos una pequeña piedra. Porque una piedra concreta en la mano de una niña en el presente puede condensar la dialéctica de lo trascendente, lo eterno y lo efímero, el universo y sus expresiones.

La fascinante y misteriosa construcción visual trae a la pantalla sucesivamente la nada, lo plano, la explosión y el volumen, el color, las formas, los planetas, el agua y los humanos. Así aborda, a través de la voz en off de Brad Pitt, aquello que son los grandes interrogantes de las personas. El tiempo parece, en la medida que acertemos a pensar en la totalidad que propone Malick, ser la llave para entender aquella dialéctica. Medido en eras o en unidades infinitesimales es el que subsiste invariante durante el ciclo de los universos.

Voyage of time es un documental estadounidense producido por IMAX y dirigido por Terrence Malick que aborda los orígenes del universo

Más allá de que en toda su filmografía ha logrado maravillar con su trabajo visual y la construcción sonora de sus películas, Malick es un hombre profundamente religioso y tiene formación académica en filosofía y allí se pueden rastrear las fuentes de su obra. Egresado de las universidades de Harvard y Oxford, desarrolló una tesis sobre Heidegger y tradujo al inglés La esencia de las razones (Vom Wesen des Grundes, el título en alemán), donde uno de los conceptos centrales es la idea de mundo. Esta noción no es ajena a su cine.

Mientras en La delgada línea roja el sargento Walsh afirma “no hay otro mundo sino este”, en Voyage of time el mundo parece no ser solo este, palpable y concreto en el presente. En el mediometraje lo misterioso y lo divino tienen un lugar en esa totalidad llamada mundo, superando aquella materialidad y lo percibible. Justamente sobre Heidegger, Malick explica que el filósofo alemán comprendía mundo como “aquello que les da medida y finalidad y validez en nuestros esquemas”. Tal vez impulsado por su interés en su obra y en particular en esta idea es que el realizador parece pensar sistemáticamente a propósito de la misma. Al menos dos nociones de mundo conviven, la que carece de toda vocación trascendental y otra más vinculada a la idea de lo eterno y absoluto.

Terrence Malick filmando "Badlands", su primera película, en 1973.
Terrence Malick filmando "Badlands", su primera película, en 1973.

Para quienes conocen la obra de Malick, muy reconocido por la crítica y los festivales internacionales, pero también muchas veces tildado de ampuloso, Voyage of time puede vincularse con la que muchos consideran su mejor película, El árbol de la vida, ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes de 2011. En medio de una historia familiar de los años ‘50 en el interior estadounidense, inserta imágenes similares a las de Voyage of time, con lo cual vincula esa historia mínima con lo universal y lo eterno.

La idea del amor deviene del orden divino y se encuentra aquí con la naturaleza que, lejos de ser esencial, está sometida al tiempo y al cambio. Esa articulación también permite vincular la película con El árbol de la vida. Al comienzo de este film la protagonista afirma que las monjas le enseñaron que solo había dos caminos en la vida, contradictorios entre sí: el de la naturaleza y el de Dios. Sin embargo, como si fuera una reflexión sobre esa frase inicial, al final de la película propone a la naturaleza como el lugar del amor en estado absoluto. Esta naturaleza es la inexplotada, la que nos refugia de la brutalidad de la arquitectura urbana. En el mismo sentido en Voyage of time la voz que habla por el realizador se pregunta “¿no es también el amor una obra de la naturaleza?”. Lo que de un modo complejo y tal vez pretencioso Malick cuenta en El árbol de la vida está aquí puesto en palabras más sencillas.

Así como el amor, desde una mirada trascendente más que romántica, la naturaleza es protagonista de casi todo su cine. Y no está puesto en escena solamente como paisaje y escenario bucólico, sino como concepto filosófico e incluso del orden de lo religioso. La relación entre el hombre y la naturaleza, expresada como antagonismo entre poder y trascendencia, pueden rastrearse en los comienzos de sus películas Días de gloria (1978), La delgada línea roja (1998), El nuevo mundo (2005), El árbol de la vida (2011) y Una vida oculta (2019). Esta última es una especial fábula moral, donde el amor y el sacrificio, un pilar de la tradición cristiana, se entraman con la naturaleza y el trabajo frente al mandato patriótico del nazismo.

Una vida oculta cuenta la historia real de un granjero austríaco que decide no sumarse al ejército nazi durante la guerra. Allí tal vez Malick haya revisado algunas ideas heideggerianas, e incluso ciertas certezas que se han mantenido sobre la relación entre el origen del capitalismo y el ascetismo protestante, descripto por Max Weber a comienzos del siglo XX. Sin embargo es difícil confirmar especulaciones como esta, porque Terrence Malick rechaza las entrevistas, se niega a las declaraciones a la prensa de cualquier tipo e incluso en sus contratos tiene una cláusula por la que no está obligado a prestarse a ser fotografiado. Alguna vez Brad Pitt, su voz en off en Voyage of time, dijo que la decisión tiene que ver con que el realizador considera que todo lo que tiene para decir está en sus películas.

Imagen de "Una vida oculta" (2019)
Imagen de "Una vida oculta" (2019)

Uno de los temas de gran parte de las narrativas religiosas y filosóficas es la muerte. En sus películas aparece tanto como ausencia, como algo implícito, tanto como de manera explícita, como forma de emerger de la violencia en el campo de lo humano. También la relación entre amor y muerte que es dual. En sus dos primeras películas hay asesinatos impulsados a la luz del amor de pareja, mientras que en El nuevo mundo, una visita a la leyenda de Pocahontas, la muerte es una apertura a reflexionar sobre el amor desde una visión religiosa. Y cuando la muerte ocurre fuera de la escena, como la del hijo en El árbol de la vida o la del pastor en Una vida oculta, son puertas a lo trascendente y a la experiencia del amor trascendental. Esta idea es parte central de toda la obra y se entrama con la idea de eternidad en Voyage of time.

En esa mirada siempre presente sobre aquellos temas claves, Dios y lo absoluto, la naturaleza y el universo, la muerte y el lugar del hombre en este devenir, hay un elemento articulador que es el tiempo. El modo en el que el realizador incluye al tiempo es una puerta para pensar su cine. El tiempo le permite pensar a la naturaleza como una esencia en constante transformación a la vez que imaginar un tiempo circular –como el sugerido en el final de Voyage of time. Sin embargo el tiempo, en tanto pasado presente, presente continuo, ritmo y quietud, es clave para entender el modo de construir sus obras: el tiempo interno de sus películas es uno de los grandes organizadores de sus narraciones. Si el transcurrir de las eras permite comprender la unidad entre lo eterno y lo efímero, en su obra el tiempo interno de las películas y la forma en que sirve a la representación de la naturaleza es la clave para su intención de dar cuenta de la trascendencia.

La última producción de Malick, The way of wind (El camino del viento), es un relato basado en momentos de la vida de Cristo. No tiene aún fecha cierta de estreno, pero seguramente será presentada en alguno de los principales festivales de cine europeos. Como no hay respuesta a la pregunta por el origen del título, se puede especular que se relaciona con un pasaje del libro del Eclesiastés del Antiguo Testamento: “Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas”. Habrá que esperar unos meses para conocer el modo en el que este cineasta tan particular revinculará la naturaleza, lo divino, lo sacrificial y el lugar del hombre en el mundo. Y cuál es el camino del viento y hacia dónde lo lleva esta vez.

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