Optimismo, ingenio y una constelación de libros: 7 nuevas editoriales argentinas se presentan

Los editores de Vinilo, Cielo de Pecas, Unidad de Sentido, UOIEA!, Selva Canela, El Panda y Pontevedra cuentan surgimiento, objetivos y su mirada de la industria en el presente

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Nuevas editoriales, nuevos libros
Nuevas editoriales, nuevos libros

Pese a la pandemia, pese a la crisis económica, pese a la incertidumbre, sigue existiendo gente que, contra todos los pronósticos, crea una editorial y publica libros. En el último año, nacieron al menos siete sellos argentinos que lanzaron sus títulos al mundo. No para ver explotar libros en el firmamento sino para sacar otro, y luego otro, y luego otro. Conforman una constelación, una red, un catálogo aún incipiente: les queda mucho recorrido todavía pero aún falta lo mejor. “Así como algunas cosas nacen de sueños, esta editorial nació del insomnio, de pensar que podía tener una expresión como autor, y sobre todo, como lector en un mismo espacio”, cuenta Mat Guillan, director de UOIEA!, sello que define como “un grito por lo alternativo”. “Nos interesan los libros que van a la tradición, pero no para replicarla, sino para transgredirla”, explica. Hasta el momento, publicaron los ensayos Cómo encontrar poesía en el motor de un auto de Fabián Casas, los poemas Entrada en calor de Luciana Reif y las novelas Lo que no esperan de mí de Guillan y El contrabandista de Las Vegas de Noah Cicero. “Nuestras traducciones son al rioplatense para devolver algunas de todas las pollas que nos han llegado de las traducciones españolas”, aclara.

Cuando surgió la idea de crear Vinilo, Joana D’Alessio y Mauro Libertella tenían claro que querían “una editorial de libros de no ficción y una primera colección en formato pequeño, de libros para leer de una sentada”. Para eso, el objetivo era “utilizar todos los recursos de la ficción, pero siempre asumiendo un compromiso con la no ficción”. Con Max Rompo y Ale Pippa en el arte de tapa y diseño, generaron “libros agarrables” que llaman la atención en cualquier vidriera o estante. Ya son cuatro los títulos de su catálogo: Negro casi azul de Paula Mariasch, Cómo falsificar una sombra de Matías Serra Bradford, Padres e hijos de Roberto Merino y Parte de la felicidad de Dolores Gil. “Creo que estamos cada vez más dispersos y ansiosos —reflexiona Joana D’Alessio—, nos resulta difícil encontrar los tiempos de lectura y hacerlo de forma concentrada, y la posibilidad de empezar y terminar un libro en un único momento ayuda también a tener una relación con la lectura como experiencia, se fija, se recibe de otra manera. La lectura como presente, como vivencia. Ese momento en que leímos el libro y lo terminamos queda cristalizado como una experiencia vital, es una idea que tengo, no sé si les pasa a los lectores, espero que sí, ojalá que sí”.

Julieta Botto, editora formada en la UBA y redactora de Infobae Cultura, siempre soñó con “la editorial propia” y “desde el momento cero” supo que quería editar “objetos sensibles”. Así surgió Cielo de Pecas: su primer título es Los colores del fuego de Corina Iglesias. “Me moviliza que los libros generen emociones –en lo posible, bellas–, que asumo que es lo que todo editor literario ansía, que los lectores tengan una experiencia sensible con los libros, desde la lectura, con el contenido, el formato, que no les pasen desapercibidos, que vivan una experiencia y que se perciba una mirada poética del autor”. Edgardo Kawior tenía lista su novela La madre jodida y Daniel Guebel le dijo: “No se puede publicar sin sello”. Entonces creó Pontevedra, nombre de “la localidad donde está ubicado el campo de deportes de Ferro. El protagonista de La madre jodida no se animó a llegar tan lejos para concretar su deseo de futbolista a los ocho años. Su padre le dijo: ‘eso es en el culo del mundo, ahí no hay nada’. A los cuarenta y ocho años, dónde no había nada, pude empezar a construir una editorial”. El catálogo suma los cuentos Amar en gigas de Sebastián Misuraca, los poemas Entre dos Mundos de Diana Elffman y el ensayo El complejo de Caín ¿un punto ciego en la teoría freudiana? de Gérard Haddad.

Tres libros exhibidos de Pontevedra
Tres libros exhibidos de Pontevedra

Un grupo de amigos. Eso es El Panda. Un empleado público, otro privado, un cuentapropista, gente de la comunicación, docentes, programadores, un geólogo, un químico... pero todos lectores. “Somos ocho en total, aunque supimos ser nueve hasta que se nos fue Ariel, El Panda, el año pasado a causa de la Covid. En resumen, la iniciativa fue de él. Vio pasar un tweet de Juan Ruocco y tiró en el grupo de Whatsapp cuánto podía salir editar. Agarramos viaje, nos gustó a todos la idea de la novela. Metimos algunas reuniones a distancia, un grupo solo para hablar del libro, hicimos averiguaciones y cuando pasó lo de Ariel la decisión de editar era tan inevitable como el nombre de la editorial”, cuenta Diego Barrio. Salieron a la luz con El Coloso Justicialista, la novela de ciencia ficción de Ruocco. Tiene dos objetivos. Uno: “ampliar el universo de la literatura argentina de acción y de aventuras”. Dos: “que lectura sea accesible en cualquier parte del país”. Inquietudes similares tenían Iván Saporosi y Agustín Avenali, que siempre solían preguntarse “¿por qué siempre leemos libros de los mismos países?, ¿no se escribe buena ficción en partes más lejanas del mundo?” Entonces crearon Selva Canela.

Selva Canela tiene “el objetivo principal de presentar literatura que suele pasar desapercibida. No solo de países de los cuales es casi una rareza encontrar un autor (nuestro primer libro es de un australiano de raíces aborígenes, Mudrooroo, y el segundo de una ugandesa, Goretti Kyomuhendo), sino también de lugares más ‘clásicos’, pero con obras hasta ahora inéditas, olvidadas, o lo suficientemente originales”, cuenta Saporosi. La estética es de The Bold Studio, Martín Felipe Castagnet, Márgara Averbach y Matías Battistón traducen y Antonio Santa Ana es una suerte de guía.

Nicolás Guglielmetti y Nicolás Fernandez Vicente se conocieron en Bahía Blanca, año 2004, en una clínica que dio Daniel García Helder. Un libro los reencontró en la pandemia y decidieron crear un proyecto editorial que “dé cuenta de la vasta producción local y del sudoeste bonaerense en diálogo con otros autores latinoamericanos va a ser nuestra tarea a desarrollar”: Unidad de Sentido. “En la localidad y la región —dice Fernandez Vicente— hay mucha producción que, si bien interactúa en otros ámbitos como el de las lecturas, los talleres o las clases, permanece en los archivos personales. Tratamos de practicar esto desde el primer libro del catálogo: Antes que el tiempo arrase con todo, de Nico Guglielmetti”.

—¿Cómo ven la industria del libro hoy?

—Julieta Botto de Cielo de Pecas: Efervescente. La veo, por un lado, con incertidumbre, llena de preguntas. Hace veinte años era la muerte (o no) del libro, de la que hablaba Chartier, y no pasó nada. En la actualidad, no tan distintas, están más centradas en los modos de producción, pero también, de recepción. Qué leer, cómo, ¿apostar por libros más breves, acostumbrados, como estamos, a lo concreto y sucinto de las redes sociales? Lo que es llamativo es que aun con la frase estigmática de que “la gente lee cada vez menos”, pareciera que cada vez más proliferan nuevas editoriales.

—Iván Saporosi de Selva Canela: Vemos que hay una gran oferta de editoriales pequeñas y medianas en Argentina, a la vez que seguimos surgiendo nuevas, lo que parece una locura en un mercado que no es lucrativo, pero que nos entusiasma a los que disfrutamos del leer. Hubo un gran avance de las librerías en presencia y venta digitales, a la vez que el formato digital se consolida. Seguimos también la subida en el precio del papel, que veremos este año cómo se desarrolla y cómo afecta al mercado. Esperamos este año haya un crecimiento con la vuelta de la presencialidad, y se pueda volver a los números pre pandemia, pero siempre con la certeza de que el libro, de alguna forma u otra, siempre tendrá su lugar.

Los cuatro libros que editó
Los cuatro libros que editó Vinilo

—Joana D’Alessio de Vinilo: Es curioso pero lo que pasó con la pandemia durante el 2020 fue que las primeras librerías que abrieron y comenzaron a vender libros, en ese momento lo que hacían era llevarlos a las casas, fueron las librerías de barrio. Y las librerías así más independientes eran las que más conocían también a las editoriales independientes. A su vez la gente estaba con más tiempo, al no tener vida social, y resurgió un interés por la lectura. El ejemplo de esto es Céspedes, una pequeña librería que creció en plena pandemia y se instaló en un espacio nuevo mucho más grande. Las cadenas, en cambio, Yenny y El Ateneo, tardaron mucho en abrir de nuevo, y tal vez, no soy especialista eh, pero tal vez las editoriales más grandes tuvieron más problemas durante el 2020, imagino que en las crisis las empresas más pequeñas pueden tomar decisiones rápidas y reaccionar de forma veloz. Pero por lo que veo de los anuncios de publicaciones para este año hay muchísimos títulos y está muy reactivada la industria.

—Nicolás Fernandez Vicente de Unidad de Sentido: Incluso ante la digitalización absoluta de nuestra vida, el libro, a diferencia de otros soportes físicos en la producción artística, sigue siendo algo que tiene salida y circulación. Como en la sociedad, existe una brecha cada vez más marcada entre las editoriales pequeñas y los grandes grupos editores. Es un desafío grande sostener un proyecto editorial después de una pandemia y con una economía que recién se empieza a reactivar. Los costos de impresión padecen la inflación y los valores de venta al público no pueden estar remarcándose todo el tiempo en un proyecto chico. Desde luego que esta situación obliga a enfrentar las inclemencias con ingenio y creatividad, y que el objeto libro no sea un producto de serie. La tensión es siempre económica: la propuesta es poner en circulación la obra y al mismo tiempo los recursos son finitos. El desafío es cómo hacer para que, aun con tiradas chicas, siempre mantener las obras en circulación.

—Diego Barrio de El Panda: Entendemos que es una industria grande e importante y que más allá de sus altibajos nunca para, lo que es algo sumamente importante de nuestra cultura. Al punto tal que nos permite a nosotros, un grupo de amigos, meternos en el ámbito para aportar nuestros propios desafíos: por un lado poner al autor en un plano de igualdad con la editorial a través de una relación contractual asociativa en partes iguales y, por otra parte, buscar la paridad de género en todas la relaciones comerciales que hacen al nudo de la producción editorial. Esto es: autoría de los textos, arte de tapa, ilustración, diseño, etc.

—Mat Guillan de UOIEA!: Ocupamos un lugar pequeño en la industria del libro, pero puedo mencionar algunas cosas que me sorprendieron un poco: 1) El papel está aumentando de precio en este preciso momento, cuando termine de responder esta pregunta, y probablemente cuando se publique la nota. Todo el tiempo valdrá más que ahora y así es difícil proyectar. 2) Enviar libros debería ser más económico. 3) Una editorial puso abogados a leer la novela de un afamado escritor francés para permanecer a salvo de la corrección política y después impulsó una campaña de prensa para posicionar al libro como transgresor.

Los cuatro libros de UOIEA!
Los cuatro libros de UOIEA!

—Edgardo Kawior de Pontevedra: Me da un poco de pudor responder a esta pregunta. Mi experiencia es tan breve y mínima. Todo el tiempo me encuentro con gente muy capaz que ha dedicado muchísimos años de su vida a los libros. Me da la sensación de que como al Don Pirulero, cada cual atiende su juego. Y eso es un error porque una industria tiene actores diversos y si no se produce el encuentro entre ellos, la cosa no termina de crecer nunca. Lo que empieza a mover la maquinaria es el interés de los lectores por un título y eso puede suceder por distintos factores. Claramente las grandes corporaciones tienen más recursos para publicitar y difundir sus libros, sin embargo, se producen fenómenos de ventas y de lectura que van más allá de los sellos más conocidos. Las redes hoy juegan un papel fundamental y quienes han entendido esto —me refiero a escritores y escritoras, libreros, editores, distribuidores— pueden traccionar un modo de dar a conocer sus libros y generar contenidos de interés. Los jóvenes están leyendo más. De ahí a que eso haga que se vendan más libros, es otro asunto. Pero intuyo que, más allá de los costos de producción y de distribución y de lo caro que resultan los envíos cuando se compran libros por las tiendas on line, la industria del libro está recuperándose. Eso no quita que muchas librerías no encuentren el modo de que los números les cierren y mucho menos que una editorial sea siempre un negocio brillante. El Covid no solo afectó a la economía global, también en la industria del libro habrá un antes y un después de la pandemia.

—¿Son optimistas respecto al futuro? ¿Por qué?

—Joana D’Alessio de Vinilo: Soy optimista, sí, porque no se me ocurre otra forma interesante de vivir, básicamente. Pero además puedo decirte que para este año, de Vinilo ya tenemos cuatro títulos entrando en imprenta y cuatro planeados para la segunda mitad del año, de Ralenti tenemos contratados como siete libros -esto es con contratos firmados, en marcha- y estamos desarrollando otros. Además va a salir mi primer libro como autora en marzo, después de varios años de trabajo, es una novela, espero que me perdonen. Así que espero que el 2022 sea un año con cosas buenas.

—Diego Barrio de El Panda: Sí, muy optimistas. Porque hay un sinfín de pibes y pibas técnicamente muy buenos, que solo tienen que tener alguien que los banque y edite al lado y hay otro grupo aún mucho mayor con ganas de disfrutar historias atrapantes también fuera de las plataformas de streaming. Para esto hicimos Ediciones El Panda, para conectar a los grandes autores desconocidos de la Argentina con sus próximos lectores.

—Julieta Botto de Cielo de Pecas: Antes de responderte más concretamente, te diría que la esperanza es lo último que se pierde, y si recién nace el proyecto y no creo en el futuro, empiezo mal, ¿no? Pero sí es verdad, y este es el lado no romántico del asunto, que es necesario remarla mucho, moverse, pensar cada paso con la cabeza fresca y clara para poder dar pasos firmes. Así y todo, hay que manejarse con prudencia, porque es una industria que depende de otras y que si bien su signo no es el económico, está muy atado a él para subsistir, pero mientras estés motivada/o/e, vas a intentar hacer que funcione. ¿Eso es ser optimista? Entonces, sí lo soy.

Libros de El Panda, Selva
Libros de El Panda, Selva Canela, Unidad de Sentido y Cielo de Pecas

—Nicolás Guglielmetti de Unidad de Sentido: Creemos que el objetivo que nos propusimos nos da suficiente aliento para no solo tener un catálogo amplio, sino también para sumar integrantes al equipo que sumen desde las distintas tareas y roles que hacen al trabajo editorial.

—Edgardo Kawior de Pontevedra: Somos optimistas porque Ediciones Pontevedra empezó desde cero y todo lo que empieza a suceder ya es mucho más que lo esperado. Cuando las personas se encuentran pasan cosas extraordinarias y Pontevedra es un pretexto para que escritores, escritoras, lectores y lectoras se encuentren a través de los libros. Hace algunas semanas los amigos de Nuestro Arcón —la librería de la calle Armenia— organizaron una presentación conjunta de Autores Noveles. Ocho autores nos encontramos en un bar con los lectores. La gente pagaba una consumición y un importe a cuenta de un libro a elección. Se vendieron cincuenta libros y durante dos horas disfrutamos de lo que más nos gusta hacer. Hay librerías que quizás no venden esa cantidad en un día y otras que lo hacen en una hora. Lo que quiero decir es que los libros se militan, se alimentan, se dan a conocer y un día llegan a las manos de una persona para cambiarle un poco la vida. ¿Como no vamos a ser optimistas con respecto al futuro? Mientras la gente siga escribiendo y leyendo, hay futuro.

—Iván Saporosi de Selva Canela: Somos optimistas, no solo porque estamos recién comenzando y decidimos encontrar y vender libros porque nos apasiona, sino porque ya tenemos planes para todo el 2022, a la vez que pensamos en el 2023. Notamos también que están surgiendo constantemente nuevas propuestas lectoras, además de las ya clásicas como la FED, el Filba, el Mundial de Escritura. Hay propuestas para todos los gustos y movidas lectoras surgiendo a cada rato.

—Mat Guillan de UOIEA!: Hoy la ansiedad nos hace vivir en el futuro casi constantemente así que algo deberíamos poder anticipar, pero no es el caso. Una mala: lo ineludible respecto de los libros y el futuro es que los libros, al menos por ahora, están hechos de árboles. Una buena: más allá de la materialidad, tengo confianza en la escritura y la lectura porque son un espacio metafísico al que la humanidad va a poder huir siempre.

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