En los últimos tiempos la literatura está ocupando un lugar privilegiado como recurso cinematográfico y se ha convertido en un insumo requerido por cineastas y guionistas, generando un diálogo permanente entre los dos lenguajes que en los próximos meses dará lugar a la adaptación cinematográfica de novelas o relatos de Camila Sosa Villada, Selva Almada, Sergio Olguín, Guillermo Martínez y Pedro Mairal, entre otros escritores cuyos textos saltarán a la pantalla cinematográfica.
La necesidad de alimentar los servicios de streaming –las plataformas de películas que han surgido en las últimas décadas– es una de las causas que han provocado que los realizadores busquen material en la ficción literaria. Así lo sostiene por ejemplo el productor Diego Dubcovsky, quien fundó su propia productora junto con Daniel Burman en 1995 y produjo más de cincuenta películas.
“La compra de derechos literarios está relacionada con la necesidad de alimentar las plataformas. Para que una productora termine funcionando y una plataforma elija un proyecto tiene que producir entre cinco o seis, por eso hay una demanda. Hay poco tiempo, y la literatura es un recurso para proveer la idea a la plataforma”, afirma Dubcovsky.
El productor, que entre otros films produjo El otro hermano –basado en la novela Bajo este sol tremendo, del fallecido escritor Carlos Busqued– está trabajando con la escritora Camila Fabbri su libro de no ficción El día que apagaron la luz y se refiere al buen momento por el que está pasando la escritura de nuestro país: “La literatura en la Argentina hoy está pasando por una gran riqueza y tiene diversidad de voces, así como en su momento fue el cine y luego el teatro, con la aparición de los sellos independientes y métodos no tradicionales (internet, por ejemplo) la literatura argentina se encuentra en un momento notable”, sostiene el cineasta.
Dubcovsky, junto con el productor Pablo Chernov, está trabajando en una preproducción hibrida entre ficción y documental, en la cual la escritora, Fabbri, dirigirá y actuará. El libro es una ficción verdadera sobre los sueños y las pesadillas que poblaron las cabezas de los jóvenes que vivieron la tragedia de Cromañón en 2004. Se espera el rodaje para agosto o septiembre y poder presentarla a fin de año.
Chernov es un productor joven que trabaja con escritores y que en estos tiempos está abocado a la producción de una película sobre la novela Campo de Mayo, de Félix Bruzzone, guionada y dirigida por Jonathan Perel: se llamará Camuflaje y se estrenará este año. Y también produce junto con Gabriel Kameniecki un proyecto del periodista y escritor Sergio Wolf llamado La máquina Aira, una ficción que emula la poética narrativa del escritor argentino.
Son muchas las películas inspiradas por obras de la literatura local que por estos días están en algunas de las diferentes fases de la manufactura cinematográfica, como preproducción, filmación o montaje. Una de ellas es Las cosas que perdimos en el fuego, el cuento sobre violencia de género que da nombre al libro de relatos de Mariana Enriquez, en el que aborda el terror contemporáneo a partir de un trabajo con problemáticas sociales. El relato será adaptado al formato audiovisual por la cineasta inglesa Prano Bailey-Bond y producido por Rodrigo Texeira (RT Features), responsable de éxitos como Call Me By Your Name y Ad Astra.
Algunas de estas iniciativas auspiciosas ya fueron estrenadas, como Distancia de rescate, la novela de Samanta Schweblin que indaga sobre maternidades en tensión y el trasfondo ligado a la pesadilla agrotóxica. Todo eso reaparece en la adaptación cinematográfica que la realizadora peruana Claudia Llosa emprendió a partir de un guion escrito a cuatro manos con la escritora argentina, del que surgió el film homónimo protagonizado por Dolores Fonzi y la actriz española María Valverde. Se presentó en la sección oficial de la 69ª edición del Festival de Cine San Sebastián y fue estrenada por la plataforma Netflix en octubre pasado. Distancia de rescate, la novela de Samanta Schweblin que relaciona el desastre ambiental con la educación de un hijo, llega al cine de la mano de la cineasta peruana Claudia Llosa, la misma que dirigió La teta asustada.
En los próximos meses, la directora Paula Hernández dirigirá la adaptación de El viento que arrasa de Selva Almada, producida por Rizoma Films. Otros dos textos de la escritora también están en vías de ser llevados al cine: Chicas muertas fue comprado por la productora RT Features y Ladrilleros será dirigida por Fernando Musa y protagonizada por el actor Gonzalo Heredia, que además oficia de productor y coescritor del guion junto con el realizador.
También Las extranjeras, de Sergio Olguín será trasladada al cine a través de una producción que involucra a Warner Bros Pictures, Particular Crowd y HBO Ma, con producción argentina de Haddock films, de Vanesa Ragone. El mismo autor será el encargado de escribir el guion a partir de la segunda entrega de la saga editada en 2014. Olguín manifiesta que escribir guiones ya es parte de su oficio: “Solo que en este caso tengo que guionar sobre una obra propia, lo que también es un desafío, aunque me siento mucho más seguro con la experiencia adquirida”.
Dos novelas de la escritora Gabriela Cabezón Cámara, Las aventuras de la China Iron y La virgen cabeza, también están siendo trasladadas al formato cinematográfico. Lo mismo sucede con La uruguaya, de Pedro Mairal, que se convirtió en la primera película de la flamante Orsai Cine. El escritor Hernán Casciari, a cargo de la producción, destaca que el método de producción que emplea para filmar la novela está apoyado en los avances tecnológicos que “permiten poder tener a dos mil personas tomando decisiones creativas, pero sin caos”. La dirección está a cargo de Ana García Blaya.
Por otro lado también está en vías de ser adaptada Las malas, la obra de la escritora Camila Sosa Villada que narra en primera persona la historia de un grupo de travestis que se prostituyen en el Parque Sarmiento, en el microcentro cordobés, donde la autora vivió hasta el año 2010. La versión fílmica será producida por la productora de Armando Bo, About.
La novela La muerte lenta de Luciana B, de Guillermo Martínez, una obra centrada en una joven estudiante a quien un célebre escritor le dicta sus historias está siendo dirigida en estos días por Sebastián Schindel. El escritor avanza en otros proyectos de adaptación de sus textos, como las dos temporadas de una miniserie que llevarán adelante las productoras británicas Sue de Beauvoir y Jill Offman y que estarán centradas consecutivamente en sus novelas Los crímenes de Oxford y Los crímenes de Alicia. Al mismo tiempo, el productor y realizador Jorge Caterbona está trabajando en una versión del guion para el cuento “Un gato muerto”.
Martínez manifiesta que “hay una especie de mito sobre ‘llegar al cine’ como una meta última, quizá la más alta, una meta anhelada o ansiada. Para mí lo más importante siempre es el texto. Uno se desvive y pasa años escribiendo, sobre todo, para encontrar lectores de esa obra escrita. En la película siempre hay una cantidad de otras manos y otras cabezas: opinan los productores, los guionistas, los directores, los actores”.
Natalia Meta, una de las fundadoras de la editorial La Bestia Equilátera, es la guionista y directora de El prófugo, seleccionada para competir por el Oso de Oro en el festival de Berlín y representar a la Argentina en los Premios Oscar. Está basada en El mal menor, de C. E Feilling. Según Meta la película es una inspiración. “Extraje un elemento central de la novela: la idea de los prófugos y que el mundo del sueño tiene una ubicación específica, con una frontera que lo separa de la vigilia y hay seres soñados que cruzan esa frontera, vienen de visita a este mundo y luego intentan encarnarse. Ese fue el elemento que más me atrajo. En ese traslado del sueño a la vigilia, el sonido era un elemento clave, así que llevé la película para ese lado”, explica.
Luis Chitarroni, fundador y socio de la editorial, considera que “un gran mérito del film es la adaptación, tan efectiva como desaforada, capaz de inventarle a El mal menor otro ámbito y otros sentidos que pongan en juego ‘la realidad’. Al revés de lo que ocurría con el film anterior, Muerte en Buenos Aires, juega con otra dimensión temporal, no el pasado”.
En ese sentido, subraya: “Al borrar o ahorrarnos los aspectos epocales de un libro escrito en los noventa, no lo actualiza ni lo distorsiona. Cambia en gran medida aquello que pertenece a las proyecciones distintas de dos artes que no compiten, como lo demuestra el travelling ‘excesivo’ después del accidente de uno de los protagonistas” y celebra que haya sido elegida para competir en la sección películas extranjeras de los premios Oscar: “Es un gran honor para los argentinos y los amigos”, asegura.
Fuente: Télam
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