Desde el siglo pasado las bienales de arte tomaron ese lugar que en el XIX tenían las ferias universales: un lugar de exposición, pero sobre todo de validación de obras y una caja de resonancia para artistas. Desde el comienzo de la Venecia, en 1895, se multiplicaron, globalizaron y especificaron, sin embargo todas -salvo una- tiene una condición en común, la de desarrollarse en un espacio único por un tiempo más o menos corto.
Si bien eran parte establecida del funcionamiento del universo artístico, la pandemia -ya en 2020- las silenció, pasando muchas al año pasado o convirtiéndose en virtuales, y aún así fueron muy pocas, poquísimas, las que pudieron desarrollarse. En ese marco, Bienalsur, la única sin un espacio físico fijo, se llevó adelante en 120 sedes, en 50 ciudades de 23 países, con la participación de más de 400 artistas.
En su tercera edición, la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo del Sur se desarrolló de julio a diciembre como una red de colaboración asociativa entre museos, centros culturales y universidades del planeta, y si bien si Kilómetro 0 está en Argentina, desde donde la organiza Universidad Nacional de Tres de Febrero, arrancó en Salta y se extendió hasta el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (España); National Museum (Arabia Saudita);Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio (Japón); el Centro Cultural de España (Paraguay); Museo Nacional de Arte (Bolivia); el Museo Nacional y Mambo (Colombia); los Museos del Vaticano y hasta el espacio público en Crans-Montana, Suiza, entre otros.
Infobae Cultura dialogó vía mail con Aníbal Jozami, director general, y Diana Wechsler, directora artística, de Bienalsur para repasar algunas de las claves que hicieron posible su organización en una época de fronteras cerradas y los desafíos por venir, entre otros temas.
—¿Qué rescatan de esta Bienal en pandemia?, ¿cuáles fueron los aprendizajes?, ¿creen que hay algún aspecto, producto de la pandemia, que llegó para quedarse?, ¿Cómo organizaron el trabajo?
— Diana Wechsler: Como solemos decir, esto que llamás la “bienal de la pandemia” ha sido para nosotros lo que definimos como la Bienalsur de la resistencia. Llegar a concretarla fue un enorme esfuerzo (siempre lo es) pero multiplicado por el nivel de incerteza creciente que nos fue dando el paso de los días, las semanas, los meses de encierro, de cierre de fronteras, de reducción de las posibilidades de viaje a cero en un momento. Todo esto nos llevó a reforzar muchas de las dinámicas que ya veníamos desarrollando como la producción in situ de las obras, a lo que se sumó en este extraño período la participación remota de los artistas. Esto nos llevó a ser más creativos que nunca, a ensayar formas de colaboración diversas y a convertirnos a veces en las “manos” de un artistas que a miles de kilómetros indicaba cómo llevar adelante un trabajo o cómo ajustar la iluminación de las salas, por ejemplo.
— Aníbal Jozami: A la definición de Resistencia sumaria la de resiliencia ya que no sólo se trató de resistir en situaciones adversas sino de desarrollar capacidades para superar circunstancias traumáticas como las del encierro pero también las de estar escuchando día a día el recuento de infectados, de muertos… En este sentido y para superar los límites de los que hablaba Diana que nos impedían viajar, reunirnos, etc. creo que hemos aprendido a manejarnos amigablemente con los sistemas que nos permitieron trabajar a distancia, tanto que hasta logramos incluir nuevas sedes con partners a quienes sólo habíamos tratado de manera virtual. Creo también que el hecho de que ya tenemos una historia, de que esta fue la tercera edición y que nuestra web es un archivo frondoso que nos muestra de modo plural y vasto ayudó seguramente a confirmar la mayor parte de las instituciones y colaboradores que ya integraban la “comunidad Bienalsur” así como a incorporar muchos nuevos.
— D.W.: Seguramente lo que llegó para quedarse es la flexibilidad. Este era en sí mismo un rasgo de Bienalsur que se acerca con la humildad del migrante a cada sitio, pero en estos tiempos la posibilidad de ser flexibles, de adaptarnos a situaciones inesperadas, de poder modificar condiciones de trabajo, fechas, dinámicas sobre la marcha y más de una vez sin dudas es el rasgo que más destacamos.
— A.J.: El trabajo no fue demasiado distinto ya que siempre hemos trabajado en equipo, pero las reuniones presenciales y los diálogos de evaluadores, curadores, artistas, productores, etc. pasaron a ser todos virtuales lo que nos llevó además a organizar enormes bases de datos, drives y otras formas de compartir los archivos con los que se estaba trabajando ya que durante casi todo el período no fue posible trabajar presencialmente desde las oficinas de Bienalsur. Parte de toda esta sistematización extrema y de esta modalidad virtual creemos que llegó posiblemente para quedarse. De todos modos también hay que decirlo, creemos que la visita a un sitio en forma presencial no reemplaza la visita virtual, pienso en los artistas con los que hicimos zoom en sala para que conocieran el espacio y pudieran pensar el “sitio específico” o las veces que nosotros pensamos y diseñamos muestras sin conocer físicamente las salas sólo a través de algunas videollamadas y por supuesto con fotos, videos, planos, renders… pero claramente no es lo mismo.
— ¿Cuáles han sido los tabúes tradicionales del mundo del arte que han logrado romper con Bienalsur? Ustedes rompieron con la idea de la bienal en un solo lugar y con un único tema como son la mayoría (Venecia, San Pablo, Berlín...), después de tres ediciones, ¿cuáles creen que son las ventajas y desventajas?, ¿cómo evalúan el desarrollo de este concepto en el tiempo?
— A.J.: Como solemos contar, Bienalsur surge justamente de la cantidad de conversaciones que tuvimos con Diana acerca de las características de las relaciones internacionales y cómo el circuito del arte refleja muchas de estas “inercias” y “preconceptos” norte-sur/ centro-periferia. Pensar en un proyecto bianual que fuera multipolar y polifónico fue lo que nos permitió empezar a trabajar más allá de las lógicas preestablecidas.
— D.W.: Otra de las cuestiones que suelen ser un lastre de la modernidad y de las lógicas de mercado es la de la “obra única”, “aurática”, cuando en verdad en tiempos en los que los artistas son -en palabras de Boltanski- como “escritores de partituras a la vez que directores de orquesta”, es posible tanto producir una obra a distancia o en ausencia del artista si se poseen los protocolos correspondientes, así como presentar una misma obra en simultáneo en diferentes latitudes para interpelar a distintos públicos y explorar también distintas percepciones.
— A.J.: Volviendo al tema de que llevamos adelante proyectos en simultáneo en latitudes diversas, creemos que a tres ediciones de profundizar esta modalidad se va logrando un doble efecto: por un lado se recrean otros circuitos y se pone a la par instituciones, acciones, artistas que habitualmente no funcionaban de esta forma, y por otro lado, se establecen otras lógicas de intercambio, otras dinámicas que es justamente lo que buscamos.
— Ustedes han dicho que desde el arte y el pensamiento se puede contribuir a terminar con la grieta. ¿Cree que lo están logrando con Bienalsur?
— D.W.: En el mundo existen numerosas “grietas”, distancias, pre-conceptos que aparecen a la hora de pensarse y de pensar al otro. Por eso, elegimos pararnos desde el ámbito del arte para reivindicar uno de los derechos humanos proclamados de distintas formas desde 1789 y con claridad en 1948: el derecho a la cultura. Porque creemos en la capacidad de lo simbólico de presentar otras vías de acceso a lo real y con ellas a otros modos de pensar, creemos que trabajar desde las producciones simbólicas interpelando a distintos públicos permite llevar a cabo una de las aspiraciones de Bienalsur como es la de habitar la diversidad, o al menos contribuir a hacer este ejercicio de convivencia en/entre la diversidad.
— La Untref es una universidad laica pero ustedes suelen conversar con el Papa y a este le interesa Bienalsur, ¿a qué cree que se deba su interés?
— A.J.: Siempre me interesó el ecumenismo. Desde la Fundación Foro del Sur, un espacio que creamos con Martín Kaufmann en 1993 y que seguimos sosteniendo, hemos llevado adelante numerosas acciones en este sentido. UNTREF es una universidad pública y laica, por supuesto, en ella conviven como es lógico, distintos credos y posiciones de pensamiento. Desde mi posición académica y profesional y como ciudadano en cada una de las instituciones desde las que actúo me parece importante, hablar con actores de distintos horizontes culturales, diferentes representantes de estados, credos, etc. El Papa forma parte de esta diversidad de horizontes. No me puedo considerar su amigo, porque sería un honor desmedido, pero sí puedo decir que en muchas ocasiones lo he consultado. Admiro su vocación por la justicia social, su preocupación por los migrantes, el interés por llegar a personas de latitudes y condiciones de lo más diversas. En este sentido, creo que es allí donde radica el interés del Papa por Bienalsur, en tanto proyecto global, horizontal que busca la convivencia en la diversidad. Esta misma cualidad es la que llevó a que Bienalsur fuera uno de los 10 proyectos culturales invitados al Foro internacional para la paz convocado en París en noviembre de 2019.
— ¿Cuáles son los desafíos/propuestas para 2022? ¿Qué podrían adelantarnos de la próxima edición de la bienal?
— A.J.: Bienalsur es un continuum. Esto nos lleva a decir que es un proyecto que se despliega en tramos de dos años, no que ocurre cada dos años. En este sentido, podemos anunciar que en marzo de 2022 lanzaremos el llamado abierto internacional para la cuarta edición programada para 2023. La agenda aún no está cerrada pero sí sabemos que el 01/03/2022 lanzaremos nuevamente el llamado abierto internacional libre.
— D.W.: También sabemos dentro de este continuum, como lo definió Aníbal, que a lo largo del año próximo llevaremos adelante un extenso programa de encuentros Sur Global, plataforma de diálogo y pensamiento de Bienalsur y a la par seguiremos enriqueciendo los contenidos de Bienalsur.TV con nuevos documentales, diálogos y proyectos.
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