El miércoles 5 de enero, en el Aeropuerto John F. Kennedy, ciudad de Nueva York, un escuadrón del FBI abordó a un hombre: Filippo Bernardini, editor italiano, 29 años. “¡Manos arriba!”, fue el grito de los oficiales mientras el resto de los viajeros que acaban de aterrizar miraban estupefactos. La acusación es fraude electrónico y robo de identidad. Según la investigación, hace cinco años que roba manuscritos de libros inéditos. Ethan Hawke y Margaret Atwood, entre las víctimas.
“Eran robos desconcertantes, sin un motivo claro o una recompensa, y ocurrieron en el elegante y no particularmente lucrativo mundo de las publicaciones”, cuenta Elizabeth A. Harris en The New York Times. Esta práctica ya está estudiada y se conoce como phishing: término en inglés que designa el engaño a una víctima ganándose su confianza, haciéndose pasar por una persona, empresa o servicio de confianza. En este caso, las víctimas entregaban sus libros inéditos.
Bernardini se hacía pasar por un profesional de la edición; de algún modo lo es. Trabajaba como coordinador de derechos de Simon & Schuster Reino Unido. La prestigiosa empresa emitió un comunicado donde dicen que sus editores están “conmocionados y horrorizados” por el escándalo y que, a raíz de esto, Bernardini ha sido suspendido hasta que se esclarezcan los hechos. Eso lo determinará el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York.
“La custodia de la propiedad intelectual de nuestros autores es de primordial importancia para Simon & Schuster, y para todos en la industria editorial, y estamos agradecidos con el FBI por investigar estos incidentes y presentar cargos contra el presunto perpetrador”, se lee en el comunicado. Por ahora, la investigación es al acusado, no a la empresa editorial fundada en Nueva York hace casi cien años, el 2 de enero de 1924, por Richard L. Simon y M. Lincoln Schuster.
¿Cómo actuaba Bernardini? Enviaba mails haciéndose pasar por editores destacados, empleaba nombres de dominio de internet ligeramente modificados como penguinrandornhouse.com en lugar de penguinrandomhouse.com, colocando una “rn” en lugar de una “m”. Según la investigación, registró más de 160 dominios de fraudulentos. Los autores ingresaban a esos sitios, creaban usuarios, contraseñas y sus derechos eran fácilmente vulnerados.
“Bernardini dejó pocas migajas digitales en línea”, cuenta Elizabeth A. Harris. Su apellido no figuraba en Twitter ni en LinkedIn. Se definía como alguien con una “obsesión por la palabra escrita y los idiomas”. Según su perfil de LinkedIn, obtuvo su licenciatura en idioma chino de la Università Cattolica en Milán, una maestría en publicaciones de la University College London y fue traductor de italiano para Our Story, las memorias del autor de cómics chino Rao Pingru.
Estaba claramente familiarizado con la industria. Usaba el término “ms” para referirse a manuscrito y conocía el complejo proceso en el que un archivo en la computadora se convierte en un artefacto de papel o un ebook. Margaret Atwood, autora del Cuento de la criada y Alias Grace, y Ethan Hawke, destacado actor de Hollywood y Brodway y también novelista, son los casos más llamativos, pero también hay víctimas de Estados Unidos, Suecia y Taiwán, entre otros países.
La estafa parece estar bastante clara, sin embargo la investigación sigue su curso y hay varios cabos por atar. El más importante sigue sin revelarse: ¿por qué lo hacía Una vez que obtenía esos libros inéditos, Bernardini no los ofrecía en el mercado negro. “Lo que ha estado robando”, dijo el cazatalentos literario Kelly Farber, “es básicamente una gran cantidad de información que cualquier editor de cualquier lugar podría utilizar en su beneficio”.
El fiscal federal Damian Williams, en un comunicado que anunciaba el arresto del editor italiano, dijo que “esta historia de la vida real ahora se lee como una advertencia”. ¿Es probable que el phishing merme o comience a desaparecer a partir de este caso? Todo es posible. Lo cierto es que Bernardini buscaba algo más que dinero con sus estafas. ¿Poder, tal vez? Habrá que ver qué datos sigue revelando la investigación.
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