Rodrigo Fernández Engler, del estreno de “Yo, traidor” al recuerdo de su tatarabuela maestra

El joven director presenta su nueva película, protagonizada por Mariano Martínez, y revela una particular historia familiar vinculada a un hito de la educación en Argentina

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Rodrigo Fernández Engler, director de "Yo, traidor"
Rodrigo Fernández Engler, director de "Yo, traidor"

Luego de dos exitosas películas sobre la cuestión-Malvinas -Cartas a Malvinas y la premiada en el Festival de Mar del Plata 2017 Soldado Argentino sólo conocido por Dios-, el director santafesino (cordobés por adopción) Rodrigo Fernández Engler estrena Yo, traidor, una historia familiar de cuentas pendientes e hijos pródigos que protagonizan Mariano Martínez, Jorge Marrale, Arturo Puig, Mercedes Lambre y Osvaldo Santoro. “Esta es una temática distinta pero con un mensaje común. Las circunstancias no son las mismas, pero en el fondo es muy parecido: son historias de un viaje, espiritual e introspectivo, de segundas oportunidades, de alguien que vuelve al entorno familiar…”, define el director a Infobae Cultura.

“Esta es la película más personal que haya hecho. En 2007 perdí a mi papá y eso obviamente me generó un profundo dolor, se fue muy joven. A partir de eso escribí esta historia. Casi una década después, cuando fui papá por primera vez, a finales de 2016, algo se reactivó en mí y me llevó a cerrar este círculo. Creo que también es autorreferencial porque como dice el afiche de la película, esta es la historia de todos nosotros”, resume Fernández Engler, un joven director que tiene como definitiva influencia a Steven Spielberg y admira particularmente a Juan José Campanella. “De Spielberg vi casi todas sus películas y ha sido una gran inspiración para mí, sobre todo por la variedad de registros que maneja: una persona capaz de hacer Jurassic Park y a los seis meses, filmar La lista de Schindler... Y de Campanella me gusta toda su obra. Lo admiro por considerarlo un gran narrador de historias”.

"Yo, traidor", con Mariano Martinez y Jorge Marrale
"Yo, traidor", con Mariano Martinez y Jorge Marrale

En Yo, traidor, Mariano Martínez interpreta a Máximo, un joven y ambicioso abogado, hijo menor de una poderosa familia de pescadores. A partir de la venta de la empresa familiar, intenta armar un negocio que a priori es beneficioso para todos. Llega a Perla del Mar, un pueblo pesquero en la Patagonia argentina, donde conoce a varios personajes que habrán de cambiar el panorama: un agradable y enigmático empresario, un pescador artesanal y sobre todo, a una una hermosa y solitaria mujer.

Con todos estos ingredientes, lo que aparenta ser el inicio de un imperio económico, tropieza con una situación que comienza a complicarse: Máximo ve cómo tambalean sus propios principios y los límites de sus valores comienzan a correrse. “En algún momento de nuestras vidas todos somos el hijo pródigo que regresa, que ha desviado el camino y necesita volver a las fuentes, a ese lugar del que nunca nos tendríamos que haber ido. Por lo menos, en las circunstancias que vive Máximo, el personaje de esta historia”, detalla el director.

Una escena de "Yo, traidor", con Mariano Martinez y Osvaldo Santoro
Una escena de "Yo, traidor", con Mariano Martinez y Osvaldo Santoro

Familia y educación

Saliendo de la ficción, un detalle familiar de Fernández Engler resalta por su particularidad intrínseca. Su tatarabuela, Francis Gertrudis Armstrong, fue una de las 61 maestras estadounidenses pioneras que, entre 1869 y 1898, llegaron contratadas por el gobierno argentino para trabajar -e incluso fundar- escuelas normales del interior del país. “Esta historia la conozco desde chico, mi papá me lo había contado y también mis tíos. Es como para hacer una película…”, reflexiona Rodrigo. Pero antes que película, hubo libro: el excelente Las señoritas, de Laura Ramos, con una depurada investigación y crónica sobre las vidas de esas maestras que, según la autora, “sembraron los ideales de honradez, de valoración del trabajo y el esfuerzo y sobre todo de la autonomía de las mujeres. Las camadas de maestras argentinas que sucedieron a las sarmientinas dan cuenta, aunque sea fragmentariamente, de aquella visión del mundo”.

“Francis era mi tatarabuela por parte paterna, que llegó a los 22, 23 años, anduvo por San Nicolás, luego por Salta y va a Córdoba donde fundó el Colegio Carbó. Que llevó ese nombre porque, en su condición de mujer protestante, no le fue permitido ponerle el suyo, y por eso eligió el de su asistente, Alejandro Carbó”, detalla. Y agrega: “Lo que sé es que era una mujer de carácter muy fuerte, muy decidida, que supo enfrentar al sistema de ese momento. Es una historia realmente interesante y creo que tarde o temprano será motivo de una película que haré yo o algún otro cineasta. Estas mujeres vinieron muy jóvenes a un país desconocido y sin embargo hicieron una tarea tan relevante, y dejaron su impronta en la conformación del sistema educativo argentino”.

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