5 años sin Piglia: ¿cuál es su mejor libro?

Escritores, críticos y editores de distintas generaciones eligen su texto favorito del gran autor e intelectual argentino, que dejó una obra inmensa entre la crítica y la ficción

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Ricardo Piglia murió el 6 de enero de 2017 (Télam)
Ricardo Piglia murió el 6 de enero de 2017 (Télam)

Se cumplen cinco años de la muerte de Ricardo Piglia y lo primero que viene es la sorpresa: cómo puede ser que haya pasado tanto tiempo. Es cierto que el mundo estuvo suspendido por un virus y eso altera las distancias, pero: ¿ya cinco años?

El tiempo, con los escritores, corre distinto. Por eso, fue la misma sorpresa cuando se cumplió un año y dos y tres, y será igual cuando pasen diez y quince y veinte. Piglia es un autor que intervino en la Argentina de forma tal que es casi imposible no pensarlo en presente.

¿Cómo darle dimensión a la influencia que ha ejercido y que todavía ejerce en la literatura? Más de una vez se ha señalado que Piglia fue uno de los escritores que les “enseñó a leer” a varias generaciones de escritores. En esta encuesta, distintos referentes de esas generaciones eligen su libro de Piglia favorito.

"Los diarios de Emiliio Renzi" son unos de los libros más mencionados por los escritores
"Los diarios de Emiliio Renzi" son unos de los libros más mencionados por los escritores

Jorge Consiglio, escritor: Lo que más me gusta son los Diarios de Emilio Renzi, donde está toda la mitología y la estética de Piglia. Por una parte, hay una cuestión que refuerza el verosímil de una manera brutal, porque es él hablando de su vida. Y por otra, todas lo que cuenta tienen otro sentido, otro significado. Por ejemplo, la historia de cuando él era chiquito y sale a la vereda a hacer de cuenta que lee, y pasa Borges —él dice que es Borges— y le dice: “El libro está al revés”. Son historias que sostienen una multiplicidad de lecturas y, sin embargo, son su propia vida como un relato.

Santiago Llach, escritor: Leí todos los libros de Piglia. El que más me gusta es Prisión perpetua. Es un diario estallado publicado en el 88 que preludia los modos de escribir y de leer después de Internet. Es psicóticamente metatextual y tiernamente confesional. La vida y la escritura de Piglia parecen ser el acting de la depresión del padre después del golpe del 55. En Prisión perpetua están la pasión teórica, la falla sentimental y la poesía de los bordes de la mente.

“En Prisión perpetua están la pasión teórica, la falla sentimental y la poesía de los bordes de la mente”, Santiago Llach

Maximiliano Crespi, crítico y editor: El libro al que no dejo de volver es Crítica y ficción. Aún guardo subrayado el ejemplar de Fausto que discutimos con Mariano Granizo a fines de los 90 y que hoy copa mis conversaciones con Mauro Libertella. Es el Piglia más interesante, el lector de vanguardia que leyendo es capaz de operar transformaciones políticas en el corpus de la tradición. No es una lectura de crítico; es una lectura de escritor, donde la imaginación y la forma del ensayo se apropian del género conversación. Una máquina literaria que transforma lo existente en un ejercicio de prestidigitación y da lugar a sentidos nuevos.

La portada original de "Respiración artificial"
La portada original de "Respiración artificial"

Luciano Lutereau, psicoanalista: Yo podría decir que Respiración artificial me gustó menos por cómo estaba escrito que por el aparato crítico que suponía y que me llevó a interesarme más por el Piglia crítico antes que el novelista. Y fue con Formas breves, ese pequeño librito imperfecto, que lo admiré por su espontaneidad y libertad para hablar como lector —algo que no me pasaba con otros críticos que había leído antes—. Ahí ya lo descubrí como alguien capaz de enseñar, sin asumir la pose del profesor. Por eso las clases de Las tres vanguardias me apasionaron.

Julieta Mortati, escritora y editora: Empecé a leer el primer tomo de los Diarios en un avión a Montevideo. A media hora del despegue el piloto anunció que debíamos aterrizar de emergencia en Mar del Plata. Yo estaba leyendo muy compenetrada la suerte de Renzi en esa ciudad, ensimismada con la convicción de un escritor, el frío nuevo. Suele darme miedo volar, pero en ese momento, no me importaba mucho lo que estuviera sucediendo mientras no me interrumpiera la lectura. Llegando a Mar del Plata, el avión encaró al mar como si hubiera perdido el control, pero estaba tan hermoso el día, el sol hacía brillar el agua plateada, y eso no parecía posible. Luego el piloto hizo una maniobra, el ala izquierda casi salpicó a las gaviotas intrépidas que volaban alrededor de las turbinas y encaró a la costa. Pocos minutos después yo estaba en la cafetería del aeropuerto esperando el avión de regreso a Buenos Aires mientras acompañaba a Renzi caminar por la rambla. El viaje hacia un destino no planeado, ese mar, ¿acaso no fue Renzi quien comandaba la nave llamada el poder de la ficción?

Blanco nocturno es una maquinaria narrativa genial que construye un pueblo chico, también por lo infernal, que es al mismo tiempo un universo completo”, Raquel San Martín

Raquel San Martín, editora y poeta: Blanco nocturno es un policial en medio de la pampa, que es a la vez la investigación de un asesinato, el relato de una trama de negociados y tráfico de intereses que involucran a todo un pueblo y la historia trágica de una familia, todo envuelto por los ecos de la política argentina de comienzos de los años 70. Una maquinaria narrativa genial que construye un pueblo chico, también por lo infernal, que es al mismo tiempo un universo completo.

"Nombre falso", de Ricardo Piglia, elegido por Hernán Ronsino
"Nombre falso", de Ricardo Piglia, elegido por Hernán Ronsino

Hernán Ronsino, escritor: Hay muchos libros de Piglia que me han marcado muy fuerte. Leer a Piglia me alteró la manera de leer. Por eso para elegir un libro prefiero elegir Nombre falso, el primero que leí. La edición amarilla de Seix Barral con esa foto de solapa que le daba un aire a Gramsci. Hay varios personajes que recuerdo con nitidez de esos cuentos: el Vikingo, la loca, Renzi viajando a Mar del Plata, Kostia. El comienzo de “La loca y el relato del crimen” es de las pocas cosas que me sé de memoria.

Ariel Magnus: Leí Respiración artificial de jovencito y me voló la cabeza. Recuerdo haber pensado: así es como debe escribirse sobre literatura, y sobre teoría literaria, en el marco de la ficción, el ideal para ser riguroso sin perder la creatividad. Hace no mucho releí la parte de Kafka y Hitler y, contra mis temores, me sigue pareciendo entretenida y consistente.

“Leer a Piglia me alteró la manera de leer. El comienzo de ‘La loca y el relato del crimen’ es de las pocas cosas que me sé de memoria”, Hernán Ronsino

Edgardo Scott, escritor: Elijo Prisión perpetua. No sé si es el libro que más me gusta solamente, pero es el libro que siempre recomiendo a alguien que no leyó a Piglia o que lo leyó y por diversos motivos lo abandonó —esto es muy usual, y creo que ha sido poco analizado: las dificultades de su obra—. En Prisión perpetua está el mapa completo de sus libros que es, ante todo, un mapa concentrado de la cruza de géneros, el gran hallazgo y acierto de Piglia.

Cecilia Fanti, escritora: Entré a Letras con pocas lecturas, entonces el primer Piglia que leí es el crítico. Piglia me enseñó a leer junto con Altamirano, Sarlo, Terán, Viñas. No dejo de leer los ensayos de La Argentina en pedazos y los recomiendo todo el tiempo y los uso cuando doy clase. Los prólogos de La serie del recienvenido de Fondo de Cultura son iluminadores. El otro día releía El río de las congojas y vi cómo armaba la trilogía con El entenado y Zama: una conexión natural, pero que, al mismo tiempo, necesitabas que te la dijera para verla claramente. Como lectora de Piglia, yo leo con Piglia. Dicho esto, y puestos a elegir, el primer tomo de los Diarios es de un nivel de puntillismo, mesura, pasión y desborde que me parece único.

Ricardo Piglia con un ejemplar de "El último lector"
Ricardo Piglia con un ejemplar de "El último lector"

Virginia Cosin, escritora: “El detective es un loser. El perdedor, el que no entra en el juego, es el único que conserva la decencia y lucidez. Ser un loser es la condición de la mirada crítica”, dice en una de mis citas de cabecera Piglia en El último lector. No sé si es mi favorito, pero es el que tengo más subrayado y lleno de notas en los márgenes. Mi ejemplar está todo escrito y eso es, creo, el efecto de la resonancia que produce una lectura fuerte: el desborde.

Carlos Gamerro, escritor y crítico: ¿Qué novela nos sacó de la dictadura? En mi caso, fue Respiración artificial sin duda. Porque Ricardo pudo escribirla y publicarla durante la dictadura, y estaba todo ahí, para que nosotros lo viéramos, bajo las narices mismas de los represores. Porque logró actuar la desaparición del profesor Maggi sin necesidad de decirla. Porque pudo poner la dictadura en el contexto de la literatura y la historia argentinas, y también mundiales, asignarle un lugar entre Rosas y Sarmiento, Kafka y Hitler, ayudándonos a entenderla y entendernos. Y porque es un libro cuya cada frase nos inunda, todavía hoy, de placer físico.

Los Diarios de Emilio Renzi son un manual al que vuelvo para eyectar algo de mi escritura cuando está detenida”, Camila Fabbri.

Camila Fabbri, escritora: Mis libros favoritos, al menos en este momento, son los Diarios de Emilio Renzi. Más precisamente, el primer tomo. Me resignificó el género. Descubrí una manera de volcar cierta inteligencia en lo cotidiano, donde el personaje viaja en tren y camina por Buenos Aires o por las afueras, y tiene ideas iluminadoras sobre cosas mundanas o universales. En la infancia quería vivir en la casa de Mafalda y tener esos amigos: me pasa lo mismo con el diario de Piglia, me gustaría estar sumergida en esos lugares. Es una especie de magnetismo. Ahora estoy releyendo el segundo tomo porque me ayuda a escribir, también. Es un manual al que vuelvo para eyectar algo de mi escritura cuando está detenida.

Martín Felipe Castagnet, escritor: Sigo prendado de Respiración artificial, una novela policial donde la víctima es un país entero y donde todo lo que parece secreto está obscenamente a la vista. El escritor/lector —Alberdi, Tardewski, Maggi, Renzi— no es sólo el detective sino también un “autor intelectual” del verdadero crimen, que es descubrir la verdad de la historia; por eso la posición desde la cual investiga solo puede excéntrica, exiliada.

La portada actual de "Respiración artificial"
La portada actual de "Respiración artificial"

Patricio Pron, escritor: Muchos de los libros de Piglia fueron formativos para mí —Nombre falso, Prisión perpetua, La ciudad ausente…— y seguramente están presentes de algún modo en los libros que yo mismo he escrito. Pero, puesto a elegir, me quedo esta vez con los Diarios de Emilio Renzi. Durante años dudé de su existencia, que atribuía un poco a la producción de esos efectos propios del complot que tanto le gustaban a Piglia y otro poco a su sentido del humor. Pero los Diarios sí existían, y lo que dicen sobre su autor y sus contemporáneos y su época es tan iluminador como lo que no dicen. Piglia, siempre il miglior lettore, tenía razón: a los otros libros los escribió para que alguna vez alguien leyera sus Diarios, su obra secreta y esencial.

María Sonia Cristoff, escritora: Me encanta el Piglia de Las tres vanguardias porque se supone profesor pero en realidad nunca deja de ser escritor y es así que puede decir que va a analizar la obra de tres autores, y de hecho hacerlo, y hacerlo magníficamente, pero no al modo del crítico distante que analiza representaciones sino al modo del colega que, cual topo, analiza cuáles son las estrategias a partir de las cuales quienes escriben logran postular una poética propia que invalida otras y crea nuevas reglas del juego.

“Sigo prendado de Respiración artificial, una novela policial donde la víctima es un país entero y donde todo lo que parece secreto está obscenamente a la vista”, Martín Felipe Castagnet

Diego Cano, escritor: A mí me gusta Respiración Artificial. Asumiendo las críticas que se la hacen, me sigue pareciendo una novela, en su género, atrapante. Con género quiero significar que no se trata de una literatura de los sentidos y los cuerpos, sino una novela que tiene un aire ensayístico, que quiere parecer inteligente. Por eso el narrador se impone con su saber y Tardewski pierde por anticipado los debates con Renzi. Como dice Ricardo Strafacce, Renzi se parece a Oliveira y Tardewski a Gregorovius, y creo que todos hemos leído con placer en la juventud a Cortázar y a Piglia.

Sonia Budassi: Más allá de su ficción, siempre interesante, Piglia es ese gran maestro, lúcido, inteligente, y de los que saben como pocos extraer, didáctico y riguroso al mismo tiempo, teorías, preguntas, conceptos, a partir de anécdotas que nunca son banales aunque tienen esa hipónosis de la intriga policial, ese atractivo propio del entretenimiento. Por ejemplo, en la conferencia “Literatura y traducción” que dictó en la Universidad Alberto Hurtado de Chile cuenta la manera en que El Quijote se tradujo al chino, un caso extraordinario. Lin Shu era un gran escritor que no conocía otra lengua que no fuera la suya. Un día, su ayudante empezó a relatarle diferentes episodios del texto cervantino. Lin Shu fue traduciéndolo y en 1922 publicó Historias de un caballero loco, una versión creativa basada en el texto oral, con la firma de Cervantes. La situación es muy borgeana, según Piglia, heredero y hábil jugador dentro de aquella tradición polémica, repleta de plagios. “Me gustaría escribir un relato con las conversaciones que se daban cuando el asistente llegaba para contarle”, dijo. Los grandes escritores logran, a través de la recreación de escenas —en charlas, entrevistas, obras— condensar sentidos múltiples. Es memorable, también, la escena relatada en el primer tomo de Los diarios de Emilio Renzi: allí, un niño de unos 4 años, lee en la estación de Adrogué, un libro para —es mi interpretación, Piglia lo dice, claro, mucho mejor— hacerse el importante. Hasta que un adulto le señala que el libro está al revés. En aquel libro, escribe, imagina que, quizá, ese adulto es Borges.

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