Creo que la autobiografía del músico, cantante y actor Miguel Bosé, del español nacido en Panamá, es, para mí, un excelente libro de reposera. Se llama El hijo del Capitán Trueno, está publicada y distribuida por Planeta en Hispanoamérica y, a esta altura, tiene varios desertores, varios lectores que la han abandonado –es muy larga–, y al respecto, varias cosas para decir.
La primera de ellas, que se comprende esa deserción porque, estratégicamente, Bosé decidió contar una primera parte de su vida y dejar su vida artística, el comienzo de su carrera y su adultez para un acuerdo comercial puntual que tuvo con una plataforma. Por lo que, lo que no cuenta en el libro es lo que reservó para ese documental que producirá una gran plataforma.
Esa decisión me parece ilustrativa del tiempo presente, en el sentido de que justamente cada vez más vamos a ver cómo la industria cultural promueve tanto estas decisiones como una economía narrativa de esa materia prima que puede ser una vida rutilante: reservar para un libro de la industria editorial algunas cosas y guardar otras para otro negocio. Diversificar, en este sentido, el negocio narrativo.
Y es por eso que creo que no respecto de su propia vida, pero sí de la de sus padres, El hijo del Capitán Trueno es un libro interesantísimo, y es, quizás, uno de los últimos relatos sobre el siglo XX. Porque Dominguín y Lucía Bosé, los padres de Miguel Bosé, fueron dos de las figuras más atractivas, más magnéticas y más abordadas por la prensa del jet set internacional durante décadas. El modo en el que él los ve, los recuerda, los padece está narrado en detalle.
Desde ya, al libro le sobran algunos capítulos, pero no se puede dejar de mencionar que el capítulo de la relación de su madre, sobre todo, y de él mismo con Pablo Picasso es un capítulo que en sí mismo es una película. En este libro sí llega a contar Miguel Bosé que su primera vez con una femineidad fue con la, yo diría, totémica Amanda Lear y su primera vez con un hombre fue con Helmut Berger, el actor europeo que era pareja de Luchino Visconti, que tiene mucha andanza y filmografía encima. También la relación con Dalí, en ese punto, no sexual, pero el modo en el que él los conoce a Dalí y a Gala.
Todo eso más otro montón de anécdotas ahí consignadas hacen, insisto, de El hijo del Capitán Trueno una suerte de álbum fotográfico del siglo XX. Han pasado ya veintiún años, casi veintidós del siglo XXI, pero para cierta nostalgia, para ciertos recuerdos, que está bueno recuperar, funciona y muy bien. Insisto, como postal inoxidable del siglo XX más brillante.
* Franco Torchia es graduado en Letras (UNLP). Trabajó en Clarín, Revista Ñ y Fundación Proa. Fue la voz en off y el guionista del ciclo Cupido (Turner Latinoamérica), conductor de Televisión Abierta, además de participar de otros ciclos televisivos. Desde 2013 conduce en LaOnceDiez No se puede vivir del amor, único programa radial diario sobre diversidad sexual del mundo, por el cual en 2021 obtuvo el premio Carlos Jáuregui. Es autor de El libro de Cupido (PGR, 2014) y Orgullo y barullo. Las entrevistas de “No se puede vivir del amor” (Indie Libros, 2019).
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