Sole Otero: “Mi lector es argentino, es lo que siempre me imagino cuando escribo”

De paso por Buenos Aires, la joven y talentosa ilustradora resume en esta entrevista sus motivaciones de creación y las claves de su premiada novela gráfica “Naftalina”

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Sole Otero (Foto: Facebook)
Sole Otero (Foto: Facebook)

“¿Se puede vivir sin política? ¿No es eso también un acto político?” Estas dos preguntas, lacerantes y necesarias en cualquier momento de la vida, son las que se hace a sus 18 años recién cumplidos Rocío, la protagonista de Naftalina (Salamandra Graphic), en la nueva y premiada novela gráfica de la historietista e ilustradora Sole Otero (Buenos Aires, 1985). Estos cuestionamientos parecen propios de esa edad que es más un precipicio que una instancia cronológica: esa etapa que tiene lugar entre el fin de la adolescencia y el comienzo de la adultez. En ese preciso momento está Rocío. Es decir, está en el medio de una crisis existencial. Tiene una cámara y la apasiona la fotografía pero no está segura de seguir ese deseo porque quiere complacer a sus padres, indaga sobre el lugar que tiene la amistad en su devenir diario y acaba de llegar a la casa de su abuela recién fallecida donde empieza a repasar su historia familiar. Pero este encierro tiene un afuera trascendente: la novela está situada en el corazón del estallido social del 2001, que Rocío sigue a través de la radio y la televisión.

Todos estos condimentos hacen de Naftalina una obra que puede parecer consagratoria, con su XIII Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic incluida (“lo viví como señal de que tenía que irme del país”), y sin embargo es el resultado de un recorrido que Sole Otero viene construyendo desde 2015 cuando publicó en España su primer libro La pelusa de los días. Es en este sentido que Naftalina dialoga muy bien con sus dos últimos libros: Poncho fue e Intensa. Esta suerte de trilogía es atravesada por intereses muy particulares de la autora (la pareja, la familia, el género, la amistad, entre otras) junto con una preocupación por ver de qué modo se manifiesta el presente social en sus historias (las protestas del 2001, el feminismo, la violencia de género, entre otras). Lo que sí puede vislumbrarse con la salida de Naftalina es que es un texto que la posiciona definitivamente como una de las historietistas argentinas con más proyección internacional. Y eso modificó su situación geográfica y tuvo que buscar un nuevo centro de operaciones.

Cuenta Otero, que está de paso por Buenos Aires: “Estoy viviendo en Francia haciendo una residencia. En una ciudad llamada Angoulême, capital mundial de la historieta según la UNESCO. Quería irme a Europa por una cuestión de trabajo y terminé eligiendo este lugar. Es una ciudad de gente joven, porque hay muchos estudios de animación, y siempre pasa algo. Es cosmopolita pero tranqui. Me hice muchos unos amigos.”

“Naftalina” (Salamandra Graphic) de Sole Otero
“Naftalina” (Salamandra Graphic) de Sole Otero

Mientras terminaba la secundaria (“quería ser escritora, tenía como modelo a Agatha Christie”) y pensaba qué hacer de su vida, Sole Otero descubrió el manga y se puso a dibujar sin pausa: “fue a partir de la Revista Láser. Me enganché con eso de hacer una historieta un poco más adulta. Y empecé a estudiar historieta, caricatura y dibujo”, dice.

A nivel dibujo, el manga no la convencía y lo sentía extraño. Entonces se puso a buscar qué otros estilos podía abordar para sentirse cómoda. Se sintió a gusto con la historieta francesa, con el estilo, con la manera de dibujar y pintar: “Comencé a tener laburo de ilustradora y me dediqué a eso profesionalmente mientras estudiaba una carrera y de forma más solapada hacía historieta. Pasé demasiado tiempo laburando con digital, así que cuando volví al papel y a la tinta fue una nueva revelación”, recuerda la artista que viene trabajando como ilustradora infantil para editoriales de todo el mundo desde el año 2006. Luego, se recibió de diseñadora textil en la UBA en el 2010 y dio diversos talleres de bordado, tejido y fieltro agujado.

“Me costó relacionarme con el tema del arte. Lo hice recién cuando estaba en la facultad porque no tuve motivaciones más allá de lo técnico. Mis padres sí me inculcaron la lectura, me compraban un montón de libros porque tenían esa idea en la cabeza. Leíamos un montón y teníamos una biblioteca infantil bastante buena. Me gustaba más leer que hacer otras cosas”, cuenta. La salida de sus dos primeros libros, La pelusa de los días y Las botas rojas, le marcaron el camino que sigue hasta el día de hoy.

Ilustración del libro “Naftalina”
Ilustración del libro “Naftalina”

Dice la artista rosarina María Luque: “Por un tiempo coincidimos con Sole Otero en Buenos Aires y nos gustaba trabajar en el mismo bar. Juntábamos dos mesas porque sus páginas son enormes. Me encantaba saber que ella planea todos sus libros de principio a fin antes de empezar a pintar. Era hermoso ver cómo avanzaban los colores, me impresionaba su velocidad. Creo que Sole nos va a seguir maravillando con sus historias, siempre está pensando en el próximo libro.”

Sole Otero (Captura YotuTube)
Sole Otero (Captura YotuTube)

“La salida real de un libro, para mí, es cuando sale en Argentina”, cuenta Sole Otero. Se refiere a que la pandemia retrasó más de un año la llegada de Naftalina a la mesa de novedades de nuestro país. España fue el primer lugar donde se publicó. “Vivo en Francia pero siempre estoy pensando en la publicación en Argentina. Mi lector es un lector argentino, es lo que imagino cuando escribo”, explica.

Naftalina forma parte de un masterplan que tiene Sole Otero y es realizar dos trilogías que, de algún modo, se complemente: una realista y una más bordeando el fantástico. “Poncho fue y Naftalina forman parte de esa trilogía más realista o de temas más serios, más dramáticos; en cambio Intensa es la primera de las historietas de género fantástico. Y en realidad son libros que abordan algo que me interesa mucho y que son las relaciones y los vínculos entre los personajes”, cuenta Otero como quien tira una señal hacia el futuro. La idea también era buscar nuevos desafíos y es por eso que Naftalina tiene esa complejidad: muchos personajes, varios niveles históricos superpuestos, espacios y conflictos sociopolíticos que entran en tensión. “También quería salirme de la cosa romántica. Hablar de las relaciones entre mujeres, constelaciones familiares.”

Rocío, la protagonista de Naftalina, trata de entender por qué estuvo tan alejada de su abuela, recientemente fallecida, y, además, por qué no puede congeniar y dialogar con su madre. Las mujeres de esta novela gráfica están puestas en conflictos internos y externos a los que les cuesta encontrarle la vuelta. Es por eso que Naftalina se corre del lugar común social: las amigas pueden fallar, las madres pueden oprimir, las abuelas pueden ser despreciables. “Hay estereotipos que me gusta complejizarlos. Quiero mostrar tridimensionalidad en los personajes. Venía leyendo varios libros que enaltecían la figura de la abuela y quería salirme de ahí. Y quería hablar de esto porque mi abuela había sido un personaje difícil.”

Sole Otero
Sole Otero

Cuenta el periodista, fan del cómic y uno de los creadores del Festival Asterisco de cine LGBTIQ+ Diego Trerotola: “Sole Otero es de las amigas que siempre te recomiendan libros que te abren la cabeza, tanto de literatura como de historieta, porque es una lectora voraz. Podemos discutir sobre ciencia ficción, literatura contemporánea o historietistas de distintos linajes, o también de cine. En sus libros hay movimientos internos, cambios gráficos, narrativos y genéricos que no tienen tanto que ver con una evolución sino con un desarrollo múltiple. En Poncho fue e Intensa usa el acrílico como si fuese acuarela, pero en cada uno usando el color de una manera distinta. En Pangea dibuja en digital pero apela a lo monocromático, y en Naftalina sigue con el formato digital pero con una paleta de colores más abarcativa y con mayores recursos visuales.”

“Poncho fue” e “Intensa” de Sole Otero
“Poncho fue” e “Intensa” de Sole Otero

En la canción “Maradona Blues”, Charly García canta algo que parece ser la pregunta capital de esta novela gráfica de Sole Otero: “¿Qué es el pasado en nuestras vidas?” Los conflictos políticos, esas huellas del exterior en la propia existencia, son la materia prima en esta historia (Segunda Guerra Mundial, dictadura militar, estallido popular del 2001) y el modo en el que interviene una vida define la suerte de los personajes de Naftalina. “Siempre me resultó interesante pensar el recorrido de toda mi línea ancestral y cuánto tiene que ver con la manera en la que soy ahora”, reflexiona Otero.

“Y por otra parte me atraía reflexionar la crisis política y cuánto influyen las decisiones sobre las maneras de involucrarse siendo mujer. Todo está muy presente en Naftalina porque es en lo que estoy pensando en estos momentos para mi vida.” A 20 años de las manifestaciones populares de fines del 2001, esta novela gráfica demuestra que representó un quiebre generacional ineludible de la historia reciente. “Yo siento una conexión entre este momento actual y el 2001. Entre mi propia emigración y la que tuvo lugar en esa época. Yo no me fui del país más que por intereses personales pero siento una vibra similar entre ese pasado y este presente”, concluye Otero.

En un momento onírico de esta historia, Rocío, la protagonista, se dice: “No sé por qué nos preocupamos, no hay ningún tipo de futuro.” Naftalina se asoma a esos momentos de duda y conflicto interno en medio de un contexto de complejidad social. ¿Existe otra forma de vivir en este o en cualquier parte del mundo? Esta novela gráfica quiere responderse cosas de ese calibre. Canta Charly García en “Maradona Blues”: “Yo ya no existo sin pasado, / entre la oscuridad y la luz. / Yo sé que existo en otro lado”. Ese otro lado es el futuro. Todos lo sabemos, y esto es algo que se manifiesta en Naftalina, preguntarse sobre el pasado es mirar al futuro.

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