“Dice que no tiene paz pero es feliz”
Estoy terminando una obra en mi casa reacomodando todo lo que tuve que guardar en cajas para que se pudiera lustrar pisos, pintar, arreglar caños. Lo asombroso del proceso de desarmar las cajas es que los libros, las fotos, los papeles ya no vuelven al mismo lugar: haberlos movido les quitó un espacio físico dentro de mi “caos ordenado” como lo llama Walter Benjamin y tengo que crear una pequeña variación, sutil a veces, terminante otras (un libro que ya no tiene lugar). Para quienes leemos, los libros en sus diferentes formas — papel, kindle, pdf, fotocopia ya casi ilegible y subrayada — funcionan como un metrónomo de nuestra vida.
The modernist songbook: Standards y variaciones sobre formas muertas es un registro de un recorrido de lectura por libros amados. Y el amor a ciertos libros, a ciertas canciones, como todo amor pasional, tiene siempre algo que no se entiende, que está anclado en la memoria y en la pulsión de futuro. Ese pasado de la lectura que invita la relectura, a saciar por un momento la sorpresa de esa lectura inicial; los libros importantes, me parece son los que nos invitan a esa repetición.
El Modernist songbook ejemplifica una manera de leer y de vivir en la literatura. Es y acudo nuevamente a Benjamin un desorden tan familiar que adquiere la apariencia de orden. Siskind arma un canon modernista apropiando, triturando, extrañando a T.S. Eliot, H.D, e.e. cummings, Ezra Pound, Henry James, Yeats, pero también a Wong Kar Wai, a David Bowie, a Joni Mitchell, a Mirtha Rosenberg. Crea así un canon afectivo hecho de intervenciones desde el cuerpo, la emotividad, los ecos, la escritura y la traducción. Aparecen reproducidos los textos “originales” de estos autores y autoras y luego los diferentes momentos de traducción: algunas versiones que respetan la métrica pero no la rima, versiones libres, muy libres, que en la variedad de la lengua y en la localización temporal y geográfica van mostrando la apropiación; fragmentos invertidos o deslocalizados, lenguas que van perdiendo especificidad o que se entrometen.
En este cancionero plurilingüe, se intuyen las preocupaciones y las obsesiones que Siskind desplegó maravillosamente en sus ensayos Deseos cosmopolitas: Modernidad global y literatura mundial en América Latina publicado por Fondo de Cultura Económica en 2016 y Rumo a um cosmopolitismo da perda: ensaio sobre o fim do mundo, publicado por Zazie Edições de Rio de Janeiro en 2020. En Deseos cosmopolitas, Siskind analizó las obras de intelectuales modernistas latinoamericanos enfocándose en cómo autores como Rubén Darío utilizaban la idea de mundo como alternativamente como significante de universalidad y para explorar una serie de recorridos de autores y obras. Ese “mundo,” el mundo de la literatura mundial y de lxs intelectuales cosmopolitas se desplegaba en contrapartida con la particularidad latinoamericana. En Rumo a un cosmopolitismo de perda, explora en textos recientes la naturaleza fantasmática del mundo como estructura afectiva que ya no puede hospedar los deseos de pertenencia que caracterizaron el modernismo. En estos textos críticos, la subjetividad se escondía en el análisis de obras de otrxs; en el Modernist songbook está a la vista, deslumbrante y conmovedora.
Los capítulos del songbook se inician con fotocollages que son una evidencia visual de la lectura, la apropiación y la traducción y que muestran la materialidad y la corporalidad de la lectura, la necesidad de hacer añicos a nuestras obras favoritas, de ver en qué lugar del texto, en qué lugar preciso, quedó nuestra emoción, nuestra desazón, la marca de la identificación.
Un postscript ubica las procedencias de los originales y su lugar como sitio de traducción y como posible espacio de corte. Cuenta la historia de cada libro y de cada texto, de las lecturas, los encuentros, lxs compañerxs de lectura y de escritura. Explica cuáles libros se pueden destrozar, cuáles no; ¿Dónde están los standards y dónde las variaciones? ¿Qué maneras textuales, lingüísticas, sonoras y visuales llegan a este libro para transformarlo en una continuidad en el juego de lectura, relectura, improvisación y nuevos acordes?
De este libro y gracias al cuidado de la edición de Beatriz Viterbo, se puede decir lo mismo que dice Siskind de la edición de Eliot que despedazó: es hermoso. De esas obras completas de Eliot dice Siskind: “destruí más páginas de este libro que de ningún otro: guardo en una carpeta junto con mis borradores fallidos de Prufrock todos esos fragmentos desgarrados”. Aconsejo no leer el postcript hasta el final pero después leerlo más de una vez.
“El pasado,” dice Siskind, “es la música de todo lo que amamos pero no entendemos”. En un futuro posible, cada lector/a creará su propia historia de la lectura de este libro. The modernist songbook aguarda el resplandor de las lecturas, las relecturas, las traducciones, la tijera y la plasticola. En ese acto de intervenir desde la lectura textos ajenos se hospeda aún, me parece, una esperanza de la pervivencia del mundo como horizonte ético y solidario; de descubrirse escritx, entendidx, soñadx por otrxs.
*El texto fue leído por la autora de esta nota en la presentación del libro de Siskind
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