“Este álbum representa un viejo desafío que tenía pendiente con mi actividad: la grabación de un álbum prácticamente sin el contexto de banda -a pesar de que alternativamente figuran todos los integrantes de mi grupo- y con el eje puesto en las canciones, las letras y la intimidad”.
Miguel Cantilo vive con la naturalidad de la experiencia la edición de su nuevo trabajo: Corazón acústico, el disco-libro que conforma el registro número 16 de su carrera solista, integrado por un puñado de temas compuestos durante la obligada cuarentena en España. Temas que posteriormente grabó en Buenos Aires con su hijo Anael como productor y que este martes presenta por primera vez en el reinaugurado Bebop Club del barrio de Palermo.
–Preparaste el disco en España, durante el confinamiento de la pandemia pero luego lo grabaste en Buenos Aires. ¿Cómo armaste todo ese proceso?
–La parte más dura del confinamiento la pasé en España. Totalmente recluido, trabajando más que nada en la composición. Una vez que estuvo todo compuesto vine a la Argentina y lo grabé en el estudio que tiene mi hijo Anael, en Parque Leloir, en el Gran Buenos Aires. Él hizo la producción y yo grabé mis partes a principios de este año. Luego, durante todo el 2021, estuvimos trabajando en agregar instrumentos, hacer arreglos, terminar los temas y todo lo hicimos a la distancia.
–¿Estás viviendo definitivamente en España?
–Voy y vengo, pero te diría que estoy más tiempo allá que acá. Cuando en 2019 se editó mi disco Día de sol, que grabé en Europa con músicos argentinos y españoles, se hicieron algunos videos que fueron emitidos por la televisión española y todo eso generó una corriente de trabajo que me permitió quedarme. Además mi actual compañera es española, así que hoy buena parte de mi vida transcurre allá.
–¿Todo el material fue compuesto en cuarentena y para este disco?
–No, algunas canciones vienen del pasado. Fueron corregidas, actualizadas, pero son de otra época. Una de ellas es “Incompetencia”, que yo tocaba en los shows de los años 90 pero nunca había grabado. Otra es “El ave fénix en libertad”. Una música que yo tenía con otra letra que no me gustaba y que cambié hace cuatro o cinco años. La estudiamos con Jorge Durietz para el último disco que hicimos de Pedro y Pablo, pero a él no le cerraba, no se sentía identificado con ella y no la grabamos. Eso suele suceder, hay canciones que fueron quedando relegadas y volvieron renovadas durante el confinamiento.
–Hablabas de “El ave fénix en libertad”. Es todo un homenaje a las bandas pioneras del rock argentino. Pero no siempre las mencionás de manera directa, sino como entrelíneas, algo que se escapa al entendimiento de los más jóvenes.
–Obviamente está escrito pensando en un público que ha vivido esas épocas. Claro que Almendra y Manal les pueden sonar, pero yo ni siquiera menciono a Vox Dei, sino que digo la voz de Dios. Es un retrato de época. Una narrativa histórica, porque también habla de la dictadura y del resurgimiento del rock en los 80.
–Y no nombras justamente a Pedro y Pablo en esa enumeración…
–No de manera directa. Pero cuando hablo de los apóstoles del rock estoy aludiendo a eso, pero de otra manera. Nunca me gustó la autorreferencia…
–En una de tus canciones, “Incompetencia”, tomás un significado distinto del que se usa habitualmente.
–Sí, es curioso, pero la palabra incompetente se utiliza como despreciativo, como un insulto casi. Pero basta pensar en el esquema de competencia que plantea la sociedad, que es muy cruel, que es excluyente en tantos sentidos, que yo me declaro incompetente. Es decir, no quiero competir. Esta canción “Incompetencia” le gustaba mucho a una querida amiga, la escritora Elsa Bornemann, que desgraciadamente nos dejó. Ella amaba esa canción y son justamente ese tipo de cosas las que muchas veces me hacen reconsiderar y revalorizar las canciones.
–Buena parte de tu cancionero suele ser testimonio de momentos y costumbres. Se asemejan mucho a una crónica periodística. ¿Vos te lo planteas así?
–Creo que son retratos. Muchas veces de personajes que sintetizan situaciones muy generales. Mucha gente pensó, por ejemplo, que en el tema “Emigrados” hablo de mí. Pero no. Es un retrato que simboliza a un montón de gente que he visto fuera del país llevando su historia, sus costumbres, su cultura. Añorando el regreso a su tierra. Hoy hay tantos emigrados. Tanta gente probando suerte fuera de su tierra, que han terminado conformando un personaje múltiple con el que uno puede identificarse. Pero también es verdad que tengo una vocación de testimoniar en mis canciones. Como si fueran fotografías de momentos.
–En “Emigrados” tomás aquel verso de María Elena Wash en “Serenata para la tierra de uno”, que dice “Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy” y lo invertís. ¿A qué responde esa idea?
–Es un homenaje a María Elena, pero a un mismo tiempo es un ejemplo de que las cosas en la Argentina no están como estaban en la época que ella retrata. Ella escribió sobre las ganas de regresar de un emigrado. Y ahora pasa al revés. A muchos emigrados les resulta muy difícil volver a la Argentina. Muchos de los que regresan sienten que es difícil continuar con los proyectos que tenían afuera. Entonces se invierten los términos de aquella frase de María Elena y resulta que ahora es “me muero si me quedo, me duele si me voy”. Es sutil pero refleja la situación de muchos emigrados que regresan esperanzados, pero luego sienten que no pueden quedarse.
–”Nuevo desorden mundial” y “Disenso”, son otras dos canciones de este disco que reflejan la situación actual y continúan con la modalidad testimonial.
–”Disenso” es una canción crítica y contestataria contra el afán de provocar divisiones en las sociedades. Es una división provocada. Es algo muy dañino que puede terminar en violencia. Y siempre hay gente dispuesta a lucrar con esos conflictos. Y lo mismo “Nuevo desorden mundial”, que pretende ser un llamado de atención. Para pensar en lo que nos pasa y hacerlo a través de la introspección individual. Yo no ofrezco soluciones, pero busco comunicar mi inquietud. Una inquietud que nace desde lo personal y desde mi relación con otra gente que no acepta las cosas masticadas y digeridas…
–Desde “Cambalache” hasta aquí fueron muchas las canciones que reflejaron de manera crítica el momento social, pero sin embargo no parecen haber tenido la suficiente influencia para provocar cambios.
–Bueno, uno puede retratar, exponer una situación, pero nada garantiza que vaya a cambiar. Y por más canciones que escribamos y cantemos, nada va a cambiar si no cambiamos nosotros. Si no cambiamos personalmente, internamente y colectivamente.
–El disco cierra con dos canciones dedicadas a tus padres. ¿De qué manera influyeron en tu carrera?
–Yo reconozco que ellos, aunque ya no están, fueron un estímulo para mi oficio. Nunca me combatieron ni juzgaron mal mi decisión de no estudiar una carrera y de ser un bohemio que quería cantar y tocar la guitarra. Siempre fueron respetuosos de lo que yo hacía y este es un tributo a eso, a lo que me ayudaron y la buena gente que fueron. Creo que es fundamental que los padres apoyen las vocaciones de sus hijos y uno debe ser un agradecido de todo eso. Por eso creo que ahora encontré el clima y el entorno apropiado para hacerles este homenaje.
*Corazón acústico. Grabado durante 2021 en Estudios Lirón. Música y letra: Miguel Cantilo. Producido por Anael Cantilo. Técnico de grabación y mezcla: Anael Cantilo. Diseño: Pablo Miñarro. Ilustración de portada, contraportada y “El Todo”: Kubero Díaz.
Miguel Cantilo, guitarra acústica, armónica y voz; Leandro Ragusa, bandoneón; Facundo Guevara, percusión; Federico Pernigotti, guitarra acústica de 12 cuerdas; Andrés “El Niño” Ollari, trompeta; Anael Cantilo, bajo; Pablo León “Matu” Maturana, batería; Álvaro Suárez Vázquez, corno francés; Carlos Casalla, percusión; Arno Stepanyan, duduk; Jacqueline Oroc, cello; Sufian Cantilo, teclados; Kubero Díaz, guitarra acústica solista y guitarra de 12 cuerdas; María José Cantilo, voz; Patricio Prado y Miguel Cantilo, coros.
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