Los restos de Feinmann -autor de una voluminosa obra que combinó novelas, ensayos, guiones cinematográficos y columnas periodísticas- son velados desde las 19 horas y hasta la medianoche en la sala Augusto Raúl Cortázar de la Biblioteca Nacional.
Entre quienes fueron pasando esta tarde por la capilla ardiente, con el féretro rodeado por tres grandes ofrendas florales de Argentores, Página/12 y Grupo Planeta, estuvieron junto a su viuda, María Julia Bertotto, familiares y amigos. También se hicieron presentes el director de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain, el director de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa, Eduardo Jozami, las actrices Luisa Kuliok y Cecilia Rossetto y la periodista Nora Lafón. Entre saludos de puños y algunos abrazos, los asistentes van circulando con barbijos, mayormente de pie, y en una atmósfera de tristeza.
El Gobierno también se hizo presente en la sala a través de Tristán Bauer, ministro de Cultura, que horas antes despidió al filósofo en las redes sociales con un mensaje que se publicó en la cuenta oficial de Twitter de la carera que él conduce, en el que se destacó al escritor como una figura que “supo dotar de contenido el debate intelectual en el país y hacernos reflexionar con sus ensayos y libros”.
La escenógrafa y vestuarista María Julia Bertotto evocó en entrevista con Infobae Cultura los largos años compartidos con su fallecido esposo, con emotivos recuerdos vinculados con la música, el arte, el cine y el teatro.
“Primero, haber compartido 41 años de vida con un ser tan múltiple, especial, y donde las coincidencias eran siempre muy fuertes y muy especiales. Porque filosofía no era mi campo, ni mucho menos, y yo estaba mucho más en la plástica, en lo visual. Pero después cuando él te explicaba algo era tan fascinante, porque vos decías ‘ay, yo puedo entender esto que dice’ y te sacaba ese complejo de inferioridad que uno tenía frente sobre todo al léxico que usan muchos filósofos”, comentó la escenógrafa al ser consultada sobre la relación que tenía con su marido.
Y agregó: “También habernos completado, porque a mí me gustaba mucho cuando viajábamos (ver) ciertos pintores. Y para no abrumarlo recorriendo todo, donde había cosas que a lo mejor no le iban a llamar la atención, me hacía antes un estudio del folleto y decía ‘vamos a ir acá y acá y acá’. Así fue muy hermoso, porque él descubrió pintores fascinantes que le encantaron, como Turner”.
¿Qué se pierde con el fallecimiento de Feinmann?, le preguntó Infobae Cultura a Sasturain. “Un referente en el sentido literal de la palabra”, afirmó. “‘Referente’ se ha empobrecido un poco, por cuanto aparece como aquel emergente único representativo de un espacio”.
“La referencia de José es múltiple -siguió diciendo-, se cruza en las conversaciones que tienen que ver con la cultura argentina, con el pensamiento y con la política diría de los últimos 70 años. Feinmann aparece si uno lo aborda desde el periodismo, desde el pensamiento, desde la filosofía, desde la literatura. José siempre aparece. Y también desde el cine”.
“Algunos de nosotros lo conocimos o lo tratamos en distintos contextos y aspectos, viéndolo moverse con mucha coherencia y casi espontáneamente en distintos ámbitos, lugares de escritura, lugares de pensamiento, desde talleres de pensamiento hasta escritura de guiones o hasta publicación de novelas policiales. Así que teníamos lugares en común de distinta índole. Y después compartí medios sobre todo. José utilizó los medios sin ningún prejuicio ni pudor para expresar su pensamiento y ha dejado ciclos memorables”, agregó Sasturain.
Y destacó que el adiós a Feinmann confluyó sucesivamente este sábado con la presentación de dos libros póstumos de Horacio González, Humanismo, impugnación y resistencia y Gonzalianas. Conversaciones sin apuro, que había dejado listos para publicar antes de morir en junio de 2021. “La gente viene a escucharlo a Horacio a través de sus libros y a acompañarlo a José”, comentó emocionado.
“Como pasó en el caso de Horacio o en otros casos anteriores, pensar que determinados escritores o pensadores tengan su última cita en este lugar ha sido muy espontáneo, como resultado de la continuidad de una relación. ¿Adónde van a ir? Este es lugar, este fue el lugar de Horacio, fue el lugar de José, y de otros compañeros escritores y pensadores que fueron velados en la Biblioteca Nacional”, apuntó.
El director de Coordinación Cultural de la Biblioteca Nacional, Guillermo David, complementó por su parte a Infobae Cultura que “el velatorio es una ceremonia de encuentro y de despedida; para el campo intelectual me parece que es muy importante que la Biblioteca sea también el lugar de despedida final. En su momento hubo algunas discusiones, pero me parece natural que, para aquellos que hicieron grandes aportes a la literatura nacional, sea la biblioteca el lugar donde finalmente sus textos viven y el lugar donde se los despida”.
Y Sasturain resumió: “José siempre fue muy claro, muy accesible y muy contundente. Sin abaratar ideas ni simplificar equívocamente, siempre fue al nudo de las cosas, siempre tomó posición. Un interlocutor”.
El ex diputado y actual director nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, Eduardo Jozami, también pasó por la biblioteca Nacional para despedir a su amigo. “Ha sido un año muy duro por muchas circunstancias para todos los argentinos, pero la pérdida de José Pablo nos hace recordar inevitablemente también a Horacio González, a toda la generación que marcó una época en el pensamiento político argentino, la voluntad de ligar la actividad del intelectual con la política. Me parece que José Pablo es una figura fundamental, que además trasciende esta idea del pensador político, y es uno de los grandes novelistas argentinos, un hombre que incursionó también por el cine, un filósofo que en algunos trabajos demostró realmente la profundidad de su pensamiento y conocimiento, y que al mismo tiempo se veía su condición de filósofo hasta en un artículo periodístico”.
“Tal vez las pérdidas nos resultan más dolorosas -reflexionó Jozami-, porque al mismo tiempo estamos atravesando una coyuntura, un tiempo, en la Argentina y en el mundo, que requiere reflexiones muy profundas ante una realidad que está cambiando de manera vertiginosa y que muchas veces nos deja sin respuestas. Entonces las pérdidas de estos queridos compañeros en esta época es todavía más de lamentar, porque los vamos a recordar no solo por todo lo importante que hicieron, no solo por cuánto habremos llegado a quererlos, sino porque los estamos necesitando para encarar esta etapa que estamos transitando, tan compleja y tan necesitada de reflexiones originales”.
Entre quienes se acercaron a darle el último adiós, también estuvo la actriz Luisa Kuliok, que conoció al versátil Feinmann porque junto a Ulises Dumont integró el elenco de una obra escrita por él, Sabor a Freud, con dirección de María Julia Bertotto, la viuda del filósofo. “Éramos amigos con José y María Julia con mi marido, éramos amigos de muchos años”, contó Kuliok.
“La verdad es que esto es profundamente doloroso. También éramos muy amigos de Horacio González y Liliana Herrero. Todo esto en tan breve tiempo nos deja completamente huérfanos de alguna manera. Nosotros necesitamos sobre todo en estos tiempos tan difíciles esos pensamientos que iluminan y que te ayudan a comprender de otra manera los hechos, frente a tanto bombardeo mediático y que intenta confundir y cooptar las cabezas”, agregó la actriz.
El mundo de la actuación también estuvo representado por Patricio Contreras, que se definió como “un lector que lo admiraba mucho”, y contó que “con María Julia (Bertotto) teníamos un lugar común de trabajo y así tuve el gusto de conocerlo y posteriormente de hacernos muy amigos. Teníamos un ‘Club de Toby’ en el que nos juntábamos varones una vez al mes. Estaban Juan Cosín, Arturo Maly, Guillermo Saccomano, Juan Forn, y solíamos encontrarnos una vez al mes a comer. Y ahí había de todo, humor, sabiduría, de parte de él”.
¿Y cómo era Feinmann más allá del filósofo, del escritor?, preguntó Infobae. “Tenía buen diente, le gustaba la carne casi cruda, y era un buen comedor, bebedor no, tomaba vino con nosotros, pero no era su fuerte. Y tenía un gran humor, la agudeza de su mirada siempre era llamativa”.
“Mi relación en lo personal era muy cordial, afectivamente muy satisfactoria, no muy frecuente a decir verdad. Pero cada vez que nos encontrábamos, la relación funcionaba muy bien”, dijo a Infobae el escritor y crítico literario Noé Jitrik. “Intelectualmente yo seguí sus logros, también él conoció cosas mías, presentó algún libro mío”, recordó.
“Objetivamente era alguien que pensaba, que opinaba, que tenía una posición sobre lo que estaba pasando en el país y en el mundo y una cultura sobresaliente, con la cual se podía comunicar -se explayó Jitrik-. Había entendimientos que tenían como base ese caudal cultural compartido. Sus opiniones tenían peso, tenían densidad, era alguien que no escribía porque sí, no opinaba porque sí, sino que en eso consistía un tipo de compromiso intelectual sobresaliente”.
Y concluyó: “Era una generación de gente que se planteaba los problemas y no estaba nunca conforme con lo inmediato, rescataba siempre el espíritu crítico. Uno podía coincidir con él o no, pero eso no tenía mayor importancia. Lo importante era justamente el diálogo, la conversación, el intercambio”.
La periodista Nora Lafón también expresó su pesar por la muerte de Feinmann: “Para mí es realmente perder a alguien absolutamente irremplazable, como pensador, como filósofo”. Amiga de María Julia Bertotto, se acercó a la Biblioteca Nacional para acompañarla. Quería muchísimo a la pareja, dijo Lafón y aseguró que “fue maravilloso todo lo que ella dejó de hacer por cuidar a su esposo”.
José Pablo Feinmann nació en Buenos Aires en 1943. Se licenció en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y se desempeñó como docente en esa casa de estudios.
Publicó docenas de libros, traducidos al francés, alemán, holandés e italiano, así como numerosos artículos en el diario Página/12 y anteriormente en la revista Humor.
Entre sus ensayos, se cuentan El peronismo y la primacía de la política (1974), Filosofía y nación (1982), El mito del eterno fracaso (1985), López Rega, la cara oscura de Perón (1987), Ignotos y famosos. Política, posmodernidad y farándula en la nueva Argentina (1994), La sangre derramada Ensayo sobre la violencia política (1998); Pasiones de celuloide. Ensayos y variedades sobre cine (2000); Escritos imprudentes (2002), La historia desbocada, tomos I y II (2004), Escritos imprudentes II (2005), La filosofía y el barro de la historia (2008), Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina, tomos I y II (2010), El Flaco (2011), Filosofía política del poder mediático (2013), El peronismo y la primacía de la política (2015), Crítica del neoliberalismo (2016) y La condición argentina (2017).
Su primera y exitosa novela fue Últimos días de la víctima (1979), llevada al cine por Adolfo Aristarain. Le siguieron Ni el tiro del final (1981), El ejército de ceniza (1986), La astucia de la razón (1990), El cadáver imposible (1992), Los crímenes de Van Gogh (1994), El mandato (2000), La crítica de las armas (2003), La sombra de Heidegger (2005), Timote. Secuestro y muerte del general Aramburu (2009), Carter en New York (2009), Carter en Vietnam (2009) y Días de infancia (2012).
Sus principales guiones cinematográficos (por los que ganó dos veces el premio de la Asociación de Críticos Cinematográficos de la Argentina) llegaron a la pantalla grande asimismo de la mano de Juan Carlos Desanzo (En retirada, Eva Perón y El amor y el espanto), Héctor Olivera (Play murder for me), Nicolás Sarquís (Facundo, la sombra del tigre) y Javier Olivera (El visitante). Ni el tiro del final fue filmada en Nueva York por Juan José Campanella en base a la novela homónima.
Feinmann también escribió obras de teatro Cuestiones con Ernesto Che Guevara (1998) y Sabor a Freud (2002).
Hacía tan solo seis meses, había tenido palabras premonitorias sobre su propia muerte. Cuando falleció su amigo Horacio González, con quien participó de los inicios de Carta Abierta, le escribió: “… te quise mucho, Horacio. Esperame. No voy a demorar. Así lo siento hoy, ahora, mientras escribo estas líneas tristes, esta despedida”.
O, como dijo bastante antes al finalizar uno de los programas de su popular programa “Filosofía aquí y ahora”, transmitido por Canal Encuentro: “Ahora vamos a irnos, porque como todo lo que llega, se va. Es una ley de la vida, y es una ley del desarrollo histórico y de la vida de cada uno de nosotros… llegar e irnos”.
[FOTOS: GUSTAVO GAVOTTI]
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