Alejandra Radano: el nombre, la figura y la voz del teatro musical

La actriz y cantante, recientemente distinguida con el Konex de Platino como intérprete femenina de musical, dialogó con Infobae Cultura sobre algunos hitos de su carrera y el presente de su oficio en la Argentina

Alejandra Radano presenta este sábado su espectáculo Delirio Gaucho en la terraza de Espacio Proa (Alejandra López)

El 2021 cierra con varios premios y nominaciones para Alejandra Radano, quien este año cumplió treinta años de carrera en el teatro musical. Luego de viajar al Festival de América Latina de Biarritz hace unos meses para presentar junto a su mentor Alfredo Arias e Ignacio Masllorens su primer protagónico en cine, Fanny camina, que se llevó el Premio del Público en la costa vasca, la intérprete argentina fue condecorada semanas atrás por el Ministerio de Cultura de Francia con la insignia de Chevalier de la Orden de las Artes y las Letras gracias a una larga trayectoria en las tablas galas de la mano de Arias. El pasado 7 de diciembre recibió el Konex de platino, que compartió con su cercana colega Karina K, e integra la lista de Actuación femenina en musical para los premios ACE 2019/20/21 por su destacada composición de Isabel Perón en Happyland, una de las obras con más nominaciones.

Nada de esto la desvela a Radano, quien construye su imagen pública a tono con una atracción especial por el glamour almodovariano de figuras como la de Fanny Navarro, la actriz de teatro y cine que tuvo su ascenso y caída con el peronismo, a la que personifica en la película de Arias y Masllorens y que hizo previamente en el escenario con Deshonrada. “Muchas veces me preguntaron por qué no hacía un recital con las canciones de Barbra Streisand, pero a mí me interesan personajes más periféricos como Carmelita Aubert, me siento más identificada con ese tipo de cantantes que no son tan reconocibles”, le dice a Infobae Cultura. El nombre de la intérprete catalana no es dicho en vano: “Las cupletistas eran artistas que no pudieron llegar a ser cantantes de ópera y se dedicaron al cuplé. Esa es un poco mi historia, me hubiera gustado ser cantante de ópera pero mi naturaleza es la del teatro musical. Es esa grieta que está entre la música popular y el canto lírico”.

Mientras ajusta sus planes para el año próximo –por el momento lo único que confirma es que grabará con Diego Vila y Fabián Luca un disco con canciones del compositor austríaco George Kreisler–, la actriz y cantante saca a lucir su cualidad versátil desde el lado más sonoro. El último fin de semana interpretó el Aria de John Cage en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires y este sábado estará presentando una nueva función de Delirio Gaucho en la terraza del Espacio Proa 21. “Es un espectáculo hecho alrededor de mi psiquis”, define al proyecto musical que comparte desde hace una década con Los Primos Gabino, que consiste en reversionar canciones populares olvidadas de la historia argentina.

Radano fue condecorada en la Embajada de Francia junto a Carlos Díaz, Adriana Rosenberg, Andrés Duprat, Claudia Scherer-Effosse, María Victoria Alcaraz, Nicola Costantino y Damián Tabarovsky.

–En estas últimas semanas lograste varias distinciones. ¿Cómo te llevás con los premios y cómo los recibís en este momento en que cumplís 30 años de carrera en el teatro musical?

–A mí los premios me halagan, pero siempre digo que espero que esto sirva para algo, no solamente como un reconocimiento. Hay algo que me está pasando con la edad de replantearme y poner en tela de juicio muchas cosas. Ese día que me dieron el Konex de Platino fue el día de la marcha por una reformulación de los premios municipales. Yo nunca me meto en ese tipo de cuestiones, pero esta vez sentí que tenía un espacio que es el momento público para dar un discurso de agradecimiento y que lo tenía que manifestar. Agradezco recibir este premio como intérprete del teatro musical en un país donde la industria del teatro musical está averiada, por eso insté a los dirigentes que quieren reformular esta ley de los premios municipales a que revieran su reestructuración. Como bien dijo Marilú Marini (NdR: recibió el Konex de Brillante) en su discurso, no es un premio homologable a una jubilación.

Sería bueno, como pasa en Estados Unidos o Canadá, que una persona que es premiada reciba una cantidad de plata destinada para su formación. Los artistas no llegamos a ningún lugar, los premios son necesarios para seguir formándonos y deben traducirse en algo práctico. Seguramente no soy la primera en plantearlo y a la vez me pregunto de qué manera uno comunica estas cosas y no queda solo en un pensamiento o en una crítica.

–¿Qué sentís que le falta hoy al teatro acá en Argentina, sobre todo al teatro musical?

–Estamos en el presente en un momento complicado desde lo económico, incluso a nivel mundial, que nos aleja del teatro musical como uno lo entendió y lo vivió en otra época, en la que estaban las comedias musicales americanas. Entonces cuando uno quiere hacer tiene que ponerse muy creativo para ver de qué manera producir. En los arrebatos de creatividad a veces aparecen obras fabulosas como La desgracia, que tuvo la posibilidad de estar en el Teatro La Plaza, pero primero tuvo que producir mucho off. Uno construye con lo que tiene, no somos Estados Unidos ni Canadá, pero bueno, ¡nos gusta la comedia musical! Y las comedias musicales como las entendemos solo hay una o dos en el año con muchísima suerte.

–Justamente tu carrera comenzó con las comedias americanas…

–Sí, mi primer trabajo fue Drácula y luego hubo una saga de comedias musicales que se hicieron y tuve la suerte de estar casi en todas, así que fui muy feliz.

"Los artistas no llegamos a ningún lugar, los premios son necesarios para seguir formándonos y deben traducirse en algo práctico", dice Alejandra Radano (Alejandra López)

–¿Qué recordás de la experiencia de Drácula?

Drácula fue una catarsis social, el producto de una época en la que se vivía la vuelta a la democracia luego de un pasado bastante doloroso. Esos años noventa para mí fueron como una especie de fantasía que vivió la Argentina. Y por supuesto fue un acto de gran creación por parte de Pepe (Cibrián Campoy), que logró hacer con la ayuda de Tito Lectoure un producto que generó mucha empatía con la gente. La obra era como una tragedia griega de la que muchos salían llorando. No sé si la puedo analizar como un fenómeno artístico, porque para mí fue también un fenómeno social. Desde lo personal fue un lugar de formación absoluta, de transitar un elenco y descubrir un oficio a través de una gran obra, con la magnificencia que tuvo su producción.

–¿Volverías a hacer este tipo de obras hoy?

–Sí, aunque todo es para analizar según las circunstancias. Uno no puede volver al pasado, por más que vuelva a la obra. Lo hace de manera diferente y también es otra la obra. De eso me di cuenta cuando hicimos Cinelandia con Alfredo Arias en París y después en Buenos Aires, primero en francés y luego en castellano, en otra época en que yo estaba más grande y me sentía mejor con el material.

–¿Te sentís más cómoda interpretando las obras en español?

–No me parece que la comodidad sea una palabra que se aplique al teatro. Uno está cómodo en su casa cuando se pone las pantuflas. En el teatro estás construyendo constantemente una realidad. Desde luego suele haber menos obstáculos aparentes con tu propia lengua que en otro idioma, porque necesitás un máximo de concentración y cuesta mucho más llegar a un resultado de entendimiento. Yo digo mesa y me vienen millones de imágenes a la cabeza, en cambio digo table y tengo que construirle un pasado a la palabra, eso es lo más complicado de actuar en otra lengua.

–A lo largo de estas tres décadas, ¿cuál fue el desafío más complicado en el escenario?

–Uno de los más difíciles fue cuando hicimos Deshonrada en el Centro Cultural San Martín, sobre un episodio de la vida de Fanny Navarro. Nos habían invitado al Festival de Cherburgo en Francia y nos pidieron que hiciéramos la obra un día en castellano y al día siguiente en francés. La pieza tenía mucho texto y fue un desafío inmenso porque era una sola función que al día siguiente había que actuar en otro idioma. El cerebro lo registra como dos obras completamente diferentes.

Fanny Navarro e Isabel Perón, dos personajes incómodos que para Radano son una metáfora de cosas que nos dan vergüenza (Sol Abadi/Leandro Allochis)

–Otra comedia musical icónica en la que actuaste fue Cabaret. ¿Te pesó la figura de Liza Minelli a la hora de componer a Sally Bowles?

–Lo que le sucedió a Liza Minelli con esa obra fue algo emblemático y raro. Ella logró un encuentro con el personaje que lo convirtió en icónico y ella misma se convirtió en Cabaret. No es algo que pase con todas las obras y mucho menos con todas las intérpretes. En teatro uno debe trabajar con lo que tiene delante y detrás. Una carga con una herencia y yo no puedo hacer más que tomar esos elementos y tratar de hacer con lo mío y con las situaciones externas algo así como una receta de cocina.

–En Happyland interpretás a Isabel Perón, un personaje bastante menospreciado en la historia argentina desde cualquier ángulo. Si bien se trata de una sátira, ¿te molestó en algún momento encarar ese papel?

–Intenté alejarme de eso y lo único que podía hacer era apoyarme en la escritura de Gonzalo (Demaría) que se inspira en un hecho histórico pero toma una parte visible y trabaja dentro de ese límite. El texto está muy bien escrito y podés olvidarte de los aspectos externos. El arquetipo de una persona de poder es igual en todas partes y ahí fue donde me enfoqué. Para mí la historia es algo bastante críptico, uno puede estar frente a un hecho y sin embargo siempre de algún modo se lo puede inventar. La obra no la juzga ni la condena a Isabelita y más allá de que algunos se enojaron creo que Happyland fue unánimemente celebrada por una inteligencia para poder hablar de un período histórico difícil, con el que ni aún los peronistas quieren saber nada, porque sienten que no representa al peronismo.

–¿Qué personaje de la historia te gustaría rescatar del olvido y encarnar en el escenario o en la pantalla?

–Me gustaría interpretar a la papisa Juana, meterme en ese mundo de mujeres luchadoras en épocas adversas.

*Delirio Gaucho se presenta este sábado 18 a las 18 h en Espacio Proa 21 (Av. Don Pedro de Mendoza 2073, CABA). Entrada gratuita con cupos limitados.

SEGUIR LEYENDO: