Las edades de Almudena Grandes: un recorrido por los libros de la gran escritora española

Tras el fallecimiento de la autora, un recorrido por sus publicaciones y lo temas de su legado literario

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Aunque eligió la ficción para desenterrar el pasado personal y colectivo de su generación, Almudena Grandes nunca puedo escurrirse de su formación historiadora, que filtró en voluminosas novelas en torno a la historia social y política de España durante el siglo XX y XXI (Los pacientes del doctor García, La madre de Frankenstein) y que junto a los universos más intimistas y sentimentales como los de Malena es un nombre de tango y Atlas de la geografía humana componen el testamento literario de la escritora fallecida este sábado a los 61 años.

En la mística con la que todo escritor o escritora pretenden identificar un momento epifánico de descubrimiento de la literatura, Grandes cifró alguna vez este hito en un regalo que le hizo su abuelo cuando era niña: un ejemplar de la Odisea, que al principio recibió con decepción porque esperaba en cambio un juguete, pero que finalmente hizo detonar el magnetismo de la lectura y terminó sellando un destino que la convirtió en una de las voces más potentes de la narrativa española contemporánea.

Fue el principio de una vocación con desvíos, porque estudió primero Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid y recién después empezó a trabajar en el mundo editorial como redactora de guías turísticas y enciclopedias. Tenía 28 años cuando escribió Las edades de Lulú, una novela centrada en una chica de 15 años que va construyendo su identidad sexual a partir de distintas exploraciones por un profesor de la universidad, amigo de su hermano.

El libro, pirotécnico para una sociedad que en 1989 aún no lograba sacarse de encima la huella represiva del franquismo, fue tan escandaloso como exitoso y le valió a la autora el entonces emblemático premio de novela erótica La Sonrisa Vertical. Con el tiempo, su compromiso con la lucha feminista generó algunos chispazos respecto a este texto juvenil que se convirtió en un mojón inevitable en entrevistas y presentaciones públicas.

“No me gusta el rótulo de erótica ni el de feminista. Escribí una novela erótica y es una tontería decir que no lo hice a estas alturas. Además, es una novela a la que yo le tengo mucho cariño, con la que tendré una deuda de gratitud muy fuerte porque esa novela hizo por mí lo que muy pocos libros hacen por sus autores. Me permitió vivir como yo quería vivir. En ese sentido, no puedo renegar de esa novela, no? Por otra parte, es una novela que me sigue gustando, aunque ahora me parece que está muy mal escrita, cosa muy propia de las primeras novelas”. aseguró en un reportaje.

Las edades de Lulú fue traducida a más de veinte idiomas y poco después de su publicación fue llevada al cine por el director Bigas Luna, a quien le costó encontrar a una actriz que se animara a transitar por escenas que entonces podrían ser consideradas como revulsivas para una película, hasta que la italiana Francesca Neri finalmente aceptó el rol.

Dos años después publicó Te llamaré viernes, donde trazó el itinerario de lo que sería su obra narrativa a partir de una historia de amor en un Madrid desangelado. Gerardo Herrero la adaptó al cine en 1996. Pero fue recién con la tercera de sus novelas, Malena no es un nombre de tango (1994) cuando Grandes marcó ya su territorio en la escritura.

Luego vinieron Atlas de geografía humana (1998) y Castillos de cartón (2004), historia con la que la autora regresa al Madrid exaltado e inocente de los años ochenta, de la “movida” y de los excesos, pero también de los deslumbramientos y la pérdida de la inocencia. En 2005 llega Estaciones de paso, un libro que recoge cinco historias de adolescentes abocados a vivir circunstancias que los sobrepasan.

El corazón helado, publicada en 2007, traza un panorama de la historia española reciente a través de dos familias. La novela fue una de las más vendidas en su carrera -300.000 ejemplares- y la hizo merecedora de distinciones como el Premio de Novela Fundación José Manuel Lara 2007, Premio al Libro del año del Gremio de Libreros de Madrid, Prix Méditerranée 2009 (a la edición francesa) y Premio Rapallo-Carige Internazionale 2009 (a la edición italiana).

Cinco años antes había publicado Los aires difíciles, donde relataba la historia de dos familias españolas a lo largo de buena parte del siglo XX. Una de filiación falangista y la otra declaradamente republicana. Las dos vinculadas por un matrimonio entre sus hijos. De algún modo, esta novela es el principio del último de sus proyectos literarios, la saga titulada “Episodios de una guerra interminable”: seis novelas independientes que narran momentos significativos de la resistencia antifranquista en un período comprendido entre 1939 y 1964. Hasta ahora ha publicado cinco: Inés y la alegría (2010), El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017) y La madre de Frankenstein (2020).

Precisamente, uno de sus títulos más celebrados es este último, La madre de Frankestein, en el que novela la vida de Aurora Rodríguez Carballeira (1879-1955), una mujer que asesinó a su hija Hildegart tras dispararle cuatro tiros mientras dormía el 9 de junio de 1933. La joven había sido milimétricamente diseñada por su madre, que no solo eligió al padre sino que la sometió a una férrea disciplina intelectual para que encarnase sus ideales progresistas.

Hildegart fue una precoz abogada, pero se salió del guion y Aurora no pudo soportarlo. Acabó encerrada en el manicomio de Ciempozuelos hasta su muerte. La obra entrecruza la historia de una famosa parricida con una auxiliar de salud y un psiquiatra que regresa del exilio para trabajar en una institución psiquiátrica, configurando una trama “escrita desde el margen” que refleja el espesor de una época donde la moral católica nacionalista y los abusos son moneda corriente, como también lo son las resistencias cotidianas al régimen franquista.

“Es una novela que cuenta un período de la historia de España desde el margen del margen, es ultramarginal: son mujeres y enfermas mentales” adelantó la escritora en una conferencia de prensa a propósito de la publicación del libro, que se inscribe en un ejercicio literario de memoria crítica: “Me interesa más contar desde el margen que desde el centro. Para criticar al poder siempre es mejor desde el margen”.

Hace poco más de un mes, Grandes había anunciado en una de sus columnas en El País que padecía cáncer, una enfermedad que le habían diagnosticado hace poco más de un año. “He tenido que escribir algunos artículos muy complicados a lo largo de mi vida. Ninguno como este”, comenzaba diciendo en su columna, titulada “Tirar una valla”. Y proseguía: “Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear”.

“Durante todo este proceso he estado escribiendo una novela que me ha mantenido entera, y ha trazado un propósito para el futuro que me ha ayudado tanto como mi tratamiento. Ahora necesito devolverle todo lo que me ha dado, encerrarme con ella, mimarla, terminarla, corregirla. Por eso voy a seguir desaparecida una buena temporada, y no devolveré mensajes, no contestaré llamadas, no daré noticias. Imagino que muchas personas lo comprenderán. Supongo que otras quizás no lo hagan, pero confío en que respeten mi decisión. Hasta que vuelva, aunque sólo sea para mirar frente a frente el cielo de Madrid una vez más, antes de volver a esconderme”, escribió en la misma columna en la que contaba su enfermedad.

En las últimas semanas, la escritora madrileña estaba en pleno proceso de creación de una nueva novela pero además seguía escribiendo en El País, aunque explicaba que de cara al público estaría ausente durante una temporada. “Tal vez reaparezca con pelo, quizás sin pelo, con una melena rizada o con el peinado de mi querida Josefina Báquer, como la llamaba mi abuela. Pero prometo solemnemente que volveré a sentarme en una caseta para firmar ejemplares y mirar a los ojos de mis lectores, de mis lectoras”, señalaba en su último artículo en el periódico.

Casada con el poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, con quien tiene una hija, Elisa, la escritora madrileña es conocida por su compromiso con el feminismo y su posicionamiento político de izquierdas. Y en paralelo a su veta literaria más conocida, ha abordado otros géneros como la literatura infantil, con el libro ¡Adiós Martínez! y la participación en el texto colectivo Érase una vez la paz (1996), cuyos fondos fueron destinados a los niños víctimas de las guerras de Ruanda y Mozambique. Modelos de mujer, Libro negro de Madrid o Madres e hijas son otros títulos de Grandes, considerada una de las narradoras españolas más consolidadas y con mayor proyección internacional.

Por su parte, en los próximos meses se publicará de manera póstuma la última entrega de la saga “Episodios de una guerra interminable”. Se llama Mariano en el Bidasoa y fija el argumento en 1964. Será su batalla final contra un pasado monolítico que desde siempre intentó conjurar tratando de visibilizar las voces silenciadas de quienes siempre quedan a la vera de la Historia.

Fuente: Télam

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