Murió Almudena Grandes, la gran narradora española admirada en todo el mundo

Tenía 61 años y estaba enferma de cáncer. Fue autora de una obra enorme en la que reflexiona desde la ficción sobre la historia social y política de España de los siglos XX y XXI

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Almudena Grandes tenía 61 años.
Almudena Grandes tenía 61 años.

“Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear”. Así lo contaba ella misma, optimista, en una de sus columnas quincenales en el diario El País, el mes pasado. Almudena Grandes, la gran voz literaria de España murió hoy en su casa de Madrid a causa de ese tumor maligno que le detectaron un año atrás, según confirmaron a la agencia EFE desde la editorial Tusquets, que publica la obra de la escritora fallecida. La sorpresa, el dolor, la orfandad de los lectores, todo lo que se desata con la muerte de un autor tan querido, comenzó a llenar las redes sociales de palabras de muchísima tristeza.

Nacida en el barrio de Chamartín, en Madrid, en 1960, Grandes fue una de las escritoras más relevantes de las últimas generaciones, Premio Nacional de Narrativa en 2018, autora de novela como Las Edades de Lulú o Malena es un nombre de tango, entre otras grandes, y esposa del poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes. Cuenta el diario El mundo que “estudió Geografía e Historia. Se licenció de lo mismo. Los primeros pasos en el oficio los dio escribiendo textos para enciclopedias, a la vez armaba relatos breves. Desde la adolescencia mostró un apetito extremo por la literatura. Lo mantuvo durante 40 años de novelas, de cuentos, de artículos en El País, de compromiso político y cívico en favor de quienes no tienen sitio en la historia. O en la memoria.”

En cuanto trascendió la noticia, diversas celebridades del mundo de la literatura dieron a conocer su tristeza y dolor a través de las redes sociales. “Lamento mucho lo de Almudena. Mis condolencias a los lectores huérfanos de ella”, escribió Arturo Pérez-Reverte. “Consternada por la muerte de Almudena Grandes. Lo siento muchísimo, todo mi cariño para Luis y sus hijos”, escribió también en Twitter Rosa Montero. “Un dolor muy grande la noticia de la muerte de Almudena Grandes, amiga de tantos años, que recibo en Guadalajara. Grande en todo Almudena, una de las escritoras trascendentales de nuestra lengua. Mi abrazo para Luis García Montero”, resumió su tristeza Sergio Ramírez.

”No puedo creer que murió Almudena Grandes. Simplemente eso, no lo puedo creer”, tuiteó Claudia Piñeiro. “Tristeza infinita y mucha bronca por la muerte de Almudena Grandes. Una persona maravillosa, divertida y solidaria. Una escritora excepcional que nos deja novelas bellísimas. Era imposible no quererla”, tuiteó desde su cuenta el escritor argentino Sergio Olguín.

Libros Almudena Grandes
Libros Almudena Grandes

También la clase política dio a conocer su pena por la muerte de la escritora. “Perdemos a una de las escritoras referentes de nuestro tiempo. Comprometida y valiente, que ha narrado nuestra historia reciente desde una mirada progresista. Tu recuerdo, tu obra, siempre estará con nosotros, Almudena Grandes”, tuiteó el presidente de Gobierno español Pedro Sánchez. “Un abrazo a su familia y seres queridos.“Se ha muerto Almudena Grandes. Narradora de nuestras derrotas y de la dignidad. Del orgullo de ser de los nuestros. Que la tierra te sea leve”, tuiteó por su parte Iñigo Errejón.

Como narradora, Grandes se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, novela ganadora del XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde ese momento, las buenas críticas y el amor de los lectores no dejaron de acompañarla. Sus novelas Te llamaré Viernes, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, El corazón helado y Los besos en el pan, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la llevaron a ser uno de los nombres de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. Su obra y su persona eran admiradas en todo el mundo y hoy la lloran.

“Encontrar a Almudena por festivales y ferias del mundo era garantía de buena charla, risas, anécdotas compartidas. Acá, en Polonia, en Galicia. Cada vez que compartí un tiempo con ella fue agradable compañía. Nos quedan sus libros en la biblioteca de tantos de nosotros. Y la tristeza de que se haya ido tan pronto”, le dijo Claudia Piñeiro a Infobae.

“Qué injusta es la muerte. Y más aún cuando rapta a la inmensa Almudena Grandes. Eso de que “nos queda su obra” me enfurece todavía más. La quisiera viva, sin enfermedad al acecho, sin pelea perdida. Pero eso es imposible; qué injusta es la vida, que nos quita la brillantez de esa mujer, tromba humana, mirada precisa, emoción justa. La despido con unas palabras, de Las edades de Lulú: “La belleza es un monstruo, una deidad sangrienta a la que hay que aplacar con constantes sacrificios…”, le dijo a este sitio la escritora Florencia Canale.

Varias de sus ficciones fueron llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. Muy sensibilizada con el movimiento de memoria histórica, Grandes comenzó en 2010 uno de los proyectos literarios más ambiciosos de la narrativa en español contemporánea: los Episodios de una guerra interminable, una saga de seis novelas que atravesaban lo peor de la historia del siglo XX.

En 2010 publicó Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), primer título de la serie ‘Episodios de una Guerra Interminable’, a la que siguieron El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017; Premio Nacional de Narrativa) y La madre de Frankenstein (2020), donde abordó la biografía de Aurora Rodríguez Carballeira, quien disparó contra su hija Hildegart para evitar perder su control sobre ella, a quien había moldeado para convertirla en un modelo de mujer ideal. Aurora, quien terminaría internada en el neuropsiquiátrico de Ciempozuelos, sedujo como personaje a la escritora, quien la eligió para narrar la década del 50.

“Almudena Grandes era una mujer extraordinaria y tuve la suerte de ser amigo suyo durante muchos años. Se ha ido cuando no tocaba”, señaló Juan Cerezo, su editor, quien explicó que aunque no había escrito la última de las seis novelas que componían esta serie de sus “episodios”, en la pandemia se le cruzó otra historia que convirtió en lo que será una séptima novela.

Se trata de una novela ambientada “en un futuro próximo donde se dan ciertas condiciones políticas revelando una sociedad acomodaticia en la que se crea una resistencia a modo de la posguerra”, explicó el editor, que aseguró que la historia está llena de “personajes inolvidables”. Y la voluntad de Almudena Grandes era que se publicara esta historia, por lo que los lectores la podrán leer el próximo año probablemente, indicó.

“Mis lectores y lectoras, que me conocen bien, saben que son muy importantes para mí. Siempre que me preguntan por ellos respondo lo mismo, que son mi libertad, porque gracias a su apoyo puedo escribir los libros que quiero escribir yo, y no los que los demás esperan que escriba. También saben que la escritura es mi vida, y nunca lo ha sido tanto, ni tan intensamente como ahora. Durante todo este proceso he estado escribiendo una novela que me ha mantenido entera, y ha trazado un propósito para el futuro que me ha ayudado tanto como mi tratamiento. Ahora necesito devolverle todo lo que me ha dado, encerrarme con ella, mimarla, terminarla, corregirla. Por eso voy a seguir desaparecida una buena temporada, y no devolveré mensajes, no contestaré llamadas, no daré noticias. Imagino que muchas personas lo comprenderán. Supongo que otras quizás no lo hagan, pero confío en que respeten mi decisión. Hasta que vuelva, aunque sólo sea para mirar frente a frente el cielo de Madrid una vez más, antes de volver a esconderme”, escribió en la misma columna en la que contaba su enfermedad.

Cumplió con su legado al terminar esa novela para que sus lectores estén, durante su lectura, un poco menos huérfanos.

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