Un año sin Maradona no equivale a un año sin hablar o escribir sobre él pero marca un horizonte distinto, tan perturbador como desafiante: si algo cambió en los libros aparecidos este año en torno a su figura respecto de la abultada narrativa que a lo largo del tiempo pretendió extraer nuevas lecturas sobre sus hazañas, arrebatos e irreverencias es que su muerte desacomodó esa perspectiva de mito activo y en construcción permanente, arrojando una nueva y decisiva categoría para seguir pensando su condición de héroe popular, plebeyo y ahora también mortal como el resto.
“Lo difícil siempre con Diego es no ser reiterativo, no caer en lo obvio, no caer en el endiosamiento lineal. No es justo recordar al Maradona que nos conviene, el que nos gusta”, dijo recientemente el periodista Daniel Arcucci a propósito de la presentación de Diego: nacido para molestar (Editorial Planeta), la más disruptiva de las biografías recientes sobre el futbolista, acaso porque los hitos de su vida son recuperados al mismo tiempo por la palabra y los trazos del ilustrador Miguel Rep con una mezcla de fascinación e irreverencia que decanta en una semblanza sin afectación ni empalago al momento de evocar atributos.
La obra se despliega a lo largo de más de un centenar de dibujos en los que Rep afina su propia magia para describir la de su retratado, como en la imagen que elige para condensar el mítico segundo gol a los ingleses en el Mundial del 86, que muestra a Maradona interceptando la pelota con unos botines que replican la geometría zigzagueante de las Islas Malvinas, una metáfora que vincula el desahogo colectivo por el gol virtuoso con la pequeña revancha por la derrota en el litigio territorial que dio lugar a la guerra de 1982.
La idea que articula el recorrido por décadas cronológicas que propone Diego: nacido para molestar es la del ídolo imperfecto que desacomoda todo el tiempo con su irreverencia, con su capacidad para desbordar los confines arbitrarios de las clases sociales: un héroe plebeyo y desafiante que el dibujante cruza con otros hitos de la cultura universal, como cuando lo alista junto a Don Quijote a punto de luchar contra los molinos de viento y lo hace peregrinar por “Maradolandia”, el territorio que los castiga y lo venera en dosis parejas.
En Superdios, la escritora y periodista Gabriela Saidon hilvana textos de distintos registros para indagar sobre la construcción de Maradona como santo laico, a partir de la premisa de que santo no se nace ni se muere sino que es una construcción en vida. ¿Cómo entender la santificación de Maradona? ¿Qué complejidad, pliegues, claroscuros aúna la figura de este nombre en el que todo deviene símbolo, parafraseando a la autora? Por algunas de estas preguntas transitan las páginas del libro, que fueron escritas después de la muerte del ídolo popular.
Saidon ya recorrió estos caminos de liturgia popular en el libro Santos ruteros. De la Difunta Correa al Gauchito Gil, y en la introducción de este nuevo título que publicó Capital Intelectual anticipa que Maradona es “una figura a comprender, que abre preguntas y reflexiones, dispara flechas en distintas direcciones, marca caminos. Y al mismo tiempo, es inapresable”.
Con referencias periodísticas, teorías académicas, entrevistas y una escritura atrapante, la autora reconstruye la complejidad de Maradona, combinando los hitos de su trayectoria futbolística con los de su intervención pública y el impacto emocional, corporal, sobre las y los otros, dando lugar a un diálogo de voces y reflexiones que ayudan a pensar las muchas enunciaciones que engloba Maradona como mito, como héroe popular y como figura disputada que despierta contradicciones, devociones y críticas, como las lecturas de género que se hacen sobre él.
El fervor editorial por recuperar la figura de Maradona en el primer aniversario de su muerte también llegó a España, donde casi en simultáneo con Argentina se acaba de publicar Fenomenología de Maradona (alta marea), un volumen que reúne una serie de ensayos sobre el futbolista, entre ellos uno de la periodista y futbolista Ayelén Pujol que desanda otro pliegue problemático no solo en la vida del ídolo sino de quienes admiran sus reliquias deportivas y sus frases sagaces, muchas de ellas –al igual que algunas de sus acciones– cuestionadas por sus componentes de homofobia y misoginia.
La autora de Barriletas Cósmicas. Historia del fútbol femenino plantea en qué medida es posible –y necesario– separar la obra del artista, una cuestión que se instaló cuando algunos feminismos cuestionaron las manifestaciones de dolor ante la muerte del ídolo. “Expresar amor por Diego significaba acaso blanquear su probado machismo?, se interpela la periodista, quien va más allá cuando plantea: “¿Se puede ser feminista y maradoniana al mismo tiempo?”.
Precisamente ese es uno de los tópicos en los que profundiza Maradona, un mito plebeyo (NED), un libro coral compilado por Antonio Gómez Villar, profesor de Filosofía en la Universitat de Barcelona en el que Maradona funciona como el emergente insumiso que viene a contraponer con su fútbol y su manejo de la lengua el orden disciplinador de la tradición burguesa, que se reproduce incluso en los sistemas tácticos donde los entrenadores de un equipo replican las formas de división del trabajo que organizan las sociedades occidentales, lo que el editor define como “una suerte de cadena de montaje sobre el césped”.
En diálogo imaginario con Todo Diego es político, un compendio de diez ensayos escritos por mujeres que expanden otros efectos del fenómeno Maradona como su lengua desobediente que irrita a las élites o sus gestos revolucionarios, el texto en el que participan una constelación de autores como Jorge Alemán, Nadia Fink, Maximiliano Crespi o Verónica Lahitte que prolongan la idea de Maradona como expresión de una inconsciente colectivo plebeyo que convoca a la continuación de la lucha de clases por otros medios y actúa, en palabras de Gómez Villar, como “un dique de contención contra el desencantamiento del mundo”.
“Un mito no es lo opuesto a una verdad. Un mito es lo que vehicula, forja y funda una verdad. Un mito no es ni verdadero ni falso. Crea o no crea. Los mitos nos remiten a las poéticas necesarias para expresarnos, a las narrativas que cambian imaginarios”, propone el compilador en la antesala de esta veintena de textos que llevan títulos sugerentes como “Maradona, racismo y heterosexualidad obligatoria”, “¿Por qué queremos tanto al Diego si somos feministas?”, “Si no puedo llorar no es mi revolución” o “Maradona: el más cualquiera de todos nosotros”.
Con formato de mosaico coral es también el libro Rey de Fiorito: Crónicas políticas y sociales de la vida de Diego Maradona, un libro que forma parte de Ediciones Carrascosa, una editorial autogestiva recién lanzada por los periodistas deportivos Andrés Burgo, Ezequiel Fernández Moores y Alejandro Wall que desgaja la vinculación del ídolo deportivo con distintos ciclos políticos: el de su pertenencia inicial a la clase obrera de Fiorito, el de su llegada al club Argentinos Juniors durante la dictadura y sus primeros enfrentamientos con el poder tras la conquista del Mundial de México 86, donde tuvieron lugar sus dos goles a Inglaterra como venganza poética por Malvinas.
“Hicimos un recorrido muy sencillo cronológico pero también de contexto político que queríamos entender. Hay partes que no son cronológicas: a Boca había que abarcarlo en su primera etapa y luego en la década del 90... pero Boca es un recorrido que es inherente a Diego pero lo queríamos también asociar a lo que había sido su vínculo con Macri. Lo mismo el vínculo de los medios, eso no se puede pensar de manera cronológica. O el capítulo ‘Padre de la patria’, que escribe Pujol y se aborda desde una perspectiva feminista y maradoniana”, explica Wall.
“Cuando el corazón de Maradona se detuvo las calles de Buenos Aires enmudecieron. En el silencio latía un sentimiento colectivo difícil de explicar. Se iba el crack que se elevó desde el barro a la cima. El jugador tocado por ‘la mano de Dios’ que licuaba la sangre de San Genaro. El amigo de Fidel que vestía abrigos de piel. El hombre que desafió a los poderosos sin renegar de su origen. El adicto que reconoció sus errores porque ‘la pelota no se mancha’. El fantasma de sí mismo que nunca se rendía”, dice Alejandro Duchini a propósito de Mi Diego. Crónica sentimental de una gambeta que desafió al mundo (Ediciones Lince), un libro que empezó a escribir el mismo día en que murió el futbolista.
El texto, que fue escrito en simultáneo con el duelo por la muerte del ídolo y con los primeros intentos por resignificar su legado sin la posibilidad de un Maradona como dispositivo vital y generador de nuevos hitos, analiza la pregnancia que tiene la figura del futbolista entre las nuevas generaciones, aquellas que nunca lo vieron jugar en tiempo real pero que sin embargo lo sitúan tan cercano y tan venerado como un contemporáneo como Messi.
En un registro más testimonial se ubica Diego, desde adentro (Planeta), una obra que Fernando Signorini, el conocido preparador físico de la Selección, escribió junto a los periodistas Luciano Wernicke y Fernando Molina para dar cuenta del mejor ciclo del jugador, desde que su tobillo fue despedazado en un partido entre Barcelona y Athletic Club en 1983 hasta su retirada de la selección argentina, en 1994, tras el control antidoping realizado durante el Mundial de Estados Unidos que dio positivo, un episodio que daría lugar a una de sus frases más punzantes y terribles: “Me cortaron las piernas”.
Durante 14 años, Signorini compartió la intimidad de Maradona y desde ese lugar se testimonial se anima a evocar algunas de las circunstancias en las que acompañó al astro, como sus múltiples infiltraciones para poder jugar, la fractura que sufrió en el Barcelona tras la brutal patada del zaguero vasco Andoni Goikoetxea, sus problemas con las drogas y sus infidelidades.
Fuente: Télam.
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