La historia del arte tiene grandes maestros, grandes pintores y también maestros de grandes pintores, como es el caso del noruego Knud Bergslien (1827– 1908), reconocido en su tiempo por su obra, pero sobre todo por haber sido el formador de una camada de talentosos artistas.
De orígenes humildes, Bergslien pasó sus primeros años en una pequeña granja en Voss, donde su contacto con el arte fue escaso. De hecho, a los 18 se unió al ejército de Bergen y fue allí donde se descubrió su talento para el dibujo, lo que le facilitó comenzar su formación a los 20, junto al paisajista Hans Reusch.
En Bergen se sintió en casa y el pueblo tomó al joven talento como su hijo prodigo adoptivo. Fueron entonces los propios pobladores los que juntaron dinero para que pudiera asistir a la academia de arte de Amberes, Bélgica, de 1849 a 1852. También pudo prepararse en París, de 1850 al ‘51, con Charles Gleyre.
Regresó a Bergen y comenzó su obra de estilo costumbrista, retratanto a sus pobladores, mostrando sus oficios y modos de vida. También ocupó un lugar importante en la transmisión de aquello que había aprendido convirtiéndose en profesor de la escuela de dibujo y pintura local.
Entre 1855 y 1869 vivió en Düsseldorf, Alemania, donde se unió a su prestigiosa escuela de pintura, uno de los movimientos más influyentes de entonces, sobre todo para los pintores estadounidenses, que se caracterizaba por obras paisajísticas detalladas y muchas veces alegóricas.
Ya en Oslo, en 1870, entonces llamada Christiania, Bergslien junto a Morten Müller tomaron la dirección de la escuela de arte creada por Johan Fredrik Eckersberg en 1859, que con el tiempo pasaría a llamarse Escuela de Pintura de Bergslien (Bergsliens Malerskole) y donde tuvo una gran influencia sobre toda una generación de pintores noruegos como Edvard Munch, Harriet Backer, Ragnvald Hjerlow, Andreas Bloch, Cecilie y Hans Dahl, Gerhard Munthe y muchos más.
Si bien tiene toda una obra constumbrista, Bergslien es una referencia de la pintura histórica, especialmente por El Birkebeiner, una pieza en la que representa a los esquiadores Birkebeiner Torstein Skevla y Skjervald Skrukka, quienes en 1206 salvaron al príncipe Haakon, hijo del rey Håkon Håkonsson, llevándolo a un lugar seguro durante el invierno de 1206.
Los birkebeiner (piernas de abedul, en noruego) fueron una agrupación político-armada, que funcionó en el país durante el período conocido como las Guerras Civiles, entre 1174 y 1218. Pasaron de ser un grupo rebelde marginal -que se levantó contra el reinado de Magnus V y su padre, Erling Skakke- para convertirse en la fuerza de choque más poderosa del país, hasta que su rey Haakon IV fue reconocido por la principal facción opuesta, los bagler. Aquel niño real, que escapó oculto en medio del invierno, fue quien marcó el final aquella guerra civil y la unidad del país. La pintura de 1869 se encuentra en el Museo Holmenkollbakken, de Oslo.
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