Francisco Garamona: “Padezco de aburrimiento crónico, todo lo que hago es para escaparme de esa sensación”

El músico, poeta, librero y cineasta acaba de sacar su nuevo disco, “Hemisferio Aparte”. En esta entrevista con Infobae Cultura asegura que el arte tiene secretos; “no voy a ser yo quien los devele”, dice

Francisco Garamona en La Internacional, su librería

Desde hace 20 años, Francisco Garamona viene elaborando una de las obras más sutiles y complejas de la poesía argentina. Apartado de modas y de gestos epocales, sus libros ya se cuentan por decenas, además de sus discos, películas y otros proyectos. Aprovechamos la salida de su último disco, Hemisferio Aparte (Metamúsica, 2021), para hablar un poco de su mundo tan inquieto.

—Vos que sos un hombre interesado en distintas disciplinas, ¿encontrás diferencias entre las artes?

—La diferencia en el arte sería la del impulso, ya que no es el mismo que se utiliza para construir un pequeño poema o edificar una novela. Hay una araña que trepa por el árbol del lenguaje, que de lejos es invisible pero de cerca da miedo. La mano que hace una escultura es la misma que cava el foso en donde después será emplazada. Como dijo Rimbaud hace más de 150 años, “este es un siglo de manos”. A mí siempre me interesó expresarme de las formas más diversas. Cuando era niño soñaba ser un actor trágico que interpretase su muerte una y otra vez en la televisión, y ahora solo quiero vivir, porque la vida te va llevando, como un río que te arrastra y te deposita en sus orillas. La poesía, la música, la pintura, el cine, el teatro, la edición, ¿qué son sino pequeñas actividades del espíritu y participaciones en la vida?

“Luces de neón”, de Francisco Garamona (Video dirigido por Juan Renau)

—A diferencia de El gusanito, mucho gusto, en el que recreaste composiciones de Jorge De la Vega y la orquestación despliega una sonoridad más relacionada con la música de los sesenta, o Los sentimientos, quizás tu disco más roquero, Hemisferio Aparte da cuenta de un sonido más cercano al jazz. Canciones de una gran delicadeza en las que suenan trompetas, violines y guitarras eléctricas, además del piano y del contrabajo. ¿Cómo concebiste el concepto de este nuevo disco?

—La sonoridad del disco surge de un concepto que hicimos con Ulises Conti y Juan Ravioli, con la intención de darle más naturalidad a la música acústica, y hacer un disco de cámara con violas, violines, contrabajo, pianos. Un disco esencialmente acústico donde brillara la atmósfera de la canción. Alejarme un poco del rock e ir más hacia la música popular e incluso romántica. Canciones que son como fotografías de pequeños instantes. Es muy interesante ver como una canción va creciendo a medida que se le agregan capas de instrumentos, a partir de la colaboración de otras personas, con las que juntos encontramos su forma final. Contó con la participación de grandes músicos y músicas. Entre ellos Melingo, Juan Ravioli, Ulises Conti, Javier Maldonado, Noe Murier, Eugenia Brusa. También participó mi hija menor, Clarisa. Quisimos hacer un disco coral, como de iglesia, cantado por muchas personas. En breve sale su edición en vinilo, pero mientras tanto se puede escuchar en todas las plataformas de despegue y también en mi bandcamp, donde también se encuentran todos mis otros álbumes.

—¿Qué le pedís a una canción?

—Que sea como un manto que cae sobre la vida, y la llena de intensidad, de frescura y de pasión. Además de tener una intención y un deseo de algo transferible, que pasa de mano en mano y continúa. Que la música refleja un momento espiritual y que a la vez sea un vehículo de liberación de la emoción.

Francisco Garamona

—Este año en tu editorial Mansalva editaste algunos títulos que son parte esencial del canon de la literatura argentina. Libros como Todas las noches escribo algo, que compila los textos ensayísticos de Carlos Correas que estaban dispersos, o las conversaciones reunidas de Rodolfo Walsh, por ejemplo. ¿Cómo conviven los clásicos de la literatura nacional con la literatura emergente latinoamericana?

—En Mansalva siempre quisimos tener un pie en la tradición y otro en el presente. Es así como confluyen Rodolfo Walsh con Mariela Gouric; Carlos Correas con Diego Meret; César Aira con I Acevedo. A la literatura de cerca se la puede ver como todos objetos en sí mismos pero al alejar un poco el lente nos damos cuenta de que es una fuente inacabable donde las partes sueltas conforman un todo. Esa es un poco, para mí, la tarea del editor. Traer al presente voces del pasado y del presente y hacer que esas voces estén más vigentes todavía. A veces me encuentro con personas que me dicen: Gracias por todos los libros que nos hiciste leer. Eso me sorprende. Sin darme cuenta con Mansalva colocamos muchos libros en los estantes infinitos de la literatura argentina. Me alegra encontrarme con esas manifestaciones de cariño que me hacen muy feliz.

"Hemisferio aparte", el nuevo disco de Francisco Garamona

—Tu obra parece la de una persona incansable. Si no me equivoco, sos uno de los poetas que más libros publicó en la Argentina. Más de 45 libros publicados, 7 discos, 3 documentales realizados. Tus últimos dos libro de poemas, Para siempre, editado por Iván Rosado, y Tener un amor, editado por Arroyo ediciones, dan cuenta de las variaciones y las constantes de tu obra. ¿Tenés algún plan en relación a tu obra?

—A veces me sorprendo viendo la cantidad de libros que publiqué. Aunque cuando empecé a hacerlo era difícil porque no abundaban las editoriales independientes y menos aún las de poesía. Pero tuve suerte. Mis primeros libros fueron acogidos muy generosamente por Daniel Durand en Ediciones Del Diego que fue una editorial muy importante de la década de los noventa y los primeros dos mil. Creo que escribí para vivir mis sueños y para alejar mis pesadillas, que a veces son la misma cosa, ¿no? Aunque ahora, a veces, me pregunto el por qué de tanta escritura y proliferación y no sé qué responderme. En verdad, padezco de aburrimiento crónico, y todo lo que hago es para escaparme de esa sensación.

—¿Tenés algún proyecto de escritura?

—Ahora estoy terminando mi primera novela y en vez de escribirla, nos juntamos con mi editor, Javier Fernández Paupy, y se la dicto. Cierro los ojos y la acción bajo mis párpados comienza. A veces es graciosa y a veces es tristísima. Yo que soy un hombre de la poesía, a veces me sorprendo de todo lo que hay que hacer para construir un lienzo narrativo. Como escribir “el café con leche llegó frío”, cosas así…

Francisco Garamona en una de sus tantas caras: la pintura

—En la película Tertulia N° 250, de Mariano Galperín, se muestra la escena literaria que rodea a la editorial Mansalva y cómo tu librería La Internacional argentina, la editorial y lxs autores y artistas allegados conforman un salón literario contemporáneo. ¿Cómo cambió con la pandemia ese modo de relacionarse?

—Es un registro de época y también una fiesta, un documental sobre literatura. Tiene muchas facetas. Es una película que habla de la amistad, los sentimientos y la aventura. Participan muchos amigos y amigas. Esa película muestra como eran los antiguos intercambios humanos. Y es un testimonio de cómo era todo antes de la pandemia.

—¿Seguís pensando que la poesía tiene que ser trangénero?

—Sí, sigo pensando lo mismo. Porque para hablar de las cosas hay que convertirse un poco en las mismas cosas. Hace poco, Marta Delfino, en un artículo crítico, escribió que mi poesía era neo-gótica. Me sorprendió.

Francisco Garamona en la película "La pequeña vida"

—¿Cómo te encontrás con esa definición de poesía neogótica?

—Encuentro que se puede ser neogotico en el corazón aun usando camisas hawaianas.

—¿El arte tiene secretos?

—Sí, muchos. Pero no voy a ser yo quien los devele. Me gusta que la obra de arte se oculte y se reste un poco del mundo para darnos la ilusión, al llegar a ella, de que somos sus descubridores.

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