El emblemático Palacio Barolo de la Ciudad de Buenos Aires, declarado Monumento Histórico Nacional, presentó parte de la escultura La Ascensión, una obra de bronce realizada por Mario Palanti en 1919 destinada a ese edificio, pero que nunca llegó a destino porque “se perdió en el camino”.
El imponente edificio ubicado en avenida de Mayo 1370 fue inaugurado en 1923 y fue el primer rascacielos de Latinoamérica, considerado un ícono y pieza indispensable de la arquitectura porteña que lo llevó a ser declarado Monumento Histórico Nacional en 1995.
Mario Palanti, reconocido arquitecto de la época, fue el encargado de diseñar el imponente edificio y, según cuentan algunos de los mitos que envuelven el palacio, “se inspiró en los versos de la Divina Comedia, de Dante Alighieri, para diseñarlo”.
Luis Barolo, quien le encargó la obra a Palanti, “pretendía traer a la Argentina las cenizas del escritor italiano para salvarlas de una Europa en guerra”, señaló un comunicado de los organizadores de la actividad.
Según el arquitecto e historiador Carlos Hilger, Barolo y Palanti “eran miembros de una logia secreta derivada de la Edad Media, llamada Fede Santa, que tenía vínculos con los templarios y cuya orden fue prohibida por el Papa en el siglo XIV. Casualmente, Dante Alighieri perteneció a esa logia”.
La Ascensión es una escultura que consta de la figura de un águila con las alas desplegadas, que lleva en su lomo un hombre moribundo, creada por el propio Palanti en 1919, pensada para el hall central del edificio, pero “nunca llegó a ser colocada” ya que “se perdió en el camino”, precisó el comunicado, y advirtió que en 2015 se realizó una obra similar para el Barolo mientras se buscaba la original.
“¿Homenaje al Dante o al “soldado desconocido” de la Primera Guerra Mundial?”, nunca se supo con certeza, pero la obra de bronce hueca de 2 metros de ancho por 1,50 de alto, era intensamente buscada desde hace décadas por los administradores y difusores culturales del Barolo, Miqueas y Tomás Thärigen.
Hace veinte años, los hermanos y bisnietos de Carlos Jorio, uno de los primeros inquilinos del Barolo, ubicaron la escultura en manos de un coleccionista de Mar del Plata, pero no pudieron recuperarla ya que el dueño, que en principio había accedido a venderla, terminó arrepintiéndose.
En un segundo intento por recuperar la obra, los administradores del emblemático edificio se enteraron que esta había sido cortada al medio y la parte superior había desaparecido.
Hay quienes creen que en el interior de la escultura estaban los restos del mismísimo Dante, que habían llegado escondidos en secreto desde Italia para que descansaran en la bóveda del Palacio. Algo que no fue confirmado ni desmentido, pero que sirve para alimentar el mito en torno a ese objeto.
En ese sentido, Miqueas reflexionó: “Los mitos hay que alimentarlos; son parte de la historia. No me animo a indagar sobre si realmente están o estuvieron allí. Prefiero que siga la leyenda”.
Recuperar la obra fue “una ardua tarea que llevó muchos años y que se concluyó hace no más de cinco meses cuando encontramos la escultura en un anticuario y pudimos comprarla”, agregó. “Logramos que finalmente esté donde Palanti y Barolo lo habían soñado. Nos provoca una alegría inmensa, por su legado, porque al fin de cuentas nosotros estamos de paso, pero lo que dejamos se puede transmitir a las próximas generaciones”.
Por su parte, Tomás Thärigen aseguró que haber conseguido el objetivo de recuperar la escultura “fue liberador”, más allá de que la figura no esté completa.
Y añadió: “Cuando la vi era como sentir que era la última pieza de un rompecabezas. Fue una sensación de liberación muy grande. Lamentablemente falta la pieza superior, que es la que tiene la figura que supuestamente es del Dante. Pero nos pone muy feliz que finalmente llegue al Barolo, después de más de 100 años”.
Desde sus inicios, el Barolo estuvo “enmarcado en polémicas”, según expresaron los hermanos Thärigen, quienes rememoraron que “su inauguración fue silenciada por los medios de la época, y su estética, fuertemente criticada por los arquitectos del establishment, debido a su peculiar estilo”.
Roberto Campbell, administrador del consorcio del Barolo y tío de Miqueas y Tomás, también participó en la ardua búsqueda de la escultura.
“Cuando me llamaron para contarme la novedad, fue una sorpresa. Realmente nos pone muy feliz que finalmente la escultura esté en el lugar donde siempre debió estar”, relató sin ocultar su asombro.
“Creo en el valor de la cultura, -agregó-. El Barolo es una muestra de ello. Por eso, nosotros ponemos énfasis en el valor cultural del edificio. Es nuestro legado para las futuras generaciones”.
El arquitecto marplatense Guillermo de Diego, docente, investigador y extensionista de la Universidad de Mar del Plata, tomó contacto con la escultura antes de que fuera vandalizada. Fue hace alrededor de 30 años, cuando recorría la zona junto al prestigioso arquitecto e historiador de esa ciudad balnearia Roberto Cova, con quien pudo acceder a ella en el chalet de Güemes y Falucho. Y pudieron documentar en detalle la obra con un video disponible en YouTube.
El Palacio Barolo se puede categorizar dentro del movimiento art nouveau, pero tiene detalles de arquitectura gótica y neorromántica. Además, fue construido utilizando la técnica del hormigón armado, un método moderno. La cúpula, por su parte, está inspirada en el templo Rajarani Bhubaneshvar, de la India.
Fuente: Télam.
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