A poco del comienzo del Festival de Cine de Mar del Plata arrancó el fin de semana largo en la ciudad, que recibe con un clima muy agradable a gran cantidad de turistas. En la zona donde se concentra la actividad institucional del festival, en los aledaños a la Rambla y los lobos marinos, la actividad está revivida. Cantantes que vienen con sus parlantes y sus pistas pregrabadas, bailarines de tango, artesanos más las mil y una ofertas de un combo que no hay cadena internacional que pueda igualar: rabas y cerveza.
Pensando desde lo cinematográfico, esa escena nunca fue bien filmada. O se lo hace menospreciando la cultura popular o transformando a los protagonistas en estereotipos de comedias paupérrimas. La rambla marplatense merece una narrativa que ni la crea triste y decadente detrás de la alegría, ni que lo cuenta desde una paleta kitsch que no se merece.
Pero en los cines, pegados a la rambla o algo alejados de ella, las proyecciones se intensificaron desde el viernes, al mismo ritmo de la llegada de turistas. También comenzaron una gran cantidad de actividades, algunas presenciales y otras de modo online, que extienden la vitalidad del Festival más allá de la sala oscura.
Actividades especiales
El viernes, con el fondo del mar como gran escenario, se reunieron nuevamente el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, Augusto Costa, el presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Luis Puenzo y el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer. Lo hicieron para anunciar la creación de la primera sede nacional de la escuela de Animación y Nuevas Tecnologías, que se instalará en la ciudad de Mar del Plata. Junto a ellos estuvo el director de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), Carlos Abatte. Costa y Puenzo firmaron el convenio marco de cooperación institucional, asistencia técnica y académica.
Luis Puenzo explicó que en este momento no hay producción audiovisual que no requiera animación o aplicación de tecnologías digitales y que por ese motivo la creación de esta carrera, que no existe en Argentina y prácticamente en ningún país de América Latina, es de suma importancia para formar profesionales. “No es una escuela sólo para técnicos y operadores”, agregó el presidente del INCAA, “sino también para realizadores y realizadoras integrales, como bien dice el título con especialización en Animación y Nuevas Tecnologías”. Esta carrera, además, será incorporada por diversas universidades del resto del país, con las que el INCAA colaborará para su desarrollo.
Para el ministro de Cultura Bauer, estas políticas permiten desarrollar centros de producción integral en todo el país. En diálogo con Infobae Cultura afirmó que “el federalismo nos parece fundamental. Hay que trabajar para sumar capacidades a los procesos creativos, es una de las tareas del Estado ayudar e impulsar a toda esa creación. Pero debemos ser muy precisos en desarrollar políticas específicas para abrirnos a todo el territorio nacional, dejando atrás la híper concentración que hubo durante décadas en la Capital Federal. Eso nos va a permitir profundizar la diversidad cultural”.
Otra de las actividades centrales para el festival es la realización por cuarto año consecutivo del Foro de Cine y Perspectiva de Género, un espacio de reflexión que contribuye a construir igualdad en los diferentes ámbitos del cine. Este domingo por la mañana, a través de una plataforma online, se podrán seguir las reflexiones en torno a las inequidades de género, su reproducción en el ámbito del cine y su posible deconstrucción. Las experiencias individuales como motores para pensar propuestas de acción colectiva. El encuentro será moderado por la Licenciada Analía Barrionuevo y contará con la participación de Kekena Corvalán (Argentina), María Galindo (Bolivia), Jazmín Stuart (Argentina) y Camila José Donoso (Chile). La actividad se realiza el domingo 20 a las 11 hs, es online y requiere inscripción previa.
Godard x 3
El maestro francés del cine, que aun a sus 90 sigue reflexionando a través de su obra y sus textos, está presente en Mar del Plata de tres modos diferentes. Todo comenzó con de la proyección de su película El libro de la imagen el día viernes (tiene otra función el jueves 25).
Continuó este sábado con la presentación de libro homónimo, publicado por el INCAA y que nace de una operación de montaje. Partiendo del texto original de Godard en francés, el mismo se recompone en otra lengua. Así se obtuvo una suerte de “remake” ilustrada por fotogramas de 48 cineastas latinoamericanos. El resultado es un libro se trazan afinidades y contrapuntos entre el maestro suizo-francés y todo un continente de creación.
Simultáneamente se concretó la apertura de la instalación audiovisual Accueil livre d’image de Jean-Luc Godard en el Centro Cultural Victoria Ocampo (Villa Victoria), Matheu 1381, de la ciudad de Mar del Plata. El principio de la instalación es crear una zona de hospitalidad alrededor de la película. En francés, hôte (‘anfitrión’) y accueil (‘acogida’) son términos reversibles: ambos se refieren simultáneamente a quien es acogido y a quien acoge. Allí se pudo apreciar la presentación de El libro de imagen en un gran monitor y ocho altavoces visibles, muy parecido al montaje en el que se creó en el estudio casero de Godard.
Vamos al cine
La Competencia oficial internacional de cualquier festival se lleva la atención mayoritaria, aunque no es necesariamente la más interesante. Es aquella que se utiliza para referir al premio principal, aun cuando hay otras secciones competitivas. Este año la primera de las películas presentadas en esa sección fue la francesa Petite maman de Céline Sciamma, directora de reconocida Retrato de una mujer en llamas. La historia apela sutilmente a lo fantástico, pero no desde lo secreto o el misterio. Aquí eso se devela casi inmediatamente. Luego de la muerte de su abuela materna, Nelly viaja con sus padres para terminar de vaciar la casa. Allí, mientras busca en el bosque la casa del árbol que había hecho su madre cuando niña, se encuentra con una pequeña de su edad y se hacen rápidamente amigas. Esa niña, Marion, es muy parecida a ella y tienen la misma edad. Marion es la madre de Nelly, y ellas lo asumen con total naturalidad. Así construyen una relación que les permite conocerse, saber más una de otra. La directora trabaja ese encuentro desde el juego entre las niñas -madre e hija- y con ello propone una nueva mirada sobre el diálogo posible entre ellas. Y el resultado abre la idea de que hay otra forma de conocerse. Bellísima, Petite maman no necesita contar nada con subrayados ni dramas. Esa sencillez es pura potencia.
En una de las escenas de la película de Sciamma, Nelly le reclama a su padre que ellos no le cuentan su historia. Es precisa, afirma que los padres “siempre cuentan historias cortas” a sus hijos. En relación con esa ausencia de relato de la infancia podría pensarse también Una mujer, la película que presentó en Mar del Plata la cineasta argentina germana Jeanine Meerapfel.
La realizadora de La amiga (1988), una película central en la filmografía para pensar la dictadura y la lucha de los organismos de DDHH en nuestro país, busca en este documental los orígenes de la historia de su madre, quien le había servido de inspiración para una de sus primeras películas de ficción, Malou (1981). Desde su nacimiento Marie-Louise Chatelaine fue abandonada, sufrió violencia, se enamoró, cambió de religión, vivió en Francia, Alemania, Holanda y Argentina, tuvo una vida acaudalada, fue engañada, separada de su hija y terminó sola en una condición miserable. Meerapfel realiza un minucioso recorrido por cada uno de los lugares donde vivió desde fotos y películas y en el presente. En el proceso de reconstrucción de esa historia personal se relaciona con su madre ya fallecida y la conoce más allá de los relatos de infancia. Pero a la vez da cuenta de la historia turbulenta de un momento de la historia que incluye hambrunas, nazismo, exilios, patrias traspuestas y dictaduras a uno y otro lado del mundo. La voz de la propia realizadora aporta desde su primera persona una extraña sensación de narrar en dos tiempos: estar en el pasado estando en el presente.
Dos extrañas argentinas
Una de las películas más esperadas era la El perro que no calla,el sexto film de Ana Katz. Una película que retoma algunas cuestiones que aparecieron de alguna u otra manera en el resto de su obra. El humor absurdo, los personajes desencajados y la construcción de un espacio asfixiante de la primera escena remiten a El juego de la silla, así como unas repentinas caídas, que abren el espacio a un momento de post apocalíptico del tercer mundo recuerdan a Los Marziano. Katz vuelve con Sebastián a personajes que no se ajustan totalmente a las lógicas de las relaciones sociales y que se mueven con una libertad rayana en lo arbitrario. Eso inevitablemente lleva las historias hacia lugares siempre interesantes, siempre capaces de interpelar a lo que es “esperable” en las vidas de las personas. Ese mismo corrimiento de lo “esperable” produce humor, pero es un humor que funciona casi como una melancolía, porque lo ilógico o lo no deseable no es necesariamente la respuesta de sus personajes, sino la exigencia puesta en esa relación social, a la que todos estamos siempre ajustados. Ese ajuste es el problema. Así la historia de Sebastián se desarrolla por los espacios que le deja un mundo que no se imagina como él lo ve. Y la felicidad, parece sugerirnos Katz, es posible caminando por esos bordes de la realidad.
No tan extraña en términos de esa construcción oscilante que propone Katz, sino en cuanto proponerse como cruce entre el drama y el terror apareció este sábado en las salas El desarmadero de Eduardo Pinto. Prolífico y desparejo, Pinto tiene su fuerte en la forma que conoce y reconstruye el conurbano bonaerense y la violencia como tensión, como amenaza, en un territorio que es más fílmico que real. Aquí decide explorar el cine de terror, navegando entre lo psicológico y algún que otro susto bien dosificado. Bruno es un artista plástico que después de un hecho traumático sufre problemas psiquiátricos y es internado. Cuando le dan el alta, su amigo Roberto le ofrece trabajar cuidando un desarmadero de autos y allí se conecta con el origen de su drama.
Pinto trae al relato algo habitualmente ajeno a la narrativa occidental: Bruno se anima a relacionarse con sus fantasmas. El terror, sutil, es el nuestro. No el de Bruno, que puede recuperar sus amores en esa relación trascendente. Sin proponérselo, Pinto desmonta el mecanismo del terror ¿qué sería del género si los fantasmas no nos asustaran? El contexto del desarmadero en un lugar muy despoblado es ideal para que finalmente, esa situación explote con violencia, tal vez provocada por el propio Bruno. El conurbano en la película está contado no solo como un mundo complejo en lo micro, sino como un mapa. Pinto traza una cartografía cinematográfica y en esa relación explora a la vez el mapa y el territorio.
*Más información, en la página del festival.
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