¿Cómo hacer un diccionario que más que definiciones últimas posea reflexiones, contraste puntos de vista, invite a pensar y deje más conceptos abiertos de los que se dedique a cerrar? ¿Cómo abordar un fenómeno amplio y complejo como el (los) feminismo(s) contemplando sus expresiones diversas e involucrándose en sus polémicas?
Son algunas de las preguntas que se hicieron Susana B. Gamba y Tania Diz cuando se dispusieron coordinar la elaboración del Nuevo diccionario de estudios de género y feminismos (Biblos, 2021), aunque contaban con varios antecedentes. Es que la presente es una actualización del Diccionario de estudios de género y feminismos, editado 2007 y reeditado en 2009, así como también es heredero del más viejo Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas.
En todos los casos, las autoras trabajaron guiadas por la aspiración de construir un glosario especializado —con más de cien entradas—, que cuente con la intervención de múltiples autores y autoras, y que cumpla con un objetivo que en su movimiento puede resultar contradictorio: mantener la sustancia teórica mientras navega y asimila los cambios que le impone la realidad.
Y esa realidad se vio fuertemente trastocada en los últimos años como consecuencia de una masificación de los feminismos, o de lo que algunos autores llaman “la cuarta ola feminista”. En su presentación, Gamba explica que la realidad se antepuso a sus planes. En el momento de la actualización del Diccionario de 2007 y sin buscarlo, se encontraron produciendo un Nuevo Diccionario: “Todos los conceptos daban cuenta de elocuentes transformaciones, al tiempo que muchos nuevos términos y cosmovisiones exigían su lugar”.
Era ineludible; la obra debía renovarse al ritmo del fenómeno que atravesaba la región y que no se agotaba en la masificación de un movimiento que en el pasado había sido tildado de académico. Sobre todo porque ese movimiento comenzaba, por la vía de las conquistas políticas, a transformar la realidad. Conceptos vinculados al matrimonio igualitario, a la identidad de género, a la educación sexual integral, al cupo laboral para las mujeres y disidencias, a la Ley Micaela, y al aborto legal, entre otros, debían ser abordados desde una nueva óptica que reemplace su contenido abstracto y los actualice en función de experiencias reales, muchas veces plasmadas en leyes.
Por eso, pero también pensando en la diversidad del movimiento, en las polémicas que lo atraviesan y en los debates que cada vez más seguido ocupan la agenda política y mediática es que las entradas del Nuevo Diccionario estuvieron a cargo de “especialistas de diversas trayectorias y procedencias“ con el objetivo de que los conceptos no estén abordados desde una mirada única, sino que, por el contrario, condensen una multiplicidad de voces y miradas.
Así, las coordinadoras lograron uno de uno de los primeros diccionarios feministas de habla hispana, y el primero en América Latina, trabajando para que sea una obra “abierta y transdisciplinaria que convoque tópicos de la sociología, la antropología, la filosofía, el lenguaje, la literatura, el psicoanálisis, el activismo, la historia, los mitos y las espiritualidades femeninas”.
Eva Giberti dice en uno de los prólogos al libro que tituló “Palabras sin ser solicitadas”, que una de las disputas que marcó el alumbramiento de este Nuevo Diccionario es la del lenguaje —y los sentidos detrás de él—: “...Sin imaginarnos que estábamos siendo subordinadas mediante el lenguaje, repetíamos la historia de las mujeres, desde esa Eva silenciosa del Paraíso”.
Parecida a la definición que elaboran Diana Maffía y Dora Barrancos en su prólogo común, en el que afirman que “las palabras son puentes y un glosario potencia la interacción”. Son ellas quienes rechazan la idea de un diccionario como un cierre y proponen, en cambio, la idea de la “urdimbre engendradora”, de la que puedan salir definiciones significativas para el pensamiento y para la acción política y cotidiana.
Por eso, afirman, el recorrido por las páginas del Nuevo Diccionario es un recorrido lúdico, en el que “la arbitrariedad del orden alfabético” transporta al lector hacia los “sentidos compartidos” en una obra que es colectiva, es heterogénea y es política.
A continuación, algunas de los conceptos presentes en el Nuevo Diccionario:
Abolicionismo, por Marta Fontenla
Aborto, por Mabel Alicia Campagnoli
Amor romántico, por Adriana Boria
Androcentrismo, por Tania Diz
Binarismo, por Blas Radi
Bioética feminista, Laura F. Belli
Cuerpo, por Humbelina Loyden Sosa y Ángeles Sánchez Brignas
Cuidado, por Eleonor Faur
Deseo, por Claudia Korol
Disidencia sexo-genérica, por Marlene Wayar
División sexual del trabajo, por Florencia Partenio
Femicidio/feminicidio, por Mabel Gabarra
Feminización de la pobreza, por María Silvia Corbalán
Identidad travesti, por Lara María Bertolini y Mateo Caro Morales
Interseccionalidad, por Moria Pérez
Masculinidades, por Lucian Fabbri
Paridad, por María José Lubertino
Parto respetado, por Sandra Román
Prostitución, por Marta Fontenla
Queer, por Moira Pérez
Sororidad, por Marcela Lagarde y de los Ríos
Techo de cristal, por Mabel Burin
Trans, por Alba Rueda
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