Desde la estética institucional que acompaña la edición 2021 del FILBITA –cuyos colores comparte con la del FILBA Internacional de este año–, con las ilustraciones creadas por Yael Frankel, se sospecha qué se abordará, lo que se confirma al ingresar al micrositio del evento, que llanamente titula “Sueños”.
La presentación del tema escogido como piedra que se lanza, como hilo conductor de muchas de las actividades que atraviesan las diferentes aristas de la literatura –porque, al fin y al cabo, de eso se trata–, habla de la capacidad de soñar como deseo, movido por el ansia de que volvieran los reencuentros y las salidas y actividades presenciales tras casi dos años de encierro por pandemia. Y cuando ese mensaje parece ser suficiente justificativo, algo más sale a la luz. Y como se ve en las imágenes, hay libros, literatura.
En estos dos años, para quienes tenemos el hábito y el afán de la lectura, los libros fueron cobijo, familia, amigos, estímulos, y por qué no, esperanza. Fueron lazos las veces que se recomendaron, que se leyeron, que se donaron, que se compraron para regalárselos a quienes no podíamos ver ni abrazar.
María Luján Picabea, en representación de la Fundación FILBA, le comentó a Infobae Cultura: “Los sueños son de la misma materia que la literatura. A veces cuando soñamos, y sabemos que soñamos, nos permitimos jugar en esos universos de posibilidades aumentadas que son los sueños. Y con la literatura pasa lo mismo, abrimos la puerta de un libro y salimos a jugar. Por eso los sueños son tema de nuestro festival, porque nos permiten levantar la alfombra de lo aparente y mirar más adentro, con más detalle, con otro tiempo. Mirar como si todo fuera por primera vez, como si todo tuviera infinitas caras, colores, infinitas lecturas. Así como los libros, que como hoy nos dicen una cosa, mañana nos dicen otra, porque no hay dos lecturas iguales”.
“Así que pensamos en sueños como deseo, como posibilidad de relato, como derecho. Pensamos en los sueños porque la realidad no nos basta y queremos siempre algo más”, agregó.
Y es ese deseo por más el que motiva que la edición 2021 del festival no se limite a lo presencial o a lo virtual, sino que todo está organizado de tal modo que se pueda participar de ambos formatos. Además, entre las actividades para adultos hay una tendencia más al disfrute, al arte, más allá de la investigación, que es un clásico del evento y que este año tiene al Foro de traducción como plato fuerte. Adultos y adultas van a poder participar del taller de ilustración Un libro álbum antes del fin del mundo dedicado exclusivamente a ellos, además de una charla y una muestra, ambos ligados al goce.
Por eso es que nos preguntamos si hubo en la elección del tema de esta edición no un mayor compromiso, porque siempre hay un compromiso muy profundo y serio por parte de la entidad, pero sí otra profundidad por lo que se vivió en estos dos años y por la ausencia de presencialidad del año pasado.
Y Picabea profundiza: “Es una buena lectura, tal vez lo que hay en la elección de los sueños como temática del festival es casi una militancia en favor de la fantasía, en defensa del juego, de la alegría; defensa de espacios en los que poder pensarnos más allá de los límites de la realidad, de lo tangible, de lo que está a la vista. Pensar la literatura y el arte como una puerta de acceso a otras percepciones”, y eso parece cerrar la idea de la apertura a que los adultos puedan disfrutar desde otro lado, el lúdico y creativo, esta vez.
La temática se traduce en la programación de forma directa. Clara Lagos realizará por el Instagram Live de Filba “entrevistas dibujada” tituladas “Con mucho(s) sueño(s)”, en las que conversará con artistas como Pablo Picyk, Delius, Chanti y hablarán de sueños, del sueño, del cansancio y de los deseos.
También están el taller de lectura y creación “Eso que Lucas se trajo de un sueño”, de Andrea Martinoli, el taller onírico “Sumate al mapa de los sueños de Pakapaka”, de Malena Fainsod y Valeria Dotro, el taller de imaginería “La ciudad de mis sueños”, con Silvia Sirkis, y el taller de escritura “Los sueños no solo flotan, también suenan”, de Agustina Caride, por mencionar solo algunos. Además hay talleres de filosofía como “La fábrica de sueños sin dueño de El Gran Deleuze”, a cargo de Matías Moscardi y Larisa Cumin, y “¿Solo durmiendo podemos soñar?”, con Florencia Sichel.
“El estado de excepcionalidad al que nos arrojó esta pandemia ha sacudido cualquier tipo de certezas. A veces los adultos nos movemos como si la tierra bajo nuestro pies estuviera quieta, como si conociéramos los hilos que mueve el viento, o las olas, las nubes, las mareas, como si pudiéramos afirmar que sabemos de qué hablamos cuando hablamos de verde, o de amor, de risa, de miedo. Creo que entender que tenemos tan solo algunas certezas temporales, entender que siempre hay algo más por descubrir, nos acerca a la infancia, a la literatura y a los sueños”, dice María Luján Picabea.
“Y allí donde no hay certezas hay misterios, y en cada misterio hay cientos de historias. Si hay algo que contar hay relato y si hay relato, hay una voz, y esa voz puede dar lugar a un coro donde todos podamos tomar la palabra. En suma, el festival lo que intenta es que todos los chicos participen de esa conversación en sus propias palabras”, concluye, subrayando que se trata de un espacio dedicado a los chicos y las chicas, en el que, finalmente, todos podamos soñar.
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