Cientos de obras que fueron destruidas por el nazismo y otros regímenes dictatoriales podrían ser recuperadas a partir de la inteligencia artificial, tal como lo demuestra la flamante reconstrucción de tres piezas del artista austríaco Gustav Klimt de las que solo se conservaban imágenes en blanco y negro, y que pudieron ser reproducidas a partir del desarrollo de un algoritmo que permitió resucitarlas respetando su escala cromática original.
La iniciativa, que surgió del interés conjunto entre Google Arts & Culture y el Museo Belvedere de Austria, tuvo como punto de partida 80 imágenes de cuadros de Klimt (1862-1918) alojadas en distintas instituciones que posibilitó a los investigadores concretar un minucioso estudio de su universo cromático y cargar la información en un robot que fue asimilando a través de la prueba y el error este sesgo de colores de su obra.
Tituladas Medicina, Jurisprudencia y Filosofía, las tres obras permanecían en un castillo en Austria hasta que, el día antes de que acabara la Segunda Guerra Mundial, los nazis mandaron a quemarlas antes de que el Ejército Rojo les confiscara un patrimonio artístico que ellos mismos habían expoliado por toda Europa. En aquel incendio desaparecieron más creaciones del artista austríaco además de estos monumentales lienzos de más de cuatro metros que se perdieron bajo las llamas, según detalla el periódico español El País.
De las piezas originales solo quedaron imágenes en blanco y negro, que sin embargo no fueron los únicos insumos para lograr la reconstrucción que ahora se presenta en sociedad: los expertos supervisados por Franz Smola, del Museo Belvedere, se sumergieron también en documentos académicos y periodísticos de la época.
Luego fue el turno de Emil Wallner, ingeniero de Google, que dedicó casi seis meses a programar el código de inteligencia artificial con el que trabaja el algoritmo para que consiguiera generar predicciones de color acordes a la obra de Klimt.
Para que el algoritmo fuera preciso, se lo abasteció también de un millón de fotos de cosas del mundo real, incluidas personas, animales y edificios, además de 91.749 obras de arte que ya almacena Google Arts & Culture (la plataforma alberga piezas y documentación de más de 2.500 instituciones culturales de 80 países). “Esto permite que el modelo de aprendizaje automático asimile los límites de los objetos, las texturas y las composiciones frecuentes en las obras de arte”, aseguran los expertos dela plataforma.
El robot utilizado por el equipo no se encargó de colorear manualmente las pinturas sino que planteó un análisis estadístico de las obras de arte existentes de Klimt y aprendió a imitar el estilo de coloración. Por eso, con las referencias cromáticas que había generado el algoritmo, los especialistas insertaron cuidadosamente los colores en las tres pinturas del maestro austriaco.
“El resultado fue sorprendente porque pudimos colorear incluso las partes sobre las que no teníamos ninguna información”, explicó Smola, en tanto que Wallner acotó: “Cuando por primera vez vi el cielo verde de Filosofía, exclamé: ‘¿Qué es esto?’. Me quedé asombrado porque supuse que sería azul. Fue una emoción especial, algo que nunca olvidaré. El cielo era verde esmeralda, como ya habían adelantado algunos documentos periodísticos que describían tonos verdosos en esa parte de la pintura”.
La reconstrucción de las obras del artista forma parte de un programa más ambicioso que Google Arts & Culture lanzó recientemente bajo el título Klimt vs. Klimt: El hombre de las contradicciones. Dedicado al maestro del Art-Nouveau, el lanzamiento está plagado de características que le resultarán familiares a cualquiera que haya pasado tiempo encerrado navegando en sitios web relacionados con el arte: videos, presentaciones de diapositivas digitales con atractivas funciones de zoom y una exposición virtual de Klimt que nunca podría duplicarse en la vida real, tanto por el costo como porque algunas de esas pinturas ya no existen.
De esta manera revivieron las obras con las que el pintor provocó un escándalo -otro más a lo largo de su carrera- en la institución académica. En 1894, la Universidad de Viena encargó a Klimt y al artista Franz Matsch unas pinturas alegóricas que representaran estas tres disciplinas. Oportunidad que el primero aprovechó para criticar “la estrechez de miras del Estado y la sociedad austriaca”. Para conseguirlo, desplegó su imaginario a través de conceptos mitológicos como mujeres desnudas atrapadas en serpientes o embarazadas, niños, esqueletos, seres espectrales de largas cabelleras, todos brillantemente rematados con el característico oro de Klimt. El resultado fue la ira de los expertos, que calificaron los cuadros de pornográficos y ofensivos.
Fuente: Télam
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