El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata es uno de los 15 festivales de cine clase “A” que existen en el mundo, de acuerdo la clasificación que otorga la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Filmes (FIAPF). Solo son dos en el continente junto con el de Montreal en Canadá.
Su origen está en la Muestra Internacional de Cine creada en el año 1954, durante el gobierno de Juan Domingo Perón. La organización corrió por el entonces Subsecretario de Prensa, Raúl Apold. Esa primera edición fue no competitiva y la elección de la ciudad tenía que ver con una tendencia mundial de producir eventos como este en las principales ciudades balnearias, vinculando el atractivo turístico con la atracción de la visitas de figuras del mundo del cine, como ya ocurría en Cannes (Francia), Venecia (Italia) o San Sebastián (España), que fue creado un año antes. Podría rastrearse un antecedente a esta primera edición en la Muestra de cine argentino realizada en esa ciudad en 1948.
El cine argentino había tenido un importante crecimiento durante el primer gobierno peronista, al punto que se duplicaron los estrenos entre 1944 y 1949. Sin embargo con diversas excusas se dificultó la importación de la película virgen desde EEUU, entre ellas la presencia de material potencialmente explosivo en el celuloide. Ante el posible estancamiento de la producción, Apold presentó a Perón el proyecto para crear esta suerte de “Cannes del Cono Sur”, para instalar el cine nacional en el mundo y contrarrestar esta iniciativa de la industria estadounidense, que buscaba principalmente frenar el avance del cine argentino en mercados latinoamericanos, especialmente el mexicano, en el que las factorías hollywoodenses habían logrado ingresar decididamente luego de que la aparición del sonoro impusiera una barrera idiomática.
A la vez también servía para poner en un primer plano, junto a las estrellas internacionales, al creciente “star system” criollo. Desde ese hecho fundacional fue un festival pensado como un encuentro del público con las grandes estrellas internacionales y una presentación del cine argentino al planeta, más allá de América Latina, donde ya tenía una presencia importante.
Para aquel 8 de marzo de 1954 llegaron a Mar del Plata estrellas como Mary Pickford, Joan Fointaine, la francesa Jeanne Moreau y actores como los estadounidenses Errol Flyn, Edward G. Robinson y Walter Pidgeon, el italiano Alberto Sordi y el español Fernando Fernán Gómez, entre otros.
De ese año se conserva uno de los tantos relatos de la mitología peronista, cuyo origen es bastante incierto: Perón tenía una cámara de rayos X con la cual habría fotografiado a la hermosa Gina Lollobrigida sin ropas. Lo interesante es que la vestimenta del entonces presidente y su comitiva no era atravesada por esos particulares rayos desnudadores. El mito sigue vigente y de tanto en tanto aparecen personas que dicen tener la foto original, y copias digitales de la misma están en venta en los sitios de venta online a precios exorbitantes.
En esa primera muestra de cine internacional Ingmar Bergman presentó Juventud, divino tesoro; Luis Buñuel La ilusión viaja en tranvía; Alberto de Sica Pan, amor y fantasía y Anthony Mann Música y lágrimas, una gran película sobre la vida del director de jazz Glenn Miller interpretado por James Stewart (que muchos de nosotros pudimos ver restaurada durante el final de los años ‘80). Entre los directores argentinos Luis César Amadori presentó El grito sagrado y Ernesto Arancibia La calle del pecado.
La muestra fue suspendida al año siguiente por la dictadura que destituyó a Perón, pero fue retomada y organizada desde 1959 por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina. Fue esta agrupación de críticos argentinos, que entrega cada año los Premios Cóndor al cine nacional, la que lo convirtió en un festival competitivo y logró que fuera incorporado en la grilla internacional de los festivales más importantes del mundo. Fueron dos prestigiosos críticos de cine, Mariano Hermoso y Rolando Fustiñana “Roland”, quienes presidieron aquel Festival.
En la primera edición competitiva, el jurado presidido por el realizador francés Abel Gance (director del clásico Napoleón) otorgó el premio principal a Cuando huye el día de Ingmar Bergman. El galardón consistió en una estatuilla que llevaba el nombre de “El Gaucho”, una creación del escultor Pascual Buigues. El premio a la mejor película en castellano fue para El jefe de Fernando Ayala.
Los dorados años ‘60
Por aquellos años de la resurrección del Festival surgía en Europa la Nouvelle Vauge. Con películas como Los 400 golpes de François Trufffaut, Al final de la escapada de Jean Luc Godard e Hiroshima, mon amour de Alain Resnais (que se presentó fuera de competencia en la 3° edición, 1960), los jóvenes realizadores franceses ponían su firma como autores de un nuevo cine. A este movimiento se sumaban una importante lista de realizadores italianos herederos del neorrealismo, el Nuevo cine británico y realizadores que seguían vigentes como el ya mencionado Bergman, Akira Kurosawa u Orson Welles. Del creador de El ciudadano en 1963 se presentó en Mar del Plata El proceso, basada en la novela de Franz Kafka y protagonizada por Anthony Perkins.
Por esos años el festival combinaba la presencia de estrellas con lo más destacado de la producción del cine mundial de la época, tiempo en el que el cine de autor tuvo un lugar central en la convocatoria de los públicos.
En la segunda mitad de la década del ‘60 la organización fue asumida por el Estado nacional, a través del Instituto de Cinematografía creado en 1965. De este modo, además de ser el único en su categoría, se convirtió en el primer festival competitivo organizado directamente por el Estado argentino.
Durante una década, entre 1959 y 1969, pasaron por nuestro país Paul Newman, Vittorio Gassman, Catherine Deneuve, Jean-Paul Belmondo, Anthony Perkins, Ugo Tognazzi, Maria Callas, Maria Schell, Marie Laforet, Mario Moreno (Cantinflas), François Trufffaut, Tony Richardson, Pier Paolo Pasolini, Gilo Pontecorvo, Andrzej Wajda, Jacques Tati, Toshiro Mifune, Cesare Zavattini, Vincent Minelli, Lee Strassberg, James Mason, Maximilian Schell, Catherine Spaak, Claude Lelouch y Ettore Scola.
Las películas ganadoras entre los años 1960 y 1970 fueron El puente, de Bernhard Wicki (Alemania Federal, 1960); Saturday Night, Sunday Morning (Todo comienza en sábado), de Karel Reisz (Reino Unido, 1961); I Giorni Contati (Los días contados), de Elio Petri (Italia, 1962); Az Angyalok Földje (Tierra de ángeles), de Gyorgy Révész (Hungría, 1963); I Compagni (Los compañeros), de Mario Monicelli (Italia, 1964); Gli Indifferenti (Los indiferentes), de Francesco Maselli (Italia, 1965); ¡At’ Zije Republika! (¡Qué viva la República!), de Karel Kachyna (Checoslovaquia, 1966); Bonnie and Clyde, de Arthur Penn (EE. UU., 1968) y Macunaíma, de Joaquim Pedro de Andrade (Brasil, 1970). El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata no se organizó durante los años 1967 y 1969.
La 9° edición se realizó en el mes de marzo de 1966. En el mes de junio un golpe de estado violento derrocó al entonces presidente Arturo Illia y la dictadura encabezada por el Gral. Onganía suspendió la correspondiente al año siguiente. Se retomó su realización en marzo de 1968, con la particularidad que el presidente del mismo era el Coronel (R) Adolfo Ridruejo y la vicepresidencia la ocupó el Coronel (R) Pedro Enrique Martí Garro. Suspendido en 1969, la última edición de esta primera etapa correspondió a la organizada en 1970, presidida nuevamente por el Cnel. Ridruejo. La dictadura suspendió el Festival y no se volvió a hablar del mismo por 25 años.
La etapa moderna
Interrumpido en 1970, el Festival volvió a realizarse en 1996 y desde entonces se realiza cada año en la ciudad balnearia más importante de Argentina.
En octubre de 1994, luego de una gran lucha por parte de directores y productores de cine, se promulgó en el país la ley 24337 de Fomento Cinematográfico. Argentina venía de una caída de la producción única en su historia. Por aquel tiempo convivían la explosión de la televisión por cable, la edición de películas en video, y los cierres de salas en todas las ciudades del país, generalmente para negocios inmobiliarios o alquiladas por distintos grupos religiosos.
La crisis era total, ese año se estrenaron apenas 13 películas nacionales (un año record había sido 1949 con 47 estrenos en salas). La nueva ley de cine, entre otras cosas, le otorgó autarquía al INCAA para administrar los fondos que le correspondían para impulsar el fomento cinematográfico. Retomar el Festival fue una política que tenía el valor de reponer a la presencia del cine nacional en las salas y recuperar la relación con el mercado internacional perdido durante varias décadas.
En tiempos de un gobierno que promovía el libre comercio, las privatizaciones y la desregulación laboral, casi a contramano de esas políticas y de la mano del entonces presidente del INCAA, Julio Maharbiz, comenzó un cambio de ciclo para la producción nacional y la recuperación de las pantallas que fue claramente exitoso. El Festival de Mar del Plata, como luego el BAFICI y un centenar de medianos y pequeños festivales en todo el país, fueron claves para acercar nuevamente a los públicos a las películas.
Con distintas direcciones y curadurías, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata sostuvo, en la medida de lo que permite la economía argentina, un encuentro entre la cinefilia y la alfombra roja, la charla intelectual, la búsqueda de acuerdos de coproducción y las galas y presentaciones de films y artistas.
Desde entonces a esta parte, han concurrido al Festival, entre muchas otras personalidades, Jacqueline Bisset, Raquel Welch, Francisco Rabal, Maria Grazia Cucinotta, Lina Wertmüller, Arturo Ripstein, Pilar Miró, Dino Risi, Abbas Kiarostami, Catherine Deneuve, Geraldine Chaplin, Dominique Sanda, Sonia Braga, Emily Watson, Nikita Mijalkov, Alex de la Iglesia, Liv Ullman, Jeremy Irons, Gerard Depardieu, Mario Monicelli, Kathleen Turner, Ken Russell, Susan Sarandon, Tim Robbins, Juliette Binoche, Joe Dante, Sandrine Bonnaire, Pierre Étaix, Viggo Mortensen y Pierre Richard, entre muchos otros.
Dos momentos vinculados al cine argentino y al Festival merecen ser destacados por la emotividad y el reconocimiento a figuras vinculadas a su historia. Uno se vivió en 2008, cuando se homenajeó a Leonardo Favio, que ya con una salud precaria estuvo en la apertura de aquella para recibir una estatuilla de manos de la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
Otro momento conmovedor ocurrió durante la apertura de la 34° edición cuando se homenajeó a José Martínez Suárez quien desde aquel 2008 presidía el Festival y había fallecido apenas 3 meses antes. José, como todos los que pasaron por allí lo conocían, tuvo un momento único en la primera edición que le tocó presidir cuando durante la primera función de la película Medicina para melancólicos de Barry Jenkins en el Cine Colón, el sistema de proyección digital, recién estrenado, falló. Con su elegancia y su humor agudo, Martínez Suárez se paró frente al público, informó del inconveniente y durante cerca de 45 minutos habló de su relación con el cine, de su infancia en Villa Cañas, de sus películas favoritas y brindó un improvisado show de stand-up que los presentes aplaudimos más que a muchas películas.
Y uno de los hechos que más polémicas desató fue la intervención del artista Marcos López en los icónicos Lobos marinos marplatenses en la 32° edición (2017)
Y como si en estos 57 años de historia no hubieran pasado muchas cosas: estrellas de cine, el surgimiento del cine de autor, dictaduras, crisis económicas cíclicas y la recuperación del festival para lucir nuevamente en el mundo, el 2020 enfrentó a la población mundial a una pandemia que obligó a realizar la 35° edición de modo online.
Ante lo contingente, desde el INCAA decidieron asumir un formato para el cual la cinefilia no estaba preparada. Y el resultado trajo algunos datos auspiciosos. El público del todo el país pudo acceder a ver películas que no hubiera podido disfrutar de otra manera. La realidad, inesperada e indeseada, nos puso frente a la potencialidad de la nueva herramienta.
Este año la presencialidad pudo confirmarse hace apenas un par de meses, y por lo tanto la edición será híbrida. Habrá 6 salas de cine abiertas en Mar del Plata, con aforo del 70%, y acceso gratuito para el público de todo el país a través de internet a casi todas las películas. La pregunta sobre cómo será el futuro del festival, que siempre tuvo en la presencia de público masivo una de las claves de su éxito, es inevitable.
En diálogo con Infobae Cultura Fernando Juan Lima, su presidente, asumió el desafío de pensar la cuestión sin preconceptos, pero observando los intereses que siguen en juego en la industria audiovisual: “La experiencia online fue muy buena. Por eso, y porque era lo que en escenarios presentes podríamos replicar, es que este año nuevamente el festival estará también accesible en todo el país, para que todos participen de la experiencia. Es una herramienta más y su valía depende de su uso. Confiamos en que quien se acerca al festival descubrirá –o volverá a disfrutar- el modo presencial, que implica el encuentro y que está en la esencia e identidad del festival. La herramienta de la virtualidad sirve para ampliar, para abrir las posibilidades de acceso, para multiplicar. Pero hay que estar atentos a determinadas movidas que parecen tender a restringir el uso de las salas para los tanques, dejando al cine independiente, a las vanguardias, a cualquier atisbo de diversidad relegado a las plataformas. Seguimos defendiendo la idea de ver cine en el cine y trabajando por una mayor diversidad en lo que hace al acceso de los bienes culturales”, sostuvo.
Más temprano que tarde habrá tiempo para los abrazos y las charlas sobre cine hasta largas horas de la noche. A partir del jueves, en Mar del Plata tendremos 10 días para recrear esta historia puesta en diálogo con el futuro. Sin dudas el arte es un espacio ideal para ese encuentro entre las tradiciones y aquello que vendrá. Mientras tanto, esperamos el momento en que se apaguen las luces de las salas.
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