La obra del escritor, periodista, poeta y músico Daniel Moyano (1930-1992) se compone de libros de cuentos, como El rescate o Mi música es para esta gente, y novelas, como El oscuro y El trino del diablo, que dan impulso a la narrativa argentina con humor, elocuencia y sensibilidad logrando expresar un entramado de voces armónicas, poéticas y singulares que sumaron recientemente una pieza: Los pájaros exóticos, una novela inédita, cuya publicación inaugura una serie de reediciones de toda su obra a cargo de la editorial Caballo Negro.
Nacido en Buenos Aires pero luego habitante de distintas provincias del país, a los seis años y luego de la muerte de su madre, Moyano comienza un recorrido, junto con su hermana, por casas de sus tíos hasta llegar a vivir, en Córdoba, en un reformatorio. Pero a los doce, la casa de sus abuelos maternos, inmigrantes italianos residentes de La Falda, se convirtió en un hogar.
Algo de ese itinerario por Cosquín, Valle Hermoso y Alta Gracia está presente en Los pájaros exóticos, en la que un niño llamado Juan llega a la casa de sus abuelos italianos y con ellos se dispone a la aventura de compartir sus días con una nueva familia que, por momentos, lo abruma, pero también lo invita a descubrir las formas de acercarse a la política como acontecimiento y al intento de ganarse el pan con ingenio y perspicacia.
“Con este libro inauguramos la Biblioteca Moyano, en donde iremos publicando todas sus novelas, una por año. A los cuentos los habíamos publicado hace algunos años en un volumen completo que se agotó y que se reimprimirá posiblemente antes de que termine el año”, cuenta Alejo Carbonell, responsable de la editorial cordobesa que en 2012 elaboró Un sudaca en la Corte, un trabajo que recuperaba varios de sus cuentos y fue comienzo del vínculo con la familia del escritor.
Carbonell explica que ese libro lo armaron con textos que habían sido publicados en diarios y pequeñas revistas y también algunos inéditos y que fue “una gran responsabilidad”. “La familia del escritor quedó muy conforme, entonces –grafica– el vínculo se fue profundizando. Son quienes nos acercaron esta novela nunca antes publicada, que fue la primera que escribió. Es una etapa luminosa del autor, diáfana, más cercana a muchos de sus cuentos, tal vez, que a otras novelas”.
Su prosa, despojada y para nada pretenciosa, lo lleva a obtener el primer premio del concurso Primera Plana de la editorial Sudamericana por su novela El oscuro, según un jurado integrado por Augusto Roa Bastos, Gabriel García Márquez y Leopoldo Marechal. A partir de ese reconocimiento, la obra de Moyano comienza a tener resonancia internacional y llega a obtener la Beca de la Fundación Guggenheim, por la que viajó por Estados Unidos y Canadá.
“Era un gran narrador que supera el realismo de los 60. Es una combinación muy rara. Moyano no tenía pinta de escritor. En España laburó de albañil, de electricista, es un criollo, con pinta de cabecita, un morocho bien argentino, con una cara hecha a hachazos, es un albañil que toca el violín”, según lo describe Juan Sasturain.
El director de la Biblioteca Nacional dice que en Moyano “se cruzan muchas cosas de la Argentina: vivió en Buenos Aires pero no es porteño, vivió mucho tiempo en La Rioja, en Córdoba, publicó siempre en editoriales más chicas, después se exilió y tuvo un exilio oscuro, pero siguió escribiendo, aunque por las suyas”.
En el itinerario de Moyano, La Rioja se convierte en destino en 1959 y será en esa provincia donde, junto con Ricardo Mercado Luna, Alipio y Mario Paoletti, integrará la editorial Norte S. R. L. desde la que impulsan la salida del diario El Independiente, del que llegó a ser codirector.
Por esos años publica su primer libro de cuentos, Artistas de variedades, y continúa su trabajo como periodista en diversos periódicos argentinos y como corresponsal en La Rioja del diario Clarín.
En el 64 llega a las librerías el volumen de cuentos La lombriz, en el que Roa Bastos escribe el prólogo destacando las particularidades de su narrativa, que siguió un camino compuesto por la novela Una luz muy lejana, los libros de cuentos El fuego interrumpido, El monstruo y otros cuentos y Mi música es para esta gente.
En La Rioja estaba en el comienzo de la dictadura militar del 76. A pocos días del golpe, Moyano fue encarcelado y cuando lo liberaron partió al exilio con su esposa y sus dos hijos. Se instalaron en España, donde encontró cierta estabilidad recién cuando llegó a Oviedo, en cuya universidad trabajó como profesor invitado.
En 1981 la editorial Legasa de Madrid publica la novela El vuelo del tigre, uno de sus trabajos más recordados y en el que combina lo fantástico con el realismo para resignificar el silencio como elemento clave de un relato que intenta recuperar una memoria, la de una familia Aballay, que queda confinada en una casa.
“Durante mucho tiempo fue un escritor bastante secreto, no ignorado porque también fue muy reconocido, pero tenía ciertos elementos secretos. Junta cosas muy raras porque es un realismo que maneja elementos fantásticos con mucha fluidez. Después se puso a manejar elementos fantásticos como un golpe de timbal, por ejemplo. Es una mezcla de Rulfo con García Márquez. No es fácil asimilarlo, no se parece a nada. De los cuentistas que surgieron en los 60 (Miguel) Briante, (Germán) Rozenmacher, (Rodolfo) Walsh, Moyano no calza con ninguno. Tampoco con (Haroldo) Conti. Siempre estaba en un lugar pero era de otro lado. Por eso es tan perdurable, porque no tiene nada que ver con la moda”, sintetiza Sasturain.
El trabajo con el lenguaje de Moyano impactó a la escritora argentina Selva Almada que escuchó hablar de él por primera vez “de boca de un profesor cuando estudiaba Comunicación Social, a principios de los 90″.
“Mi profesor, Alfieri, cuando le dije que iba a dejar la carrera porque quería ser escritora y no periodista, me animó a hacerlo. Me dijo que él tenía un gran amigo escritor, Daniel Moyano, que habían estado presos juntos, que tenía que leerlo alguna vez. Sin embargo pasaron muchos años, diez tal vez, hasta que Ricardo Romero me prestó El rescate y otros cuentos, una edición de Adriana Hidalgo que había salido hacía poco. Me acordé de aquella vieja conversación con Alfieri y me enamoré de Moyano”, cuenta la autora de Ladrilleros.
Dueña de una prosa que comparte con el autor de El trino del diablo y otras modulaciones el despojo y la importancia de las marcas de oralidad para narrar, Almada dice que Moyano es un autor de cabecera para ella. “No sé si lo releo tanto, la verdad es que no soy de releer, pero sí lo tengo siempre presente, como si con los años se hubiese convertido también en un querido amigo mío, en quien pienso seguido, que me alegra tener cerca, haber conocido”.
La autora e impulsora de la librería online Salvaje Federal, que tiene la particularidad de estar focalizada en la literatura de las provincias –tanto publicada por editoriales locales como por editoriales porteñas que publican a autores de otras partes del país–, reconoce que le gusta “la música que hay en sus relatos, los personajes de los niños, los perros costilludos, ese universo provinciano áspero pero profundamente humano”.
Todavía no leyó Los pájaros exóticos pero dice que cuando Carbonell le comentó que estaba saliendo de imprenta se puso muy contenta y ansiosa por ver el libro que ya tiene y aún no tuvo tiempo para sentarse a leerlo. “Así que está ahí como el presagio del verano, del tiempo de lecturas bajo los árboles, en la hamaca paraguaya. Es una promesa hermosa”, asegura.
Sobre esa novela que la espera a Almada, Carbonell describe: “Moyano trabajaba con una conciencia total de sus materiales, no en términos programáticos, sino en relación con los personajes, los escenarios, las tramas. En ese sentido en esta novela se encuentran todas sus particularidades, desde los nombres de los personajes hasta el manejo de las voces con sus sutilezas, el humor y una altísima dosis de poesía”.
Si de una recomendación para ingresar al mundo de Moyano se trata, la autora de El viento que arrasa no duda en indicar sus cuentos, porque lo describe como “un cuentista excepcional”.
Daniel Moyano nunca volvió a vivir a la Argentina. El exilio en España lo atravesó no solo dando clases sino también ejerciendo como crítico literario para el suplemento cultural La Esfera, del diario madrileño El Mundo, donde se desempeñó hasta 1992, cuando murió a causa de un cáncer a los 62 años.
Entre sus escritos, dejó un libro de cuentos Un silencio de corchea, que fue incluido en 2010 en la colección La Ciudad de los Naranjos de las ediciones de la Biblioteca Popular Mariano Moreno de La Rioja; y una novela, Dónde estás con tus ojos celestes, que no llegó a corregir y fue editada por Gárgola en 2005.
Fuente: Télam.
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