En su libro Autorretrato, la pintora Celia Paul recupera fragmentos de sus diarios de juventud, poemas, cartas enviadas en el pasado e incluso obras de arte para relatar la compleja e intensa historia de amor que tuvo con el consagrado artista Lucian Freud, cuando ella tenía 18 años y él 55, un turbulento romance que duró diez años y del cual nació Frank, el más joven de los 14 hijos que tuvo, con otras parejas, quien fuera el nieto del reconocido psicoanalista.
Mientras que Inglaterra prepara una mega exposición para homenajear a Freud (1922-2011), a cien años de su nacimiento -que abrirá en la National Gallery el 1 de octubre de 2022-, en la Argentina se acaba de publicar el primer libro de quien fuera, para muchos, la musa del gran artista del siglo XX, protagonista de varios de sus retratos: “Tras la muerte de Lucian me resultó impactante leer en muchos artículos que yo había sido su musa, pero omitían completamente el hecho de que yo también era artista. Me di cuenta de que tenía que hacer algo al respecto. En la escritura de este libro pude afirmar mi propio lugar, pude hacer mía esa historia”, dijo la pintora Paul (1959, India).
Autorretrato (Chai Editora) es el primer libro de la artista que estudió en Londres en Slade School of Fine Arts, donde conoció a Freud cuando ella era alumna y él, tutor. Se convirtieron inmediatamente en amantes: “A partir del #metoo todo cambió. Lucian no tendría hoy la libertad de comportarse como lo hizo entonces”, sentenció la mujer que vive desde 1982 en su casa-taller, un espacio completamente despojado, que le permita concentrarse por completo a su obra, un piso con magnifica vista al Museo Británico, que ha sido también retratada en sus pinturas.
Además de diseccionar el vínculo con Lucian Freud, la autora relata su relación con sus padres y hermanas, se adentra en la escena artística londinense de los 80, abarca su necesidad de dedicarse por completo a la pintura y se interroga por el rol de las mujeres en el universo del arte: “A lo largo de la historia, las mujeres fueron más reconocidas como temas del arte que como artistas. Muchas mujeres terminaron convertidas en grandes musas de los grandes artistas por su soltura para entregarse y su talento para la quietud. Como pintora, hay que inventarse una estrategia”, advirtió al comienzo del volumen.
En sus obras, Paul se dedica a pintar principalmente retratos de seres cercanos, amigos y familia, además de sus autorretratos; personas que conoce bien. Es “forzado” dibujar a alguien que no conoces, dirá en su libro la mujer que ha sido retratada en Girl in a Striped Nightshirt (La chica en camisón de rayas), que el nieto del psicoanalista austríaco realizó cuando ella quedó embarazada. A lo largo de su carrera Paul también ha realizado un gran número de sugestivos autorretratos, un corpus de obra caracterizado como silencioso y contemplativo.
En estas memorias, la pintora se convierte en sujeto de la historia y no teme en describir situaciones que a la luz de la actualidad, resultan -por decir lo menos- incómodas de leer: Freud, 37 años mayor, la invita a su casa apenas la conoce; el pintor se abalanza para besarla y ella apenas reacciona; ella posa desnuda para él por primera vez y no puede parar de llorar mientras él le pide que mantenga la postura.
- Describís las insinuaciones físicas de Freud, sus traiciones, su insistencia en que posaras desnuda para que él pintara. ¿Cómo percibes ese vínculo hoy, visto en perspectiva?
- Cuando nos conocimos Lucian tenía 55 años y yo 18. Él era un profesor invitado en la Slade. En ese tiempo era muy común que los alumnos tuvieran relaciones con los profesores. No estaba mal visto. A partir del movimiento #metoo todo cambió. Lucian no tendría hoy la libertad de comportarse como lo hizo entonces. De todas formas quiero dejar en claro que Lucian era un hombre hermoso y que yo lo deseaba. Me impresionó su belleza y su presencia a primera vista. La asimetría obvia de edad y de poder era más compleja de lo que podría parecer. Yo lo amaba.
- Cuando te enteraste de que Freud estaba con otras mujeres tragaste un puñado de analgésicos y luego, una botella de whisky, y acabaste en el hospital. ¿Cuál fue la reacción de él ante este hecho?
- La sobredosis de pastillas y alcohol fue una respuesta tanto a las infidelidades de Lucian como a mi propia vida en esos años que era un caos. Lo pasaba muy mal en la Slade. Estaba perdida en cuanto a mi obra, no tenía un lugar propio. Dormía en cualquier lado. Lucian se enojó con mi decisión, con la sobredosis, pero estábamos juntos en aquel entonces. Las cosas mejoraron cuando dejé la escuela y encontré un ritmo para trabajar en mi pintura. Me repuse, volví a la casa de mis padres por un tiempo, pintaba a mi madre todos los días y viajaba seguido a Londres a ver a Lucian.
- Te referis en una parte del libro al rol de las mujeres como musas en la historia del arte. ¿Cuánto cambió esa situación a la actualidad?
- El lugar de las mujeres en el mundo del arte cambió radicalmente en los últimos años. Hay una foto muy conocida que John Deakin sacó en 1963 de cinco artistas famosos cenando en Wheeler´s en el Soho: Timothy Behrens, Lucian Freud, Francis Bacon, Frank Auerbach, Michael Andrews. Es una escena que representa el estado inequívoco del estatus de los artistas masculinos y su exclusividad. Era impensable en ese tiempo que una artista mujer pudiera ser incluida en esa foto. Tres décadas después, una foto parecida de artistas comiendo y tomando algo en el Soho hubiera incluido sin dudas a Tracey Emin, Sarah Lucas y Sam Taylor-Wood. Está aceptado, y hablo específicamente de Gran Bretaña porque en la mayoría del resto del mundo lamentablemente no es así, que las mujeres tienen un estatus en el arte que es igual al de los hombres.
- Dijiste que te sorprendió que te vieran como ‘la musa de Lucian Freud’. y sentiste que tenías que hacer algo al respecto. ¿De qué manera escribir este libro ayudó a resolver temas del pasado?
- Cuando me separé de Lucian a los 28 años, me establecí como artista sin su ayuda ni su apoyo aunque seguimos conectados a través de nuestro hijo. Tras la muerte de Lucian me resultó impactante leer en muchos artículos que yo había sido su musa, pero omitían completamente el hecho de que yo también era artista. Me di cuenta de que tenía que hacer algo al respecto. En la escritura de Autorretrato pude afirmar mi propio lugar, pude hacer mía esta historia.
- El libro contiene muchos fragmentos de tus diarios de la juventud, así como fragmentos de cartas a tu hermana y confidente Kate. ¿Cómo fue reencontrarse luego de tantos años con tus escritos de entonces?
- Con el paso de los años me di cuenta de que necesitaba encontrar un sentido a toda mi vida. Por esa razón tuve la necesidad de revisar mis años de juventud a través de los diarios que escribía en aquel entonces y las cartas a mi hermana Kate, a pesar de que mucho de ese material me resultaba doloroso de revivir. Elegí los fragmentos de esa escritura que expresaban mis emociones de manera más poderosa y descarté algunos pasajes más banales. Me sorprendió sentir cierta admiración hacia esa Celia joven, por el humor y la valentía que desplegaba en muchas de esas páginas. También me reconocí a mí misma en esas páginas -soy todavía la chica que era en ese entonces: la dedicación a mi arte, la independencia y un uso particular del lenguaje- pero leía siendo consciente de la importancia de abordarlas con cierta distancia, de un modo que me permitiera documentar una situación de una forma verdadera e imparcial.
Fuente: Télam
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