I
“De la nieve caída en los lagos nacen los cisnes”, dice esta greguería del escritor español y vanguardista Ramón Gómez de la Serna. Una metáfora preciosa para definir a una especie preciosa. Sin embargo, como canta Michael Gira, “los cisnes son criaturas majestuosas y hermosas / con temperamentos muy feos”. ¿Qué hay detrás de esa belleza purísima y soberbia, reluciente y relampagueante? Un animal capaz de todo.
Esa idea estuvo presente durante años en la cabeza Jan Asselijn, un destacado pintor holandés nacido en Dieppe (Sena Marítimo) alrededor de 1610. Estudió con Esaias van de Velde y se distinguió por la pintura de paisajes y de animales, aunque sus obras históricas y de batallas también fueron admiradas. Viajó mucho por Francia e Italia, y modeló su estilo en gran medida siguiendo a Pieter van Laer, más conocido como Bamboccio.
El cisne amenazado es una de sus grandes obras. La pintó en 1650, dos años antes de que muriera en Ámsterdam. La figura del cisne era una de sus obsesiones de este artista: su belleza inexorable que de pronto muta en enojo al defenderse de los ataques de los depredadores. Esta obra de grandes dimensiones —144 centímetros de alto y 171 de ancho— es un óleo sobre lienzo que se encuentra en el Museo Nacional de Ámsterdam al que el mundo conoce como Rijksmuseum.
II
Un cisne blanco con las alas extendidas. Es un animal que abandona su gracia, su paz, su belleza exhibitoria, para pasar a un estado de alerta, a la defensiva de posibles ataques. ¿Quién quiere agredirlo? En el extremo inferior izquierdo, la cabeza de un perro al acecho. Detrás del cisne, su nido, un huevo, su cría. El cisne está representado en tamaño completo, lo que lo hace parecer más realista. La mirada del espectador es desde abajo, lo cual agiganta la agresividad del ave.
Puede ser que Jan Asselijn estaba pensando en la situación que atravesaban los Países Bajos, que hacía dos años, en 1648, las Provincias Unidas de los Países Bajos le habían puesto fin a la Guerra de los Ochenta Años con el Tratado de Paz de Münster. Eran libres de la Corona española, sin embargo quizás quiso remarcar en esta pintura una alegoría política: la necesidad de defender esa libertad lograda.
III
La gran alegoría ocurrió después, cuando alguien —no se sabe exactamente quién— intervino la obra colocándole nombres en texto blanco al lado de las tres figuras protagónicas —el cisne, el perro y el huevo— para que todo sea unilateralmente explicado. Sobre la cabeza del perro se lee “de viand van de staat” (el enemigo del estado) y “Holland” (Holanda) en el huevo. Además, entre las patas del cisne dice “de Raad-pensionaris” (el Gran Pensionario).
El Gran Pensionario era el nombre que recibía el funcionario neerlandés más importante durante la época de las Provincias Unidas. En la teoría, era un cargo más; en la práctica, se trataba del líder político de toda la república holandesa cuando no había estatúder (el Príncipe de Orange, por ejemplo) en el centro del poder. El más importante político de aquellos tiempos fue Johan de Witt, Gran Pensionario entre 1653 y 1672. Se cree que se agregaron estas palabras por él.
IV
Hacia 1790 —casi un siglo y medio después de crearse— esta pintura se encontraba en la colección de Jan Gildemeester y fue incluido en el año 1800 para el catálogo de ventas al Estado. Ya en ese catálogo se indica que se trata de una “alegoría del Gran Pensionario Witt”. La pintura fue comprada ese mismo año por el marchante Cornelis Sebille Roos por 100 florines para la Nationale Konst-Gallery de La Haya, en nombre de su director Alexander Gogel.
Lo interesante de todo esto es la gran confusión: el pintor Jan Asselijn murió un año antes de que Witt asumiera como Gran Pensionario, así que resulta imposible que, no sólo que él haya colocado esas palabras en blanco, también que haya pintado esa obra en alusión a ese dirigente. En la parte inferior derecha hay una especie de firma, la letra A, que correspondería a la inicial de su apellido. Es posible que quienes la intervinieron tomaron ese color y esa tipografía para lo demás.
Volvamos al cisne. Ya no es la criatura pura que fascina al mundo mientras navega por el río. Ahora está en alerta, un estado de agresividad, también de desesperación: bajo su cuerpo hay excrementos. El cisne amenazado suele se traducido también como “El cisne en peligro de extinción”. Esto habilita una nueva interpretación: el animal no sólo pelea por su cría, también por toda su especie. De este modo, la alegoría política adquiere un volumen trascendental
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