Durante la Guerra Fría, el sector del cómic se hizo eco de los cambios socio-culturales que se sucedían, incorporando a sus historietas aquellas reivindicaciones que la ciudadanía pedía a través de diferentes actos de movilización. El cómic participó constantemente de las lógicas de transformación política que acontecieron en unos años tan turbulentos como los de esas décadas. Más concretamente, las superheroínas de este sector se integran de lleno en el debate en torno al género y el avance de los derechos de las mujeres, gracias al movimiento feminista.
Así sucede con Wonder Woman, que se presenta como una de las principales superheroínas del cómic estadounidense y que participa de forma directa en la Guerra Fría, tanto en su faceta de representación de los Estados Unidos como en su papel en la segunda ola del feminismo.
Wonder Woman volvió a cobrar interés tras su adaptación al cine de la mano de la directora Patty Jenkins, retomando con ello su papel como símbolo de la cultura pop estadounidense. Pero ¿quién es realmente este personaje?
La hija de la reina de Isla Paraíso
Esta heroína aparece por primera vez en enero de 1942 en el número 1 de Sensation Comics, gracias a la creación de William Moulton Marston, en estrecha colaboración con sus parejas –Elizabeth Holloway y Olive Byrne–; siendo apenas unos meses después protagonista de sus propias revista.
En su primera historia es presentada como Diana, hija de la reina de Isla Paraíso, capital del reino de las amazonas y habitada exclusivamente por mujeres, al margen de la Tierra de los Hombres. Este reino se caracteriza por ser un territorio idílico, en el que las únicas perturbaciones vienen de la mano de las figuras masculinas.
Así sucede con Steve Trevor, aviador estadounidense que, en su huida de los nazis, cae en Isla Paraíso, donde es atendido por Diana. Conmovida por la causa por la que luchan los estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial, decide viajar con Steve hacia la Tierra de los Hombres para colaborar en la derrota del nazismo.
Patriota y feminista
La posición de Estados Unidos en una misión civilizatoria y el papel de la mujer en la sociedad se convierten en las dos ideas principales a partir de las cuales se sustentan las historias de Diana en la Tierra de los Hombres.
Se presenta ante los hombres como Wonder Woman, vestida con un traje con claras referencias a la bandera estadounidense junto al águila que decora su pecho como símbolo de protección en los primeros números de su revista. Junto a este traje lleva un látigo y unos brazaletes, que usa como armas defensivas y que han sido vinculados con la práctica sexual del bondage, tal y como señaló el psiquiatra Fredric Wertham en su obra Seduction of the innocent (1954).
Wonder Woman pronto asume los valores propiamente estadounidenses y trata de reivindicar con su indumentaria su pertenencia a esta nación. De esta manera, se integra en un discurso identitario que asume como propio y justifica su participación en esta guerra entre lo que se define como el bien y el mal.
Esta pertenencia a la identidad estadounidense está en constante diálogo con el componente de género, gracias al cual el feminismo ocupa un papel predominante en el relato. La combinación del hecho de que sea la primera mujer en tener su propio cómic y la propia naturaleza de sus orígenes, en una sociedad matriarcal, muestra a Wonder Woman como un hito entre los superhéroes del cómic.
Un modelo de mujer
Wonder Woman es una mujer fuerte y autosuficiente, con una serie de convicciones que determinan su forma de actuar en un territorio dominado por la masculinidad. En su comportamiento se aprecia una ambivalencia entre la dominación sexual y el espíritu de crianza y cuidado. Una ambivalencia claramente reflejada con Steve Trevor, con el que mantiene una relación de defensa, protección y cuidado, mientras trata de romper las ligaduras del modelo patriarcal dominante.
El propio Marston quiso utilizar a su superheroína como modelo de mujer autoconstruida, independiente y con una fortaleza superior a la de los propios hombres. Para el creador, “ni siquiera las chicas querrán ser chicas mientras que nuestros arquetipos femeninos carezcan de fuerza física ni mental, ni poder. El remedio obvio es crear un carácter femenino con toda la fuerza de Superman más toda la atracción de una mujer buena y bella”.
Por tanto, Marston criticó el hecho de que las mujeres sólo ocupaban puestos simbólicos en el espacio público y político, dominados por la masculinidad. Un ideario en torno al género que fue complementado en sus historias a través de la reivindicación de mujeres relevantes en la historia, gracias a la recopilación de sus biografías en pequeños relatos.
La Mística de Diana
Esta trayectoria en la lógica feminista sufre una crisis ante la muerte de Marston en 1947, cuando es desplazada a un segundo plano. Sin embargo, en los años sesenta y setenta se recupera el modelo inicial. Diana recupera su látigo y sus brazaletes y se incorpora al colectivo feminista —más concretamente al Women’s Lib Group—, haciéndose eco de sus reivindicaciones.
Estas historias se publican en paralelo a la revolución ideológica que está dándose en estas décadas, gracias a obras como La mística de la feminidad de Betty Friedan o al nacimiento de la Organización Nacional para las Mujeres; y de la que Wonder Woman participa siendo portada del cómic It Ain’t Me Babe en 1970, lanzado por el colectivo de prensa del Movimiento de Liberación en Berkeley.
Dos años después, volverá a protagonizar una portada, en este caso de la revista Ms., una de las publicaciones con mayor trascendencia en el movimiento feminista en Estados Unidos, con más de 400.000 lectoras.
Tanto su participación en estas revistas como el discurso feminista dominante en sus historias favorecieron que Wonder Woman se constituyera como un icono del movimiento, combinando así su impronta feminista con su iconicidad pop.
Originalmente publicado en The Conversation.
SEGUIR LEYENDO: