La bachata: de República Dominicana a Nathy Peluso y C. Tangana

El investigador del Instituto de la Danza Alicia Alonso, de la Universidad Rey Juan Carlos, recorrió la historia de un género que logró ubicarse entre los principales del mundo

La rica tradición cultural de las islas del Caribe ha dado al mundo numerosas manifestaciones que nos dejan ver cómo, dentro de sus propias raíces y en la formación de la nueva cultura surgida a partir de las tradiciones españolas y africanas, generan una identidad abundante en manifestaciones artísticas. Si bien éstas surgen en la marginalidad de los estratos mas desfavorecidos de la sociedad, luego logran encumbrarse como un bien cultural de la humanidad.

En la actualidad, la bachata, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2019, es uno de los géneros musicales y bailables en auge. Surgido en República Dominicana como una manifestación popular, se ha convertido en uno de los ritmos de moda en Europa y ha producido, en el mercado musical, ganancias millonarias tanto a productores como artistas del género. Un ejemplo reciente es el éxito que ha tenido “Ateo”, la canción de C. Tangana y Nathy Peluso.

La bachata se refiere a cualquier tipo de celebración, fiesta o reunión donde el centro es la música popular, tocada en vivo, no necesariamente por músicos profesionales, de manera espontánea. En este entorno, la mezcla de ritmos y estilos (bolero, son cubano, guaracha o merengue) dio como resultado el nacimiento de la bachata, que en un primer momento se convirtió en la imagen sonora de la clase más popular de la sociedad dominicana y que engloba lo musical y lo danzado.

En sus inicios fue una forma especial de expresión, principalmente, del amor, hecha por personas con conocimientos básicos de música y literatura que, por sus propias condiciones sociales y culturales, creaban una obra de gran sencillez pero de un gran valor antropológico y cultural.

Michelle Vieth y Silverio Rocchi bailaron una sensual bachata. (Foto: @programa_hoy/ Instagram)

La bachata además no solo se centra en el aspecto dramático y amoroso, sino también en otros aspectos de la vida cotidiana, en forma de la llamada canción de amargue. A través de ellas se establecen contactos con gente del pueblo llano. También son utilizadas como forma de orientación, mensajería o para enviar saludos a la familia.

Tenemos que contextualizar que este nuevo estilo surge en los inicios del siglo XX, localizándose en los barrios pobres, los burdeles y en los bateyes agrarios. Esta bachata que se gesta en los sectores más excluidos de la sociedad dominicana, tanto a nivel musical como en su representación danzaria, no fue aceptada ni bien vista por otros sectores sociales, siendo catalogada como vulgar y carente de cualquier valor.

Durante el estado dictatorial de Rafael Trujillo, que mantuvo una política de conservadurismo radical, la bachata se reprime, relegándose a los estratos más desfavorecidos y excluidos de la sociedad, mientras que desde el propio gobierno del dictador el merengue se impulsa como baile de simbología nacional. Pero la bachata continúa vigente para los estratos segregados, no solo como entretenimiento sino también como vía de escape de los problemas cotidianos, como una abstracción de la realidad económica, política y social del momento.

El antropólogo dominicano Zecca Castel define así el momento en el que se escucha la bachata:

Merengue, de Jaime Colson, Museo del Barrio

Funciona como una suerte de mecanismo de salida de la realidad, pues cuando se está escuchando bachata “el pensamiento no es libre para reflexionar sobre los problemas”. (…) Estas personas ven su propia vida reflejada en las letras de las bachatas, hablan de nosotros, de la gente pobre, negra, afrodescendiente. De historias que nos pueden pasar.

En esta alusión a las letras de las bachatas encontramos la relación con su ascendente, el bolero, que nos habla de las relaciones humanas a través de la configuración de la historia que se narra y relata. Igualmente la bachata habla de sentimientos, del desamor, de la ruptura y el dolor del abandono, de la amargura. También se distingue la elevación del ser amado a través de metáforas idílicas con una estructura menos poética que el bolero, pero igualmente clara.

Podemos constatar que el primer sencillo que se graba de este estilo —un paso cualitativo en su desarrollo— se realiza en 1961 con “Borracho de amor”, seguido por “Qué será de mí”, también conocido como “Mi condena”, del músico José Manuel Calderón.

En los aspectos musicales de la bachata encontramos varias curiosidades. Éstas nos dan la pista de esa mezcla de ritmos y estilos musicales que la anteceden. Por ejemplo, la sustitución de las maracas, instrumento de percusión presente en el bolero, por la güira; o la inclusión, además de la guitarra española, del bongó, otro instrumento de percusión muy habitual en la música de acompañamiento de muchas de las danzas surgidas a partir del sincretismo cultural existente en las islas del Caribe, como la rumba o el son cubano.

Bachata

En un primer momento, el ritmo bachatero no era el que podemos escuchar hoy, sino que se asemejaba mucho más a un bolero. Por eso se le conoció como bolero de guitarra.

Importante para la preservación de este estilo sin duda fue, durante las décadas de los ‘60s a los ‘80s, la radiodifusión en los medios de comunicación rurales. Durante este período, músicos como Ramón Torres, Olivo Acosta, Bernardo Ortiz, Inocencio Cruz, Aridia Ventura, Miguelito Cuevas, Tony Santos y Marino Pérez tomaron la bachata como el medio musical para contar la realidad de su tiempo de una manera llana y sencilla, asimilable para el sector al que estaba destinada.

Pero sin duda la internacionalización de la bachata se produce cuando, en 1993, Juan Luis Guerra estrena su “Bachata Rosa”, convirtiendo el género en uno de los más aceptados por la sociedad dominicana e internacional.

Guerra revolucionó la bachata, configurándola como la conocemos hoy en día. A partir de este momento, muchos músicos dominicanos se sumaron al gusto que se ha desarrollado por este estilo, incluyendo agrupaciones y cantantes conocidos como el grupo Aventura o su exvocalista, Romeo Santos.

En el aspecto danzario, para entender la bachata tenemos que partir de su origen humilde, en el que las connotaciones sensuales que vemos hoy ya estaban incluidas.

El baile comienza con un paso básico en el lugar, al que siguen movimientos laterales con este mismo paso básico. Luego, manteniendo el ritmo y la dinámica, se realizan evoluciones en las que se incluyen giros y otro tipo de desplazamientos.

Esta descripción de la danza nace de su forma original, en la que se bailaba como el bolero, por parejas y prácticamente en el lugar. En este sencillo paso encontramos la manera de convertir el sentido musical en movimiento, y una forma de entender la música y el concepto de ritmo muy similar a otros estilos de danza caribeños y latinoamericanos.

Ya con la evolución musical, también el paso danzado cambia hacia un doble paso, la inclusión de un toqué ejecutado con los pies y el movimiento marcado de las caderas, elemento que hoy es característico en la forma de bailarlo.

En la actualidad, y con la difusión que el estilo musical ha tenido internacionalmente, la danza ha proliferado en diferentes modalidades o estilos, que abarcan la bachata romántica, bachata sensual, el bachatango, la bachata moderna —la más conocida en la actualidad y en la que incluso vemos evoluciones acrobáticas en el manejo de la pareja— y la urban bachata, mezcla de estos dos estilos urbanos que comparten inicios de desprecio y degradación, llegando a convertirse en elementos indiscutibles de la identidad cultural que hoy son aceptados con completa naturalidad.

El desarrollo de todos estos estilos y evoluciones nos da la medida de cómo la bachata, un género denostado en sus inicios, hoy puede gozar de preferencia. En muchos lugares del mundo, las academias de baile incorporan la enseñanza de la bachata, que se ha convertido, junto al tango, el son y la salsa, en un exponente más de la cultura latina, forjada a partir de las raíces sincréticas que son el cimiento de la cultura iberoamericana, que sigue emergiendo, para ser conocida por todo el mundo, gracias a la globalización cultural.

Publicado originalmente en The Conversation.

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