Los niños y las niñas como foco de atención en el arte es un hecho que se repite desde hace siglos y que se extiende hasta nuestros días. Pinturas de infantas, de príncipes, de querubines e incluso de niños jugando o cumpliendo con obligaciones domésticas es algo no ajeno para nuestros ojos.
Tal vez por ello sea que Las hijas de Edward Darley Boit (The Daughters of Edward Darley Boit, tal su nombre original en inglés), pintado por John Singer Sargent en 1882, y que hoy se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Boston, haya suscitando reversiones y homenajes desde diferentes sectores, ya sea como ilustración infantil, como fotografía o como intervención.
Es un óleo sobre lienzo de 221,93 x 222,57 cm que fue pintado en París en el otoño de 1882, y es uno de los tantos retratos que Sargent realizó en la capital francesa entre finales de la década de 1870 y principios de la de 1880 a los expatriados estadounidenses. Si bien se desconocen los detalles acerca del encargo, sí es sabido que el pintor era amigo de los padres de las niñas, el ya nombrado en el título de la pintura, Edward Darley Boit, y Mary Louisa Cushing Boit. Boit era de Boston, un abogado formado en Harvard que abandonó su profesión para dedicarse a la pintura, mientras que su esposa, conocida como Isa, tenía afición por Europa y la vida social.
Un buen pasar económico les permitió residir en el extranjero, Vivían en una elegante casa sobre la avenida Friedland, del octavo distrito, un barrio lujoso que era el preferido de los estadounidenses adinerados. El vestíbulo de la propiedad sirvió de escenario para el retrato pintado por Sargent, un espacio sombrío en el que el pintor dispuso a las cuatro hijas de los Boit: Mary Louisa, de ocho años a la fecha de la pintura, Florence, de catorce, Jane, de doce, y Julia, de cuatro.
Aunque es posible que los Boit le hubieran solicitado al artista que retratara a las niñas de manera tradicional, apoyaron su ideal original de crear algo más inusual: mitad retrato, mitad escena interior. Cada una de las niñas se ubica en poses independientes, dos con los rasgos oscurecidos, un atributo antitético al retrato convencional y que, combinado con la falta de conexión entre las niñas, desconcertó a los críticos cuando el cuadro se expuso por primera vez.
Su inusual formato se inspiró en el arte del pasado y del presente, un enfoque característico que Sargent empleó para realizar pinturas que parecían simultáneamente tradicionales y modernas. El precedente histórico del retrato de Boit se encuentra en la obra del maestro español del siglo XVII Diego Velázquez, un artista muy admirado en la Francia del siglo XIX. Sargent había viajado a Madrid en 1879 para hacer copias de Velázquez en el Museo del Prado; entre los cuadros que estudió estaba Las Meninas (alrededor de 1656), el famoso y gran retrato de la joven infanta española con sus criadas en una gran sala en sombra. Sargent adoptó el espacio misterioso de Velázquez, su paleta oscura y tenue, y la manera en que su princesa se ubica ante el espectador. Al mismo tiempo, Sargent debió de pensar en los inusuales retratos y las extrañas composiciones centrífugas de su contemporáneo francés Edgar Degas. The Daughters of Edward Darley Boit comparte algunas de las estrategias de Degas: la composición asimétrica con un centro casi vacío, la sensación de desconexión entre los miembros de la familia y una sensación de vida moderna interrumpida.
Sargent situó a las niñas Boit en un espacio indeterminado –el vestíbulo de entrada, ni totalmente público ni totalmente privado– que está muy iluminado en el primer plano, pero cuya luz retrocede hacia un salón vagamente definido, apenas iluminado con espejos y reflejos. Los dos jarrones japoneses eran preciadas posesiones familiares; y su inusual tamaño en relación con las niñas hace que el interior parezca extraño y mágico. Las hermanas van vestidas casi igual, con el tipo de ropa informal que habrían llevado en su vida cotidiana. Sus delantales blancos le brindaron a Sargent la oportunidad de demostrar su maestría a la hora de pintar el blanco en diferentes condiciones de luz. Solo la niña más pequeña, Julia, atrae al espectador, mientras que las niñas mayores se alejan progresivamente entre las sombras, haciéndose cada vez más difusas.
Sargent tituló el cuadro Retratos de niños y lo presentó en diciembre de 1882 en una exposición en la galería del marchante francés Georges Petit, y recibió buenas críticas en general, y Sargent decidió volver a exponerlo la primavera siguiente, esta vez en el Salón, la exposición anual del Estado en París, un lugar importante para los artistas que querían consolidar su reputación. Sin embrago, aunque algunos críticos elogiaron las habilidades técnicas de Sargent, la mayoría encontró la composición problemática por su enfoque poco convencional del retrato. Un escritor no identificado llegó a describirla como “cuatro esquinas y un vacío”.
John Singer Sargent nació en Florencia el 12 de enero de 1856, fue un pintor estadounidense, considerado el retratista más exitoso de su generación. Durante su carrera, realizó cerca de 900 pinturas al óleo y más de 2.000 acuarelas, así como innumerables bocetos y dibujos al carboncillo. Su obra documenta sus viajes a lo largo del mundo, desde Venecia al Tirol, Corfú, Oriente Próximo, Montana, Maine y Florida.
Sus padres eran estadounidenses, pero él se formó en París antes de trasladarse a Londres. Sargent gozó del reconocimiento internacional como retratista, aunque no sin cierta controversia y alguna reserva de parte de la crítica. Su trabajo se caracterizó por una destacable habilidad técnica, particularmente su facilidad para el dibujo con el pincel, que en años posteriores generó tanto admiración como críticas por una supuesta superficialidad. Sus retratos por encargo se enmarcaban dentro de un estilo clasicista, mientras que sus estudios informales y bocetos mostraban una cierta cercanía con el impresionismo. En los últimos años de su vida, Sargent se expresó ambivalente en relación con las restricciones formales del retrato, dedicando gran parte de su esfuerzo a la pintura mural y al aire libre. Vivió la mayor parte de su vida en Europa.
Murió el 14 de abril de 1925.
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