A veces / Quiero morir, / Para acabar por fin / Y de una vez con todo: / No hacer mi cama de nuevo, / Nunca responder otra carta / Ni regar las plantas más, / Ninguno de esos esfuerzos / Que todos los días / Debo hacer / Para mantenerme viva.
Pero luego, / No quiero morir. / Las hojas están cambiando / Y tengo que ver / La grana y oro / Una vez más, / Una hoja amarilla / Revoloteando a través / Del aire iluminado por el sol / Una última vez.
El poema se titula Queriendo morir y su autora es May Sarton (1912-1995). De origen belga y estadounidense, Sarton es considerada una figura contemporánea clave en la literatura estadounidense, admirada por críticos literarios y feministas por sus trabajos que abordan temas de género, sexualidad y universalidad. Escribía poemas desde niña, hábito que no abandonó en su adolescencia. Publicó una serie de sonetos cuando tenía 17 años, algunos de los cuales fueron incluidos en su primer libro, Encounter in April, de 1937.
Del año anterior a esa publicación data el retrato Miss May Sarton (1936), realizado por la artista estadounidense Polly Thayer (1904-2006). Este óleo sobre lienzo de 63,5 por 53,3 centímetros se encuentra en el Harvard Art Museums.
Sarton llegó a publicar más de 50 libros, incluidas 19 novelas, 17 libros de poesía y dos libros para niños, además de una obra de teatro y varios volúmenes de no ficción. Se considera que su aporte más imperecedero está en sus relatos frágiles, divagantes y honestos sobre su vida solitaria, en los que trata temas como el envejecimiento, el aislamiento, la soledad, la amistad, el amor y las relaciones, el lesbianismo, la duda, el éxito y el fracaso, la envidia, la gratitud por los placeres simples de la vida, la naturaleza (en especial las flores), las estaciones cambiantes y, lo que es más importante, las luchas constantes de una vida creativa.
Aunque muchos de sus primeros trabajos, como Encounter in April, contienen imágenes eróticas femeninas, May Sarton a menudo enfatizó en sus diarios que no se veía a sí misma como una escritora “lesbiana”. Más bien, quería tratar lo que es universalmente humano sobre el amor en todas sus manifestaciones. Al publicar su novela Mrs. Stevens hears the Mermaids Singing en 1965, temía que escribir abiertamente sobre el lesbianismo pudiera provocar una desvalorización de su trabajo. “El miedo a la homosexualidad es tan grande que fue muy valiente escribir Mrs. Stevens hears the Mermaids Singing –escribió en Journal of a Solitude–, una novela sobre una mujer homosexual que no es una maníaca sexual, una borracha, una drogadicta, o repulsiva de cualquier manera, para retratar a una homosexual que no es lamentable ni desagradable, sin sentimentalismo”.
Después de la publicación del libro, muchos de los trabajos de Sarton comenzaron a estudiarse en las universidades, en cátedras abocadas a temas de género, escritos que fueron bien recibidos por feministas y lesbianas. Sin embargo, la obra de Sarton no debe clasificarse solo como “literatura lésbica”, ya que sus trabajos desarrollan muchos problemas profundamente humanos tales como el amor, la soledad, el envejecimiento, la naturaleza, las dudas, etc., comunes tanto para hombres como para mujeres.
En 1990, sufrió un derrame cerebral que debilitó temporalmente su proceso de escritura. Como escribir le era difícil, comenzó a usar una grabadora, lo que resultó en su diario Endgame: A Journal of the Seventy-Ninth Year (1992), que fue grabado y transcripto desde un casete. A pesar de las dificultades físicas, May Sarton siempre mantuvo su sentido de independencia. Sin embargo, sus últimas publicaciones no son de la misma calidad, ya que escribir mediante el dictado implicaba demasiado esfuerzo.
Igual que May Sarton vio afectada su producción artística debido a un evento de salud, también su retratista, Polly Thayer, padeció en sus últimos años una enfermedad degenerativa que afectó su visión, un sentido imprescindible para un artista plástico. Thayer se había interesado ávidamente, durante mucho tiempo, por la dinámica, el significado y la variedad de la experiencia visual. En 1981, el Friends Journal publicó su ensayo On Seeing, un artículo que continuó refinando hasta los 97 años, y casi al mismo tiempo se enteró de que tenía glaucoma, que luego se complicó con la degeneración macular.
Cada vez más consciente de la fragilidad de su visión, se concentró en fastuosos pasteles de gladiolos con sus abejas y una secuencia cada vez más abstracta de flores dibujadas en tiza sobre papel negro con toques de color, así como delicadas series de dibujos de grafito basados en el ciclo de vida del cardo. En 1992 completa su última gran obra, un autorretrato al carboncillo que se destaca por la luminosidad de un lado de su rostro y la oscuridad del otro.
Thayer manifestó desde muy temprana edad una inquietud artística y su talento no pasó inadvertido por su madre, que la llevó a tomar clases con un maestro recién graduado. Siguió estudiando, y luego de graduarse del Westover Boarding School en Connecticut, se inscribió en la Escuela de Pintura del Museo de Bellas Artes y rápidamente se convirtió en una estudiante destacada del estilo de pintura de Boston.
Continuó sus estudios en Europa, cada vez más cautivada por el proceso artístico. En una carta de 1930 a su futuro esposo, el abogado de Boston Donald Starr, Polly escribió: “El arte, como nunca soñé que pudiera ser, es un interés diario y vital; es más importante que los negocios, que la política, ¡que la comida, incluso!”. Ese mismo año, su autorretrato Interval ganó una medalla de oro en la Exposición del Tricentenario de Boston.
Entre el momento en que no pudo practicar su oficio y su muerte, en 2006, el trabajo de Polly Thayer fue reconocido en once exposiciones individuales.
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