Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari (1887-1963), más conocido como Xul Solar, fue un pintor, escultor, escritor, músico, astrólogo, esoterista, inventor y lingüista argentino. Durante su niñez vivió en la localidad bonaerense de San Fernando; años después, su familia se mudó a Capital Federal donde Xul asistió al Colegio Nacional Sección Norte del barrio de Palermo.
En 1905 comienza la carrera de arquitectura, pero la abandona dos años después. En el ámbito familiar existía un gran interés por la música; su padre tocaba la cítara y su abuelo había sido pianista. Xul Solar aprendió a tocar estos dos instrumentos. Sentía inclinación por la música y las artes plásticas; más adelante se interesaría por los idiomas, las religiones y la astrología, entre otras disciplinas.
Su amigo Jorge Luis Borges contribuyó a que se lo conociera, exaltando la singularidad de su figura antes que su obra. Conocedor de aproximadamente veinte idiomas, Solar logró crear dos lenguas construidas: la panlengua y el neocriollo. También creó el panajedrez, un juego cuyo tablero tenía más casillas que el convencional y que se relacionaban con las constelaciones y los signos zodiacales. Inventó un teclado de piano conformado por tres filas de teclas con colores y relieves con una escala musical de seis notas.
Borges lo definía como “un hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguajes, de utopías, de mitologías, huésped de infiernos y de cielos, autor panajedrecista y astrólogo perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad, Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época”.
Su pintura plena de magia y poesía no tuvo precedentes ni continuadores entre sus connacionales. Siempre compuso obras de pequeño formato, generalmente acuarelas y témperas –hizo muy pocos óleos– en las que unos extraños personajes deambulan entre astros, escaleras, planos opacos o transparentes y ciudades, abismos y símbolos esotéricos en una imaginería fantástica. Aparecen unas construcciones que adquieren características humanas y son atravesadas por puentes, caminos y escaleras. Esta idea de lo móvil alude a una realidad en perpetua transformación, que el hombre trata de aprehender –como el propio Xul Solar– por todas las vías del conocimiento y de las artes.
La movilidad domina la parte formal de la obra; hay reiteraciones rítmicas y planos, líneas y colores jugando siempre en fuga, contrapunto o como acordes polifónicos. A través de estos recursos, próximos a los de de la música, se avecina al arte de Paul Klee y de los “orfistas”, como el pintor francés Delaunay o el checo Frantisek Kupka. En la década del 40, el tema de la ciudad fue dominante en la obra de Xul Solar. En general, las fuerzas que actúan en sus composiciones son ascendentes, lo cual nos lleva otra vez a la significación esotérica de la relación entre mundos, etapas del proceso de transformación.
Con la intención de convertirse en monje tibetano, Solar se embarca rumbo a Hong Kong en abril de 1912, pero al llegar a Londres decide permanecer un tiempo en Europa, período que se extendería por doce años. En el Viejo Continente toma contacto con exponentes de la pintura expresionista y del surrealismo. En 1916 viaja a Florencia, donde conoce al pintor argentino Emilio Pettoruti. En ese mismo año, cambia su nombre a “Xul Solar”, unificando el apellido paterno (Schulz) –al que modifica para convertirlo en anagrama del vocablo del latín lux (luz)– y el apellido materno (Solari), al cual relaciona con el suelo y el sol.
La idea de Xul y Pettoruti era llevar el arte de vanguardia a la Argentina; el regreso tendría el objetivo de revalorizar las raíces nacionales y el americanismo. Zarpan desde Hamburgo en junio de 1924 para Buenos Aires en el buque Vigo. El equipaje de Xul incluye casi 100 pinturas, los marcos que él mismo había construido y 229 libros de temáticas tan variadas como literatura, filosofía, música, mística, magia, arte de vanguardia, arte precolombino y arte africano.
En julio de 1924, Xul Solar y Emilio Pettoruti arriban a Buenos Aires. El ámbito artístico de aquella época era convencional y ortodoxo. En la pintura argentina de esos años predominaba el paisajismo, no se habían generado movimientos comparables con el expresionismo, el surrealismo o el cubismo. Esta situación dejaba poco espacio para la singular estética de Xul o Pettoruti, quienes buscan vincularse con los movimientos vanguardistas de esos años. Así, Xul conoce a Oliverio Girondo, Macedonio Fernández, Victoria Ocampo, algunos de ellos integrantes de la revista Sur. También se incorpora a la revista Martín Fierro, donde nace su amistad con Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal; este último crearía el personaje del astrólogo Schultze para su novela Adán Buenosayres, inspirado en Solar.
En 1927 pinta Drago, una de sus obras más emblemáticas. En esta pintura se puede ver un hombre montado sobre un dragón portando las banderas de los países de Iberoamérica, en el ángulo inferior derecho las banderas de España, Portugal y Estados Unidos; en la cabeza del dragón hay símbolos religiosos. En la parte superior aparece un cometa. La doctora Patricia Artundo interpreta esta obra como un manifiesto americanista en respuesta a la propuesta lanzada desde España por Guillermo de Torre, en su nota titulada “Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica”. En ella, su autor proponía recuperar y fortalecer los lazos de la América de habla hispana con España, como un modo de hacer frente al dominio cultural francés.
Una propuesta que fue percibida como paternalista y neocolonialista y que generó una reacción negativa tanto de los argentinos como de una gran cantidad de intelectuales y escritores latinoamericanos. Drago es precisamente la respuesta del artista ante esa propuesta. En la pintura se representa al nuevo hombre –el neocriollo– quien, montado sobre un dragón embanderado con cada una de las banderas de los países de América latina, se dirige desafiante a la conquista de Europa. Un nuevo camino a ser recorrido que implicaba la inversión de los espacios de colonización y dominación. Y que, al mismo tiempo, afirmaba la propia identidad, en momentos en que la vanguardia latinoamericana ya había incorporado dentro de su propia reflexión aquello que la distingue de su par europea: las cuestiones identitarias y los nacionalismos.
También en 1936 pinta Vuel Villa. Esta ciudad vuela gracias a globos aerostáticos y hélices con motores; sobre la cubierta de esta nave se levantan edificios, chimeneas y se pueden apreciar escaleras colgantes. Vuel Villa es una inverosímil máquina voladora que forma parte de toda la fantasiosa iconografía de Xul Solar. Esta acuarela sobre papel de 34 por 40 centímetros integra la Colección Museo Xul Solar, de la Fundación Pan Klub, en la ciudad de Buenos Aires. Cerca de 1959 escribiría el texto “Vuelvilla”, donde propone una ciudad volante como solución a un mundo superpoblado.
En 1954 compra una casa en Tigre, sobre el río Luján, en Villa La Ñata. Por estos años encara proyectos de arquitecturas y fachadas para las casas en el Delta; un ejemplo es su pintura Proyecto Fachada Delta #2, de 1954. Se radica allí hacia fines de la década, donde trabaja y reside hasta su muerte en 1963.
SEGUIR LEYENDO