¿Por qué seguimos amando a los Beatles? Este año, 2021, se ha superado el ciclo de medio siglo después de que -palabra de John- “el sueño terminó” en 1970 y ya no hubo más Beatles juntos. El “sueño” duró, con la formación que aprendimos a amar, apenas ¡8 años! Y 13 discos de estudio, cabe agregar. Suena a muy poco en comparación con las torrenciales cifras que hoy día establecen parámetros de popularidad o como se llame eso que sucede con la música y su consumo actual: vistas en YouTube, escuchas en Spotify, seguidores en redes sociales etc. etc.
Por cierto, ahí también los Beatles tienen millones porque sus canciones son commodities inalterables a los espasmos de la industria del entretenimiento en la era del capitalismo posfordiano. Es más. Desde la serie Anthology lanzada en 1995, plena era dorada del llamado britpop que no era otra cosa que un rebote retro maníaco del legado beatle -Oasis, Blur y toda esa camada-, pasando por la reedición de toda la discografía remasterizada, la publicación del supervendedor compilado 1 en el año 2000 o la creación del espectáculo Love del Cirque du Soleil e incluso hasta llegar a los super acuerdos para que el catálogo de la banda se difunda en formato digital en plataformas de streaming, la marca The Beatles es altamente productiva en términos económicos.
Más importante aún, esas canciones que todos conocemos ejercen algún tipo de hechizo particular para que el amor se traslade de generación en generación, incluso en este mismo momento en que se lee esta nota. Será por eso que cada movimiento relacionado con Los Beatles -una banda que proviene de otro mundo, otro tiempo- sea noticia y genere expectativa. Temporalmente en este 2021, año 1 del medio siglo siguiente al medio siglo que ya se vivió sin los Beatles juntos, pasan cosas con ellos.
La excelente serie documental McCartney 3, 2, 1 (disponible en la plataforma Star+) con el protagónico del Beatle Paul propone una serie de conversaciones, a solas en un estudio, sobre el arte de haber hecho esas canciones. Y esta semana se dio a conocer un trailer que anticipa una -se asegura- sorprendente docuserie sobre los cuatro fabulosos de Liverpool, titulada enfáticamente Get Back y dirigida por Peter Jackson -director de la saga El señor de los anillos y otros lauros. El estreno de este material de seis horas en total, dividido en tres capítulos de dos cada uno, está previsto para el lunes 25 de noviembre en Disney+. Allí se asistirá al alumbramiento de un material fílmico de primera calidad (el trailer es elocuente al respecto), registrado durante el traumático período que precedió al fin del sueño, cuando la banda se reunió por tres meses en un estudio de Londres a grabar el que sería su canto de cisne, “Let it be”.
Los cuentos de Sir Paul
McCartney 3, 2, 1 presenta un encuentro. De un lado, el vital septuagenario caballero del Imperio Británico, quien tal vez sea la más legendaria de las estrellas de rock vivas. Del otro, el productor estadounidense Rick Rubin, famoso por sus trabajos con Johnny Cash -suyo es el crédito de la notable serie de discos American Recordings-, Beastie Boys, Red Hot Chili Peppers y Kanye West. Claramente un mago de la consola de sonido. En seis capítulos de media hora, en blanco y negro, el diálogo entre mago y hechicero mayor de la tribu da cuenta de cómo se hicieron varias de las más famosas canciones de la historia de la música popular global. Nada menos.
Rubin manipula canales de audio de las cintas originales, se asombra y pregunta con el interés de un ávido, avanzado, estudiante. Paul sonríe con la calma del profesor y responde, pero también se asombra de sí mismo y de sus compañeros. Es un fascinante ida y vuelta que elude el riesgo de volverse un diálogo en exceso erudito sobre técnicas de grabación, acordes y otras precisiones técnicas sobre la composición y grabación de canciones. Lo mejor es que con total naturalidad, Paul brinda detalles desconocidos de la historia de la banda: cómo conoció a George en el colectivo camino a la escuela, por qué John era como era, la onda y el estilo de Ringo que los conquistó desde una primera escucha. También nos enteramos cómo fue que haciendo más lenta y marchosa “Come Together” tal como el mundo la conoce, fue posible escapar de un inicial plagio a Chuck Berry. Cosas por el estilo.
Imposible no empatizar con Rubin cuando sacude la cabeza, abre los ojos frente a un descubrimiento y nunca deja asombrarse, genuinamente desconcertado por cómo estos cuatro muchachos de Liverpool -sin formación académica alguna- lograron crear esta música que es patrimonio inmaterial de la humanidad. El hombre de la barba larga, un Yoda rockero del siglo XXI, no dejar de repetir un “Wow” que lo dice todo. Enfrente, el maestro aprueba con una sonrisa entre genuinamente arrogante pero también asombrada de lo que fue capaz de hacer con sus compañeros.
En cada uno de los seis capítulos se asiste a una clase magistral e improvisada sobre la construcción de canciones, un viaje por el camino de la memoria para McCartney y también, una deconstrucción contextual inesperada de, posiblemente, la obra de la banda pop más influyente de la historia. “Libertad”, repite McCartney cuando define cómo trabajaban y cómo hicieron las maravillas que hicieron. Dos perlas valen de por sí toda la serie. En un momento, sentado al piano, Macca reflexiona: “Mozart dijo una vez: ‘Escribo las notas que se aman unas a las otras’. Y me gusta eso. Suena bien para mí”. En otro instante, casi como al pasar, dice: “Creo que me he convertido en un fan de los Beatles... Porque antes, sabes, yo solo era un beatle”. Genial.
El señor de los archivos
Filmada un año antes de la separación, la película Let It Be presentó a una banda agrietada por el cansancio y los intereses contrapuestos. Hubieron de pasar 51 años para que, en base al mismo material que nutrió aquel triste documental, la historia de la última reunión en un estudio -y último show, recordar el famoso Rooftop concert tantas veces pirateado- cobre otra perspectiva, mucho más profunda y extensa, gentileza de Peter Jackson. Get Back es, por lo que puede verse y leerse como anticipo, una gozosa inmersión -nunca antes vista- en la cocina creativa de Los Beatles. Aún cansados de sí mismos y empachados de fama, los cuatro fueron capaces de crear pequeñas maravillas de tres, cuatro minutos, como “Get Back” la canción, “Across the Universe”, “Don’t let me down” y por supuesto, “Let it Be”.
El director neozelandés que se hizo un pequeño nombre en el mundo del cine por su afición el subgénero gore -pleno de vívidas, sangrientas escenas- como lo demostró en la película Bad Taste (mal gusto) de 1987 y subió a los cielos del mainstream en la primera década de este siglo con la saga El Señor de los Anillos”, es también un hábil artesano con las imágenes de archivo. Hay un buen antecedente para comprobarlo, antes del estreno de su serie sobre Los Beatles. El documental They Shall Not Grow Old” (No llegarán a viejos, en una aproximada traducción, disponible en Primer Video) que realizó en 2018 con material inédito de soldados británicos de la Primera Guerra Mundial almacenados en el Museo Imperial de Guerra, es un notable ejercicio de estilo para trabajar sobre imágenes de archivo.
En la única entrevista que brindó hasta el momento, Jackson le contó a la edición británica de la revista GQ cómo fue que dio con este titánico proyecto. “Estaba en una reunión con Apple Corps por un proyecto de Inteligencia Artificial para una exhibición itinerante de Los Beatles. Les pregunté qué había pasado con los masters de filmación de Let It Be. ¿No podríamos utilizar algo de eso en la exposición?, pregunté. Me dijeron que no porque estaban pensando en hacer un documental con las tomas descartadas. Entonces dije: Si estás buscando a alguien que haga eso, me interesaría. Así que pedí ver el material y me enganché de inmediato. Al crecer como fanático de los Beatles, había tenido la percepción de que era un período de tiempo completamente miserable y pensé que si la película Let It Be usaba las mejores partes, entonces el resto debía ser horrible. Nada que ver. Hemos estado editando esta serie durante aproximadamente dos años. Quiero decir, normalmente cuando editas una película, tipo El señor de los anillos, lleva unos tres o cuatro meses, pero esto ha sido dos años. Es la edición más larga que haya hecho en mi vida”.
Consultado sobre la tutoría de los Beatles vivos y sus familias sobre el proyecto, Jackson revela una llamativa instancia del trabajo. “Todos han visto fragmentos. Sé que si yo fuera uno de ellos y hubiera un tipo en Nueva Zelanda con este tipo de metraje tan íntimo en su poder, que desapareció durante dos años, estaría un poco preocupado y me preguntaría qué está pasando. Entonces, lo que hice fue enviarles pequeñas secuencias de 3 o 4 minutos. Si tenía algo que ver con Paul, se lo envié a Paul, o si era John, se lo envié a Sean. Olivia (N. de la R: la viuda de Harrison) recibió lo de George y Ringo tuvo el suyo. Así que todos vieron varios pequeños clips de cinco minutos y fueron un gran apoyo. Quiero decir, creo que tienen la actitud de que ha pasado suficiente tiempo para que eso se haya convertido en legado histórico. Poco a poco se fueron acostumbrando a la idea de dejar que la gente viera cómo realmente sucedían las cosas, y creo que ahora sienten, con esta serie, que es tiempo, después de 50 años, de mostrarlo tal cual. Quiero decir, nunca se había visto así a Los Beatles”.
Lo dicho: el sueño no terminó.
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