“Un papel en el viento”: la insoportable responsabilidad de la libertad

Los jueves, a las 20 hs, El Tinglado Teatro presenta esta obra, dirigida por Daniel Marcove, sobre la espera, los recuerdos y donde un pequeño incidente lleva a los protagonista a cambiar su destino

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“Un papel en el viento”
“Un papel en el viento” se presenta en El Tinglado Teatro

Alguien me preguntó, quizás fui yo mismo, ¿de qué trata Un papel en el viento?. No supe responder. En realidad nunca sé de qué tratan mis obras teatrales. Uno escribe como tomando al dictado lo que le susurra el inconsciente. Borges escribió algo parecido. ¿Acaso La furia o el viento, la que iba a estrenar mi gran amigo Lito Cruz el día siguiente a su muerte, trata de la ancianidad de Rosas? ¿O resultó una insospechada reflexión sobre el verdadero poder encarnado en sus invisibilizados primos Anchorena? Siempre es el inconsciente el verdadero autor. Y lo mejor será confiar en su dictado sin interferencia del propósito, de la intencionalidad, porque entonces aparecerá el ventrilocuismo forzado de los personajes diciendo o haciendo aquello que el autor “quiere” que digan o hagan. El mortal pecado de la bajada de línea. De la pedagogía ideológica o moral.

¿De qué trata mi obra? ¿Cómo saberlo? Lo que puedo contar es que es una obra de pandemia. Fue escrita durante la pandemia y trata, sospecho, de la pandemia, es decir del encierro y del tiempo, sinónimos de muerte. Contrariamente a la mayoría de mis otras obras que surgen catárticamente, aluvionalmente, para después dar paso a los placenteros modelados ésta requirió una larga y penosa elaboración, incesantes correcciones, abandonos definitivos y recuperaciones a contrapelo. El talentoso Daniel Marcove, que ha puesto en escena siete de mis creaciones, me ayudó a pacientemente a desatar nudos que parecían insuperables.

Una mañana recordé un texto de mi amado Dostoievski, mejor dicho el excelente estudio de Henri Troyat sobre el gran Fiodor. Últimamente recuperé al ruso de vida trágica a través de mi renovado interés por los existencialistas, a quienes las modas han desvanecido la inquietante potencia de verdad en sus ideas. Demasiado claras para la frivolidad críptica de la filosofía marketinera de nuestros tiempos.

Pacho O'Donnel y Daniel Marcove
Pacho O'Donnel y Daniel Marcove

Camus-mi preferido- Sartre, Simone de Beauvoir, a los que hay que agregar a Heidegger y Nietzche comparten con Dostoievski, sobre todo en Los hermanos Karamasov la convicción de la vida como un absurdo surgido de la Nada. O de Dios. El ruso era creyente a su manera, o de la Naturaleza, como usted prefiera. De todas maneras la Nada. Como consecuencia el ser humano está condenado a ser libre. Al tremendo peso de ser libre, por lo que su vida sea o no digna, que valga o no la pena de ser vivida, es sólo su responsabilidad.

En Los hermanos Karamasov el gran inquisidor reprocha a Jesús el haber dicho “Quiero haceros libres”. Pero al proclamar esa libertad de opción entre el bien y el mal, es decir de elegir, ha establecido la intolerable responsabilidad de su criatura. Lo ha condenado a los tormentos de la conciencia.

En mi obra tres hombres y una mujer trans están encerrados, esperando y recordando. Sin saber si hay algo que esperar y sin la seguridad de que sus recuerdos tengan algún parentesco con la realidad. En ese encierro quizás elegido sólo hacen eso, esperar y recordar. Hasta que algo sucede que introducirá la tortura de lo imprevisible, de la posibilidad de decidir, de saber que lo que les sucede podría tener algo que ver con su responsabilidad.

La obra está recorrida por un humor raigal que es la propina que se nos dio para hacer tolerable el asomarnos al abismo.

Volvamos a Doistoievski-Troyat: el gran inquisidor sigue acusando a Jesús: “¿Habías olvidado que el hombre prefiere el descanso, la muerte misma, a la libertad de distinguir entre el bien y el mal?”. También le recuerda: “La libertad es inconcebible sin dolor. La libertad solo se conquista por el dolor. Repitamos: la libertad solo se consigue por el dolor”.

Y una afirmación que quizás sea la clave de mi obra: “Cristo – o la Naturaleza o la Nada- ha sobreestimado la valía de su criatura imponiéndole la prueba de la libertad. El ser humano es demasiado débil para la plena conciencia”. Para echar sobre sus hombros la opción entre una libertad torturante o una sumisión denigrante. Los siglos de historia humana han dado ya la respuesta.

Debo mi gratitud al director, al elenco artístico y al equipo técnico que ha llevado adelante con éxito una puesta compleja. También al acogedor Teatro del Tinglado por albergarnos.

*La obra se presenta los jueves a las 20 hs en El Tinglado Teatro, ubicado en Mario Bravo 948, Almagro.

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