La galería Ruth Benzacar inauguró la exposición colectiva Reunión, que alberga treinta obras de treinta artistas como Roberto Aizenberg, Leandro Erlich, Fabio Kacero, Eduardo Basualdo, Marie Orensanz, Liliana Porter o Tomás Saraceno, a lo que sumará dos muestras breves, pop-up, que irán rotando cada semana, en dos nuevas salas.
Con el estreno de dos flamantes salas, que funcionan en paralelo a la central, la nueva exposición irá intercambiando el orden de las obras y los nombres de los artistas que tendrán en paralelo su solo-show, por estos días dedicados a Jorge Macchi y Tomás Maglione, un movimiento constante por lo que la muestra que el público visitará “nunca será la misma”, explica la curadora Lara Marmor.
Esta dinámica de rotación satélite, que hará que las obras vayan alternando su ubicación durante los cuatro meses que dure la exposición, busca dar cuenta ya “no de una temática, sino más bien de un sistema” -aclara Marmor-, donde haya tensión, movimiento, algo orgánico y vital, donde el gran desafío fue “cómo generar un relato sin aplanar las diferencias y cómo escapar al pastiche”.
“Tratar de identificar un denominador común para un grupo tan heterogéneo aparentaba ser un contrasentido”, afirma la curadora sobre este conjunto que abarca pinturas, dibujos, esculturas, objetos, instalaciones, videos y fotografías, y que suma nombres como Ernesto Ballesteros, Chiachio & Giannone, Flavia Da Rin, Marina De Caro, Sofía Durrieu, Ana Gallardo, Max Gómez Canle o Sebastián Gordín.
Hay algo de feria -ese lugar por excelencia sin un tema definido sino más bien obras yuxtapuestas- en el despliegue en la sala de esta gran cantidad de obras que forman una amalgama de distintas generaciones, poéticas, lenguajes, intereses, prácticas y expectativas.
El visitante se encontrará en el ingreso con alimentos en descomposición dentro de una heladera vidriada (a la que se puede ver hacia adentro), de la serie Rinascimento del artista Adrián Villar Rojas, una advertencia de que todo muta, incluso lo que ocurre puertas adentro de la galería, ubicada muy cerca de la escultura Estatua N 4 (1964) de Roberto Aizenberg (1922-1996), el único fallecido de los que conforman la exhibición, y uno de los más destacados surrealistas de la Argentina.
Está allí también la escultura colgante Floresta de Eduardo Basualdo, una pieza que simula ser una piedra suspendida que anuncia un desastre inminente, la posibilidad de un desenlace fatal, así como la instalación de Liliana Porter The task (La tarea), que muestra a una diminuta mujer bordando una creación que la excede de manera desmesurada, alusión al tiempo pero también a la memoria.
Según la curadora, si bien estos artistas están “emparentados por hitos históricos, materialidades, afinidades afectivas o zonas conceptuales entre tantos recortes factibles”, los treinta “moldean un paisaje con un horizonte desbordante de posibilidades de interpretación; un territorio fértil donde las conexiones son tantas que llegan hasta el punto de transformarse en pura potencia”.
Otras obras que integran este itinerario son Zonal Harmonic de Tomás Saraceno, una escultura, como un cuerpo celeste, compuestas de órbitas sostenidas puramente por su tensión mutua, cuyos filamentos -inspirados en las telas de araña- condensan universos minúsculos; y The cloud, o la imposibilidad de atrapar una nube dentro de una vitrina, de Leandro Erlich, el artista constructor de ilusiones o paradojas visuales, en base a elementos de lo cotidiano, acostumbrado con sus trabajos a cuestionar aquello que tiene impronta de real.
“Son 30 artistas que claramente no tienen un punto en común. Hay obras de distintos momentos de la carrera de cada uno de ellos”, explica Marmor y añade que “aunque comparten el mismo techo son más las disidencias que otras cosas. El punto de contacto es la diferencia”.
Por su parte, el artista Fabio Kacero presenta su obra Nieve outdoor, una batería tamaño real, recubierto de espuma, como si una nevada recién hubiera arreciado, junto a un ecosistema variado que completan obras de los artistas Julio Grinblatt, Carlos Herrera, Carlos Huffmann, Guillermo Iuso, Daniel Joglar, Luciana Lamothe, Catalina León, Jazmín López, Florencia Rodríguez Giles, Miguel Rothschild, Pablo Siquier y Mariana Telleria.
El desafío, asegura Marmor, fue cómo trasladar al espacio “un recorrido que no debía ser estático ni lineal, sino un planteo espacial donde las obras estuviesen en movimiento” y fue así como se sumó al diseño expositivo de la muestra Nicolás Fernández Sanz, el arquitecto que en el año 2015 remodeló este antiguo depósito industrial para transformarlo en la actual sede de la galería, luego de su mudanza desde la calle Florida.
Según Fernández Sanz, esta disposición de las obras que acentúa tanto al colectivo como a las individualidades “te deja parado en el centro de una situación espacial, y no te indican en qué orden leerlas, ni dónde es la salida o la entrada. Cada uno elige cómo recorrerla”, afirma.
Para las directoras de la galería, Mora Bacal y Orly Benzacar, “Reunión es una experiencia vital y coreografiada. Es la manifestación viva del deseo de pensar a la comunidad de artistas que conforma Ruth Benzacar y a cada uno en el presente de la galería”, luego de un año pandémico.
Las treinta presentaciones individuales, ideadas a propósito de este proyecto, son diferentes entre sí: “Algunas son de carácter antológico, otras ofrecen producciones recientes u obras emblemáticas que quisimos volver a exhibir”, especifican las directoras del espacio.
De este modo, el calendario de presentaciones individuales continúa con Luciana Lamothe y Carlos Herrera del 12 al 16 de octubre; Jazmín López y Daniel Joglar del 19 al 23 de octubre; Sebastián Gordín y Miguel Rothschild del 26 al 30 del mismo mes y Chiachio & Giannone y Max Gómez Canle del 2 al 6 de noviembre, y más.
La muestra Reunión permanecerá hasta enero de 2022 en Ruth Benzacar Galería de Arte, J. Ramírez de Velasco 1287, en el barrio porteño de Villa Crespo, de martes a sábados de 14 a 19, respetando el protocolo Covid-19.
Fuente: Télam
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