Sevilla, (Europa Press) El escritor argentino César Aira, ganador del Prix Formentor 2021, dio una conferencia de prensa en Sevilla, donde tendrá lugar la ceremonia de entrega del galardón. “Asumo con gusto el calificativo de raro y hasta me gustaría ser rarísimo”, aseguró ante los medios presentes, acompañado por el director de la Fundación Formentor, Basilio Baltasar.
“Me han dicho que soy un escritor raro. Si un escritor no es raro es que es convencional como todos los demás y lo artístico se sale de lo corriente así que asumo con gusto el calificativo de raro y hasta me gustaría ser rarísimo”, ha afirmado Aira (Coronel Pringes, 1949) con motivo de su estancia en la ciudad hispalense, que este año acoge la entrega del Prix Formentor así como las Conversaciones Literarias, que tendrán lugar el 10 y 11 de octubre, en el Hotel Barceló Sevilla Renacimiento.
En este encuentro con los medios, el autor ha reconocido que su carrera literaria “surgió de la amistad”. “Me hice escritor de chico con mi amigo Arturo Carrera; nos dividimos los campos: a él le dejé la poesía, yo me quedé con el relato”, ha rememorado.
Aira ha señalado que su vida estuvo marcada por la “educación defectuosa”, a la que también hará alusión a su discurso de esta tarde. “Tuve la mala idea de autoeducarme, quedé mal preparado para enfrentar el mundo. Tuve la suerte de poder preservar mi torre de marfil, mi familia, mis hijos, salvo un breve período que pasé en la cárcel, todo fue un cuento de hadas”, ha relatado.
Precisamente, preguntado por su estancia en prisión, ha señalado que fue por “un pecadillo de juventud, cosas de la política”. “Esos años 70 arrastraban a uno a hacer cosas de las que luego uno se arrepentía y terminé siendo apolítico. En los hechos, la política es chicana, mala voluntad e insultos”, ha lamentado.
Aira también ha abordado su relación con los lectores y ha asegurado que trata de ser “lo menos exigente posible” con ellos. “Escribo con la mayor claridad posible, no me gustan esas cosas que hacía Vargas Llosa de pasar de un tiempo a otro con flashes del pasado mezclado con el presente. Me gusta contar una historia de principio a fin, con toda la claridad posible. Por eso alguna vez, modestamente, me comparé con Salvador Dalí en el sentido de que, teniendo una imaginación tan barroca, una invención tan desbocada, necesito una prosa simple. El barroquismo de la invención y de la ejecución podría dar una mezcla poco comestible”, ha reconocido.
Sobre su proceso creativo, ha detallado que “va saliendo todo junto”. “Soy incapaz de pensar: si pienso una historia, necesito apenas una idea lo más esquemática posible y, a partir de ahí, sale. Si me atasco y no sé cómo seguir, he aprendido que si interrumpo la escritura y me pongo a pensarlo, no se me ocurre nada y si sigo escribiendo, sale. La escritura misma me va ayudando”, ha explicado.
En este sentido, ha afirmado no tener “ese gusto sensual por las palabras que tienen los poetas”. “Lo mío son más bien las imágenes, una imaginación visual, veo las historias que se me van ocurriendo. Una prosa cristalina, simple, transparente, sin alardes barrocos: por lo menos es la lección que aprendí yo”, ha puntualizado.
Además, Aira ha defendido que “seguiría escribiendo aunque no quedara un solo lector en el mundo” y ha analizado las diferencias entre la escritura y la lectura. “Lo bueno que tiene la lectura es provocar una sonrisa de satisfacción cuando encuentras algo bien hecho”, ha asegurado.
“El placer por la lectura es poroso y superficial mientras que en la escritura el placer es denso, uno escribe cada palabra, no se saltea ninguna, no es como la lectura: aunque leas con el mayor placer, vas salteando. Son los dos grandes placeres de mi vida: leer y escribir y veo la diferencia que hay entre los dos. Lo auténtico del escritor es escribir, es una obviedad pero es así”, ha añadido.
Por todo ello, se ha definido “más bien neoclásico, más que barroco”. “Tanto la escritura como la lectura son actividades solitarias, eso de leer en grupo es algo que nunca me gustó. Incluso el cine: soy un cinéfilo, descubrí que lo que realmente me gusta es ver el cine en mi casa, solo, frente a mi computadora, como si leyera un libro. No me atrae el aspecto social de ningún arte”, ha reconocido.
En contra de las campañas de promoción de la lectura
Volviendo a la literatura, ha señalado que “siempre fue una actividad minoritaria de poca gente”. “Estoy en contra de las campañas para promover la lectura, dejemos que siga siendo optativa: que lea el que quiera leer. Siempre me he parecido absurdo que desde el Estado se promueva la lectura: se necesita gente que trabaje, no que se encierren en su casa a leer. Me conformo con que haya poca gente leyendo”, ha incidido.
Preguntado sobre sus autores favoritos, ha hecho alusión a Borges (“como dijeron, se apagó una luz pero sigue muy presente”) y a Manuel Puig, “el último escritor al que seguí libro por libro”. “Esperaba todas sus novelas”, ha reconocido, con especial mención a Cae la noche tropical.
Respecto a la obtención del Prix Formentor, Aira ha reconocido que “este va a ser el último premio”. “Ya me lo prometí, no es que me disguste, todo lo contrario, es un placer, un honor, pero ya está, dejo el lugar a que un joven lo disfrute más que yo. Basta de premios, ya tuve bastante, éste es consagratorio”, ha añadido.
En la misma línea, ha vaticinado que “nunca” recibirá el Nobel de Literatura. “El Nobel no me lo van a dar nunca: esos premios hay que justificarlos y la justificación es no literaria. Nunca se ha dado un premio por lo buenos que son los libros sino por la defensa que se hizo de esto o de lo otro”, ha argumentado.
El Premio Formentor
Dotado con 50 mil euros, el Premio Formentor es sostenido con el mecenazgo de las familias Barceló y Buadas. Se trata de un reconocimiento a la calidad e integridad de los autores cuya obra consolida el prestigio y la influencia de la gran literatura. Fue concedido por primera vez en 1961 e impulsado por un reputado grupo de editores europeos como Carlos Barral, Gallimard, Einaudi o Rowolth.
Después de estos primeros diez años de la segunda época del premio (recuperado en 2011) se ha entregado a Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel, Mircea Cartarescu, Annie Ernaux y Cees Nooteboom. A partir de este año 2021, el galardón recupera su itinerancia y título, Prix Formentor.
El galardonado de este año, César Aira, ha publicado más de un centenar de novelas, ya sean de ficción, ensayo o teatro, que han sido traducidas a numerosos idiomas desde 1981, cuando apareció su primera novela, Ema, la cautiva. Una de sus obras más notables es Como me hice monja (1993). Ha ejercido la traducción y otras tareas editoriales. Ha obtenido el Premio Roger Caillois 2014 y el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2016, entre otras distinciones, y fue nombrado por el gobierno francés Chevalier dans l’Ordre des Arts et Lettres.
La entrega del premio precede a las Conversaciones Literarias que, desde 2008, han reunido a escritores, editores, críticos y público. Este año tendrán lugar el 10 y 11 de octubre en el Hotel Barceló Sevilla Renacimiento con el lema ‘Náufragos, peregrinos y argonautas’, según detalla la Fundación Formentor, creada en 2020 para organizar el Premio Formentor de las Letras y las Conversaciones Literarias.
A las Conversaciones asistirán figuras Pilar del Río, Philippe Claudel, Lidia Jorge, Raquel Taranilla, Moisés Mori y Jean-François Fogel. A su vez, los organizadores han comunicado que una de las novedades de esta edición es el programa dedicado al centenario de José Saramago. Este año se estrena, al mismo tiempo, el Comité de Honor de la Fundación Formentor.
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