Adelanto de “SUPERDIOS: la construcción de Maradona como santo laico”, de Gabriela Saidon

A un año de la muerte del ídolo popular Diego Armando Maradona, la periodista y escritora analiza el proceso de construcción mítica del ex futbolista. Infobae Cultura, en exclusiva, comparte un anticipo

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“SUPERDIOS: La construcción de Maradona
“SUPERDIOS: La construcción de Maradona como santo laico” (Capital Intelectual), de Gabriela Saidon

El primer milagro contrastable de Maradona vivo, que representa un salto cualitativo en el proceso de canonización global y popular y lo eleva a la categoría más alta, es La mano de Dios. Una metonimia para nombrar un gol, pero también para nombrarlo.

No hace falta decir que La mano de Dios es la denominación del gol que Diego le hizo a Peter Shilton, arquero de la selección de Inglaterra, el 22 de junio de 1986, en el minuto seis del segundo tiempo del partido que se disputaba en el Estadio Azteca por los cuartos de final del Mundial de México. En rigor, Maradona le pegó con el puño izquierdo, como se ve en la imagen que, como suele decirse, inmortalizaron los reporteros gráficos ese día que pasó a la gloria en el calendario maradoniano.

Pero quedó la mano de la transgresión (el ilícito, como lo calificó críticamente Signorini)¹ y no el puño del boxeador o del militante de izquierda. Fue Maradona quien se cuidó de acuñar el eufemismo, y lo hizo con astucia cuando declaró ante el periodista de ANSA que cubría el mundial: “Lo siento si hemos decepcionado a personas que creyeron ver en este partido una revancha por Malvinas… ¿El primer gol? Te lo juro por lo que más quieras: salté junto a Shilton pero le di con la cabeza. Lo que pasa es que se vio el puño del arquero y por eso la confusión. Pero fue con la cabeza, no tengan ninguna duda. Si hasta me quedó un chichón en la frente. Lo hice con la cabeza de Maradona pero con La mano de Dios”.

¿Maradona usó esa expresión realmente? ¿O fue el periodista el que la escribió?

¿Hasta qué punto Diego entra en la caracterización de los héroes (en este caso los literarios) que según el teórico ruso Mijaíl Bajtín se autoconstruyen?²

De la cabeza a los pies

Quien se hace la pregunta sobre quién es el autor (de la frase) es Andrés Burgo en El partido, un libro que cuenta con detalle el backstage de ese acontecimiento derridiano. Un partido que se multiplica en representaciones: libros, películas, documentales, entrevistas y links interminables. Una de las primeras sobre la XIII Copa del Mundo, lanzada al calor de los hechos, es la oficial de la FIFA: Héroes (1986).

El libro de Burgo no es la excepción entre los que pivotan alrededor de la idea de Dios en vida publicados, como se dijo, en ocasión de los sesenta años de Diego, y que resultaron ser ediciones circa mortem. Maradona jura por lo que más quiera el periodista (una forma de tirar la pelota al área rival) que fue con la cabeza: la palabra (la parte del cuerpo) se repite tres veces; en cambio, mano se pronuncia una sola vez, y asociada al milagro. De paso también: el puño es adjudicado a Shilton, el adversario. Una frase metonímica por donde se la mire.

Es Él mismo quien no solo obra el milagro, sino que lo nombra: en ese acto, el del juramento, el de la negación, Maradona vuelve a hacer cosas con las palabras y se corona Dios. En esa religión que él mismo funda (y en eso remeda los actos y los dichos de un mesías), los periodistas devienen sacerdotes dispuestos a dispersar su palabra por el mundo. Los reporteros gráficos, los camarógrafos, serán los encargados de propagar la imagen santa.

Las fotos y los videos serán, así, los primeros santuarios. El texto, las crónicas y luego los libros se convertirán en una Biblia maradoniana reescrita una y otra vez, y al mismo tiempo releída en una exégesis imparable como la Torá de los religiosos judíos (ese mismo y único libro que ellos leen durante toda la vida mientras ellas se embarazan, paren hijos y los cuidan, y también los cuidan a ellos para que sigan leyendo tranquilos con sus barbas largas y otros aditamentos), la Midrash hermenéutica del libro sagrado. La Biblia, pero también la Ilíada y la Odisea, y la Eneida de Virgilio, el poeta que guía el descenso al Infierno en La Divina Comedia de Dante Alighieri. La Diegea.

Gabriela Saidon, periodista y escritora
Gabriela Saidon, periodista y escritora (Foto: Alejandra López)

Si trasladamos la idea del altar mediático al presente cibernético, las imágenes sacras serían las piezas gráficas y los textos sagrados, los copys de los posteos y reposteos permanentes de esa religión que crece en redes, más todavía con Maradona en muerte.

El 22 de junio de 2021, al cumplirse los treinta y cinco años de El Partido, las redes y la televisión explotaron. Además de la consigna de reproducir el relato de Víctor Hugo Morales al mismo tiempo y a todo volumen, o de gritar el Gol del Siglo a las 16:09, el “legal”, el otro, hubo de todo y para todos los gustos.

En las infinitas tomas de ese gol, hay una que enfoca a Jorge Valdano, el jugador que durante esos minutos inverosímiles lo siguió a una distancia prudencial. “Yo con la barba era Cristo corriendo detrás de Dios”, dice. Y le creemos.

En marzo de 2021, Valdano presentó su libro D10S en Alemania. Y aprovechó para desterrar por completo el mito de la improvisación o el azar: Diego ya había practicado golear a los ingleses con la mano y contaba con la distracción del árbitro. “Trabajó en entrenamientos. No fue la primera vez. Cuando cobraba tiros de esquina en las prácticas, él iba así hacia el balón y pegaba en la red. Algunos se reían y se sorprendían: ‘¿Qué pasó aquí?’. Otros decían: ‘¿No viste? ¡Usó la mano!’”.³

Todo estaba en el cuerpo y en la cabeza. Ya no en esa zurda inmortal (el pie feminizado por el sustantivo que obliga) que todo el mundo miraba. Era Rocky atendiendo a las palabras del entrenador Mickey Goldmill (interpretado por Burgess Meredith, el Pingüino de la serie Batman de los años sesenta), que en la película de 1976 le decía al futuro boxeador que era puro corazón.

Y eso era un problema (el corazón no piensa). Maradona ya se había dado cuenta de que el puro corazón no parecía funcionar. Era hora de poner a trabajar a full ese otro órgano interno: el cerebro. Sin duda lo logró. En palabras del periodista y conductor deportivo Diego Bonadeo: “En Diego ningún músculo importó más que el cerebro, es el que le permitió hacer todo mejor que a los demás”.⁴

Aunque en rigor, el cerebro no sea, como sí lo es el corazón, un músculo.

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¹ “El reproche de Signorini a Diego tras La mano de Dios”, TyC Sports, 10 de diciembre de 2020.

² Mijaíl Bajtín, Estética de la creación verbal, Siglo XXI, Buenos Aires, 1985.

³ Antonio Montano, “La polémica revelación de Jorge Valdano sobre La mano de Dios de Diego Maradona”, La Nación, 26 de marzo de 2021.

⁴ Asif Kapadia, Diego Maradona, 2019.

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